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El desafío de ser refugiado LGTBI

Cuando una persona tiene que huir de su país a causa del conflicto, la violencia o la persecución se convierte en refugiada y comienza su búsqueda de...

8 de abril, 2020

Tiempo de lectura: 3 minutos

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Cuando una persona tiene que huir de su país a causa del conflicto, la violencia o la persecución se convierte en refugiada y comienza su búsqueda de un lugar seguro donde poder continuar con su vida.

A esta situación de huida, ya de por sí complicada, hay que sumarle las dificultades añadidas que sufren los refugiados LGTBI que se ven obligados a huir por su identidad u orientación sexual:

  • Rechazo y amenazas.
  • Torturas y agresiones físicas.
  • Asesinatos.
  • Detenciones arbitrarias.
  • Violencia sexual y de género.
  • Negación de derechos como de reunión, de expresión o de información.
  • Discriminación en la educación, el empleo o la salud.

Ser homosexual todavía es ilegal en 77 países; en seis de ellos, las personas tienen que hacer frente incluso a penas de muerte. Muchas de las personas que se ven obligadas a huir por su identidad o condición sexual tienen que enfrentarse también a un tipo de rechazo que es incluso más difícil que el rechazo de la sociedad: el de su propia familia.

Alex: de Sudán a Madrid

Es el caso de Alex, una refugiada transgénero de Sudán que ahora vive en Madrid: sufrió abusos y discriminación por parte de su padre, que la pegaba y, al mismo tiempo, maltrataba a su mujer, a quien culpaba de que Alex “hubiera dejado de ser un hombre”. Alex cuenta que, en ocasiones, “era mi padre el que llamaba a la policía para que me detuvieran.”

Un día, mientras cantaba en una fiesta en Jartum, llegó la policía y la detuvo. “Me acusaban de ser homosexual y de actuar como las mujeres”, explica Alex. En el calabozo fue golpeada y violada. Decidió que no podía seguir viviendo con miedo, sin poder ser quien realmente era, así que huyó de Sudán: consiguió un pasaporte falso por 700 euros, un visado de turista y voló a Madrid. Sudán es uno de los 6 países que castiga con pena de muerte a los miembros del colectivo LGTBI.

Fotógrafo: Jacobo Medrano | Imagen publicada en El País

“Solo quería vivir en un lugar en el que estuviera protegida”

Alex, refugiada de Sudán

Aun así, la adaptación de Alex a la vida como refugiada en España no fue fácil. Cuando un refugiado llega a un país de acogida puede encontrarse diferentes obstáculos: dificultades de comunicación a causa del idioma, diferencias culturales, trabas administrativas o económicas. Los refugiados LGTBI tienen dificultades añadidas. “Sufrí transfobia”, dice Alex al hablar de su breve etapa en el instituto para intentar sacarse el graduado escolar.

Sin embargo, Alex no abandonó su empeño de salir adelante: realizó un curso de peluquería, otro de maquillaje y otro de baile, trabajó como camarera y vendió comida casera de Sudán en el barrio de Chueca. Ahora trabaja en Refusión Delivery, una iniciativa emprendedora en la que los protagonistas son chefs refugiados que quieren dar a conocer las tradiciones y la cultura de sus países de origen a través de la cocina. En 2019, Refusión Delivery participó en el Refugee Food Festival, unas jornadas gastronómicas en las que varios restaurantes, con la colaboración de ACNUR, contratan chefs refugiados para que puedan mostrar su cultura a través de la comida. En Madrid, fue organizado por la asociación Chefugee.

Mientras tanto, Alex se prepara para obtener la nacionalidad española, algo que le permitirá vivir más tranquila y estar más protegida, y añade que cuando la obtenga “me gustaría volver a ver a mi madre y a mi hermana.”

ACNUR trabaja para proteger a quienes han tenido que huir debido a su orientación o identidad sexual, para que tengan un refugio donde protegerse y pueden empezar una nueva vida en un lugar seguro.

 

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