Guerras y conflictos armados dejan a millones de personas sin patria ni hogar. Quienes huyen han ido formando campos de refugiados con poblaciones superiores a las de ciudades como Ávila...
Tras el paso del Ciclón Mora por Bangladesh y Sri Lanka el pasado 30 de mayo, la ONU estima que más de 200 personas habrían perdido la vida. Desde...
El convoy humanitario de ACNUR y otras organizaciones humanitarias ha entregado comida, medicinas y otros materiales de ayuda humanitaria a 44.000 habitantes sin suministros en Jayrud, una ciudad sitiada en Siria...
Shamsa y Thuha son hermanas y refugiadas. Aprendieron a esquivar las bombas antes incluso que a leer y escribir. La mayor, aún recuerda cuando estalló la guerra en Siria:...
Decenas de fotógrafos de todo el mundo se trasladan a países en guerra, en conflicto o a los lugares con las climatologías más adversas. Sus imá...
Calentar el agua, alumbrar sus casas, mantener la comida refrigerada o cargar el móvil para comunicarse con amigos y familiares era, hasta hace meses, un imposible para los miles...
ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, y Google lanzan una web para dar respuesta a las principales preguntas sobre refugiados sirios en todo el mundo. Para Filippo...
Entérate de los conciertos solidarios a los que puedes asistir en tu ciudad y convierte tu tiempo de ocio en ayuda para las personas que han tenido que huir...
Volver a Empezar es el primer podcast del Comité Español de ACNUR, conducido y presentado por Molo Cebrián, creador de Entiende Tu Mente o Saliendo Del Círculo.
En esta nueva temporada de Volver a Empezar hablamos con mujeres que se han visto desplazadas por la fuerza, pero que no se dejan definir por estas circunstancias. Son mujeres incansables, que día a día superan la adversidad y la desigualdad y que además luchan por aquello en lo que creen: una vida digna para todas, para poder vivir en paz. Casi 60 millones de mujeres y niñas están desplazadas en todo el mundo, a ellas les dedicamos la novena temporada del Podcast del Comité español de ACNUR.
En la Temporada 8 de "Volver a empezar", el podcast del Comité español de ACNUR, nos preguntamos: ¿Puede el deporte convertirse en refugio? Para responder a esta pregunta hemos hablado con varias personas refugiadas que han tenido que huir de sus hogares, dejar su país y comenzar de cero en España. Personas a las que el deporte les ha salvado la vida. ¿Y cómo es posible esto? En muchas ocasiones lo es gracias a organizaciones, fundaciones y asociaciones que apuestan por el deporte como herramienta integradora de las personas refugiadas. Y es que el deporte integra, empodera, une, ayuda y puede convertirse en hogar, especialmente cuando el tuyo ha quedado muy lejos.
¿Te imaginas tener que abandonar tu país y empezar de cero para poder salvar tu vida? El protagonista de esta temporada tuvo que hacerlo: le llamaremos Juan. Por motivos de protección, prefiere no decir su nombre, ni de dónde viene, pero sí puede contarnos cómo ha logrado comenzar una nueva vida en un pequeño pueblo de la llamada España rural, ayudando a combatir el despoblamiento. Allí, donde muchos otros no quieren ir, Juan está construyendo un hogar seguro junto a su familia. Acompáñanos a conocer su historia en la séptima temporada del podcast del Comité español de ACNUR.
El cambio climático ha llegado para quedarse y marcar nuestro presente y nuestro futuro. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Qué consecuencias tiene y cómo podemos luchar ante su avance? ¿Cómo afecta a las personas más vulnerables del planeta? En la temporada 6 de "Volver a empezar" resolvemos estas preguntas sobre el cambio climático hablando con expertos en el tema. Te esperamos.
Como no podía ser de otra manera, dedicamos la Temporada 5 de Volver a empezar a Ucrania. Queremos conocer de cerca cómo se vive en un país en guerra, cómo es huir de este conflicto y comenzar de cero en un lugar nuevo. Pero también vamos a mostrar qué labor está realizando Acnur en esta situación y cómo podemos ayudar cada uno de nosotros. Te esperamos.
