Situaciones prolongadas de refugiados: el caso de Afganistán

Al haber más personas desplazadas y menos capaces de regresar, un número cada vez mayor se encuentra en situaciones de desplazamiento prolongado y duradero. Se estima que unos 15,7 millones de refugiados (77%) se encontraban en situación prolongada a finales de 2019 por culpa del conflicto.

Las cifras incluyen la situación de los refugiados afganos en Pakistán e Irán y la de los sursudaneses en Kenia, Sudán y Uganda. En 2019 se prolongaron dos situaciones adicionales que afectaban a refugiados burundeses en Ruanda y Uganda. Lamentablemente, no se resolvieron situaciones prolongadas durante 2019.

En la Cumbre Humanitaria Mundial celebrada en mayo de 2016 se asumieron compromisos de gran alcance, entre ellos el ambicioso objetivo de reducir en un 50% el número de personas en situación de desplazamiento prolongado o nuevo para el año 2030.

La ayuda humanitaria alivia el sufrimiento de las personas desplazadas, pero no sustituye a las políticas dirigidas a suprimir las raíces de los conflictos o a crear las condiciones necesarias para lograr una paz y una estabilidad duraderas.

ACNUR apoya la adopción de políticas que incluyan a los refugiados y a los desplazados dentro de su propio país en las iniciativas internacionales de desarrollo y en los servicios sociales nacionales.

En 2019, ACNUR y sus socios pusieron en marcha la Estrategia trienal sobre reasentamiento y vías complementarias, que prevé el reasentamiento de 1 millón de refugiados y la admisión de otros 2 millones a través de la reunificación familiar o los planes de movilidad laboral para 2028.

Para que la Estrategia tenga éxito, es necesario que los estados ofrezcan más alternativas para los refugiados. Esta y otras iniciativas similares disminuirán el número de personas desplazadas y permitirán que los países compartan responsabilidades.

A lo largo de los años, los afganos han huido de la violencia, la guerra, los conflictos y los desastres naturales. Unos 2,7 millones de refugiados afganos siguen viviendo fuera de su país, mientras que otros 2,6 millones están desplazados en Afganistán. Desde 2019, los afganos han formado el grupo más grande entre refugiados y migrantes que llegan a Europa a través de las rutas del Mediterráneo.

En 2012, Afganistán, Irán y Pakistán pusieron en marcha la Estrategia de Soluciones para los Refugiados Afganos para crear un entorno que facilitase la repatriación voluntaria y la reintegración en Afganistán y, al mismo tiempo, aliviase la presión sobre las comunidades de acogida.

La mayoría de los refugiados afganos son acogidos por Pakistán (1,4 millones) e Irán (1 millón), y más de un millón son niños menores de 14 años.

En la foto, Hamesha Gul, refugiado de 66 años, se encuentra en una puerta del asentamiento del Sector I-12 en Islamabad, Pakistán, donde viven unos 3.000 refugiados afganos. Generaciones de refugiados continúan todavía en el limbo en este asentamiento. Muchos ancianos han vivido aquí desde la invasión soviética de Afganistán en 1979. Todos están sufriendo las consecuencias de la disminución del apoyo de la comunidad internacional.

Desde 2002, casi 6 millones de refugiados afganos han vuelto a sus hogares. 5,3 millones lo han hecho con el apoyo del ACNUR. Sin embargo, el ritmo de los retornos no ido acompañado de inversiones en desarrollo adecuadas.

ACNUR está pidiendo fondos específicos para Afganistán, Irán y Pakistán. La falta de acción y de financiación podrían provocar nuevos desplazamientos de población, más sufrimiento e inestabilidad y una crisis socioeconómica, ya agravada por la pandemia del COVID-19.

El pasado lunes 6 de julio, representantes Afganistán, Irán y Pakistán participaron con ACNUR en una reunión virtual de alto nivel para buscar apoyo práctico y llamar a la acción en el marco de la Estrategia de Soluciones para los Refugiados Afganos. ACNUR y los tres gobiernos trabajan conjuntamente para proporcionar mejores condiciones para los refugiados afganos en toda la región y, en última instancia, para organizar su regreso voluntario cuando las circunstancias lo permitan.

La directora, Fatima Hashimi, informó a ACNUR de que no se podían dar clases de gimnasia porque el patio carecía de paredes. Con el apoyo de ACNUR, la escuela ahora tiene un muro de 335 metros de largo, seis nuevos baños, un tanque séptico, 20 paneles de energía solar y un pozo de 160 metros de profundidad que proporciona agua limpia.