La difícil situación de la población siria en Egipto La difícil situación de la población siria en Egipto

La difícil situación de la población siria en Egipto

Hemos preparado este test que te permitirá poner a prueba tus conocimientos sobre la Guerra de Siria. ¿Qué sabes realmente sobre las causas de este conflicto?, ¿cómo se está...

26 de abril, 2016

Tiempo de lectura: 4 minutos

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Hemos preparado este test que te permitirá poner a prueba tus conocimientos sobre la Guerra de Siria. ¿Qué sabes realmente sobre las causas de este conflicto?, ¿cómo se está gestionando el proceso de paz?, ¿qué es lo que piden los bandos en conflicto? Contestas al test '¿Cuánto sabes de la guerra de Siria?' y descubre datos que posiblemente desconocías del conflicto.


Al estar a medio camino entre Asia y África, y por suponer una vía de acceso directo al mar Mediterráneo, Egipto es un punto estratégico en las migraciones modernas. El canal de Suez, una vía fluvial artificial construida para el comercio, es una ruta que muchos inmigrantes eligen en su travesía hacia Europa.

Casi todos ellos huyen de la guerra y de los conflictos armados que azotan a países como Eritrea, Sudán del Sur, Chad o Burundi, entre otros.

Sin embargo, en los últimos cinco años, tras el estallido de la guerra de Siria, Egipto se ha convertido en uno de los países de Oriente Próximo que más refugiados ha acogido. Aunque no se conocen cifras exactas, se calcula que al país han entrado cerca de 300.000 ciudadanos sirios en este último lustro.

¿Quiénes eligen la ruta migratoria hacia Egipto?

La gran mayoría de los refugiados sirios ha huido a países limítrofes, especialmente a Jordania, Irak y Líbano. Otros prefieren la ruta del norte y cruzan la frontera con Turquía en su intento por llegar a Europa; su destino son los campos que se han habilitado en las costas griegas e italianas.

Sin embargo, son rutas que están saturadas. Quizá esto explique que un buen número de sirios se incline por cruzar las fronteras de Jordania e Israel hacia el sur y adentrarse en Egipto, un país que no restringe la entrada de los refugiados. Por el contrario, desde el inicio del conflicto en Siria ha garantizado su libre circulación. “Vinimos aquí no solo porque podíamos entrar legalmente, sino porque oímos que era mucho más barato que otros lugares”, cuenta Fadl, quien tuvo que vender todas sus pertenencias en Damasco para pagar el traslado hasta El Cairo.

Esto no quiere decir que la situación de los sirios que allí se alojan sean la mejor. Las dificultades económicas de Egipto son evidentes. No existen campamentos de acogida ni planes de asistencia básica para los recién llegados. De hecho, gran parte de la ayuda que reciben los refugiados se la prestan las familias egipcias residentes en los principales centros urbanos. Han acondicionado sus casas para dar alojamiento a los refugiados, en especial a madres con niños pequeños, que representan más del 50% de los que llegan al país huyendo de la guerra.

niños jugando a la pelota

El acceso al registro, el principal problema

La gran mayoría de los refugiados sirios que llegan a Egipto deben sobrevivir por sus propios medios. Al no haber campamentos de refugiados, desconocen la ubicación de los centros de atención de las organizaciones dedicadas a la acogida, lo cual dificulta su registro y los servicios de asistencia básica.

Una reciente encuesta realizada por los organismos de atención señala que el 90% de los refugiados sirios que han llegado a Egipto en los últimos años viven en la pobreza: el 70% lo hace en condiciones de vulnerabilidad extrema y el otro 20% se encuentra en situaciones de vulnerabilidad y exclusión social elevadas.

El hecho de que no se registren impide, además, que las ayudas económicas y la distribución de alimentos y artículos de primera necesidad se hagan efectivas entre las familias que con más urgencia las demandan.

Otra consecuencia de esto es que no tienen acceso a formación complementaria que les facilite su integración al país. Sin un registro, es difícil garantizar su acceso al empleo, a la educación y a capacitación en materia de cultura e idiomas.

“No somos un país rico, pero tratamos de ayudar”, señala Naela Gabr, quien preside el Comité Nacional de Coordinación para combatir y prevenir la inmigración ilegal (NCCPIM).

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