Esta es la historia de una persona que gracias al boxeo tuvo una segunda oportunidad. No solo ella, sino también toda su familia.
Ella es Sadaf. Mujer, boxeadora, refugiada, valiente y luchadora. Nació en Afganistán, uno de los peores países del mundo para nacer mujer. Si quieres conocer su historia, ¡dale al play! y si te emociona tanto como a nosotros, comparte este podcast.
La tercera temporada de Volver a Empezar tiene nombre propio: Sergio Chekaloff. Una persona que ha pasado 74 años buscando el reconocimiento de una nacionalidad.
Su historia es la de millones de personas en todo el mundo que carecen de derechos políticos, jurídicos y sociales por el hecho de no ser considerados ciudadanos. Son apátridas.
En esta segunda temporada de Volver a Empezar conoceremos a Sergio, Gleici y Cristian. Ellos se vieron obligadas a abandonar sus países y que al llegar a España se toparon con una situación excepcional por la pandemia de COVID-19. A pesar de sus dificultades personales, y aún a riesgo de contagiarse, volvieron a armarse de valor para ayudar a quienes más lo necesitaban.
Befriending es la primera temporada de Volver a Empezar. En ella conoceremos la historia de tres mujeres valientes. Dos de ellas lo dejaron todo atrás en sus países para volver a empezar. Una vez en España, forjaron una amistad que les ha ayudado a salir adelante en el día a día.
Esta madre de cinco hijos es una refugiada de la región del oeste de Darfur, en Sudan, y vive en un campo en un área semiárida del sudeste de Chad, donde el agua limpia es una lujo más que un recurso abundante. Garantizar que los 14.000 refugiados en el nuevo campo de Ab Gadam tienen suficiente agua para beber y cocinar es todo un reto. El mínimo recomendado en una situación de emergencia es 15 litros por persona al día, pero en Ab Gadam, ACNUR y sus socios están luchando por conseguir los 10 litros por persona al día mediante el filtrado de agua de un lago cercano, que será la fuente principal de agua para el campo cuando las lluvias lleguen y e impidan el acceso a Ab Gadam. El nivel mínimo para la supervivencia es de 7 litros por persona al día. “Es muy serio… Necesitamos aumentar el suministro, y en eso es en lo que estamos trabajando” afirma Dominique Porteaud, trabajador de ACNUR especializado en agua y saneamiento. Porteaud añade que sin agua potable suficiente, la gente recurriría a fuentes alternativas no tratadas y esto podría llevar a la aparición de enfermedades. Zenab, sin embargo, está agradecida para tener cualquier tipo de agua, y explica que en su pueblo (Ab Garadil) “tuvimos una bomba de agua, pero todo fue destruido (cuando fue atacado)”. Ella, su esposo y sus hijos son algunos de los miles de sudaneses y chadianos que han huido a la región de Tissi para escapar de las luchas entre comunidades en el oeste de Darfur desde enero. La familia pasó semanas en la remota zona fronteriza, donde el acceso es muy difícil y donde estuvieron bebiendo agua no potable de pequeños agujeros que cavaron en la tierra. El hijo menor de Zenab, Ali, de dos años, enfermó y todavía no se ha recuperado. Cuando ACNUR conoció a la familia, el niño recibía tratamiento para la diarrea en el puesto de salud en el campo de Ab Gadam. Su caso recuerda la importancia del acceso al agua potable, al saneamiento y a la higiene en situaciones de emergencia como esta. Antes y desde que se trasladó a los refugiados lejos de la zona de peligro, en la frontera de Tissi en las últimas semanas, ACNUR y sus socios han estado buscando formas de garantizar un suministro de agua suficiente por lo menos para satisfacer las necesidades más básicas, como beber, cocinar o mantener una higiene. Esto se hará más difícil con el inicio de la temporada de lluvias y por eso ACNUR está reforzando los polvorientos caminos que comunican el lago con el campo. “Es una paradoja” dice Philippe Creppy, coordinador de emergencias de ACNUR en la zona. “Estamos en una carrera contra el agua de las lluvias y al mismo tiempo estamos tratando de movilizar todos los esfuerzos para suministrar agua potable”. Desde que se abrió el campo en mayo, ACNUR ha estado transportando agua por carretera desde un lago en la ciudad de Tissi. Pero Tissi quedará incomunicada cuando las lluvias lleguen, así que la Agencia de la ONU para los Refugiados ha estado valorando cómo implementar otras medidas para mantener y eventualmente aumentar el suministro de agua. Estas medidas incluyeron, por ejemplo, aumentar el número y tamaño de tanques de almacenamiento y bidones plegables en el lugar, así como el número de tanques de agua. También se ha continuado buscando, con algún éxito, pozos productivos. Aunque ACNUR está contento por este descubrimiento, la fuente principal de agua por el momento será un lago situado a unos 9 kilómetros de Ab Gadam. El problema con el lago es que el agua es impura y no apta para beber. Sin embargo, se ha construido una planta de tratamiento de aguas con la ayuda de los socios de ACNUR Norwegian Church Aid y el Comité Internacional de Rescate. Tratada con químicos en grandes tanques con forma de cebolla, el agua marrón del lago sale clara, limpia y lista para beber y cocinar tras un ciclo de 11 horas. Actualmente, la planta puede producir suficiente agua limpia como para suministrar a cada refugiado por lo menos 10,5 litros por día, por encima del nivel mínimo de supervivencia,pero todavía muy por debajo del mínimo recomendado en situaciones de emergencias. Así, aunque no hay colas en el campo para recoger agua, el Comité Internacional de Rescate está instalando otra planta de tratamiento mientras que la perforación de pozos continúa a buen ritmo. Algunos refugiados están encontrando sus propias fuentes de agua. Halima, amiga de Zenab, recoge el agua de lluvia, al igual que hacía en su pueblo, y la usa para lavar la ropa, limpiar ollas y sartenes, y para la higiene de su familia. Al igual que Zenab, ella entiende lo importante y esencial que es el agua limpia para la salud. Pero no todo el mundo lo sabe y por eso ACNUR y sus socios llevan a cabo programas de sensibilización sobre la importancia del agua limpia, el saneamiento y la higiene. “Es importante que todo el mundo, incluidos los niños, conozcan cómo usar bien el agua y los peligros que conlleva beber agua sucia” dice Barka Mahamat Barka, el experto de agua y saneamiento de ACNUR. Los propios refugiados se están involucrando en los esfuerzos por hacer un mejor uso de los suministros de agua. Recientemente se eligió un comité de agua con el fin de controlar el suministro. Mientras tanto, Zenab y su familia están agradecidos por su ración diaria de unos 80 litros de agua. Pero todavía le preocupa el futuro y por eso conserva su bidón lleno de agua de reserva: le hace sentirse un poco más segura.
La población de Shousha se había reducido desde 2012, permitiendo a ACNUR desplazar sus operaciones a áreas urbanas. La clausura del campo cuenta con el apoyo de las autoridades tunecinas, que han expresado su disponibilidad para ofrecer residencia temporal a unos 250 refugiados que no están siendo reasentados en otros países. Las salidas hacia los países de reasentamiento desde Shousha se empezaron a acelerar a mediados del año pasado, bajo una iniciativa global de reasentamiento solidario que fue lanzada en respuesta al flujo masivo de personas que salieron de Libia a principios de 2011. En áreas urbanas, los refugiados tienen garantizado el acceso a servicios básicos como la atención sanitaria y la educación. Reciben una ayuda para su reubicación y apoyo para garantizarles un alojamiento por parte de la Media Luna Roja tunecina, socio de ACNUR. Además de ayuda económica, los refugiados recibirán clases de idiomas y formación profesional, así como de pequeños proyectos de autosuficiencia. ACNUR ha estado trabajando para encontrar soluciones para la población en Choucha desde la apertura del campo en 2011. En el momento cumbre de la crisis el campo recibía hasta 18.000 personas cada día. La mayoría han sido repatriados voluntariamente a sus países de origen. ACNUR continúa abogando para que las autoridades tunecinas adopten un estatuto legal formal para los refugiados, pues esto ayudaría a salvaguardar su acceso a los derechos socioeconómicos básicos, incluyendo las actividades de generación de ingresos. ACNUR celebra los pasos que ha dado el gobierno tunecino, como permitir a los refugiados el acceso sin obstáculos a los sistemas nacionales de salud y educación y la identificación mediante huellas dactilares de los que están en el sur de Túnez como paso previo a la concesión de la residencia temporal. Bajo la iniciativa lanzada en 2011, un total de 3.176 refugiados han partido hacia países de reasentamiento, principalmente Estados Unidos, seguido de Noruega, Suiza, Australia, Canadá y Alemania. Por su parte, España acogió a un grupo de 80 refugiados sudaneses, eritreos y etíopes que llegaron en julio de 2012. La guerra civil libia de 2011 desencadenó un flujo masivo de refugiados y trabajadores inmigrantes hacia el sur de Túnez. Durante un período de seis meses que comenzó en febrero de 2011, se estima que un millón de personas buscaron refugio allí, incluyendo 200.000 no nacionales libios. Como Túnez no tiene todavía establecido un marco de asilo, ACNUR condujo el procedimiento para la determinación del estatuto de refugiado para más de 4.000 refugiados.
Todo fue demasiado para su madre, que se derrumbó cuando Guor llegó a la ciudad de Pan de Thon, en el estado de Unity, en Sudán del Sur. Ella le había visto por última vez en 1993, cuando se fue a vivir con unos familiares a Jartum antes de huir de la guerra entre el norte y el sur, cuando el país era parte de Sudán. “¿Guor? ¿Eres tú, mi hijo?” preguntó. “Soy yo, Mamá”, contestó el hijo de 29 años, que corrió en la maratón de 2012 bajo la bandera olímpica porque Sudán del Sur, la nación más joven del mundo, no tenía un Comité Olímpico nacional reconocido. Recuperándose del shock rápidamente, comenzó a hablar con él y a llevarle por la casa familiar, señalándole dónde había nacido él. La noticia de que un hijo había vuelto desde tan lejos se expandió pronto por el pueblo. Un alegre anciano daba saltos con su bastón y cantaba. Era el padre de Guor, Madang Maker Deng. Restregó cenizas de excremento de vaca por la frente de su hijo, en un tradicional gesto de bienvenida. Más tarde, le volvió a contar cómo cuando era joven había cazado descalzo una jirafa en las llanuras, atribuyéndose el mérito de la habilidad atlética de su hijo. Desgraciadamente, cuando era niño Guor fue forzado a huir de Sudán por la devastadora guerra civil que se desarrolló de 1983 a 2005 y que dejó cientos de miles de muertos, incluyendo a ocho de sus hermanos. El estado de Unity era un lugar peligroso cuando él era pequeño y las áreas rurales carecían de servicios básicos como la educación y la asistencia sanitaria. Así que, cuando tenía ocho años, la madre de Guor le envió a vivir con un tío suyo a Jartum. Pero a los del sur se les consideraba sospechosos en la capital de Sudán y a menudo se les acusaba de espionaje. Guor y sus parientes huyeron a Egipto, angustiados por la persecución y temerosos por sus vidas. Fue un momento difícil, pero en 2001 se reasentaron en Estados Unidos. Él, que entonces tenía 16 años, aprovechó todas las oportunidades educativas y sus profesores de Instituto se fijaron rápidamente en sus habilidades atléticas. Guor fue a la Universidad Estatal de Iowa con una beca, graduándose en Químicas en 2011. Entonces llegaron las Olimpiadas. Guor no estaba preparado para correr por Sudán del Sur, pero había solicitado la ciudadanía de Estados Unidos y estaba siendo procesada. Una campaña de apoyo a Guor en las redes sociales consiguió que a finales de agosto, una semana antes de la maratón, el Comité Olímpico Internacional aceptara que pudiera correr como atleta independiente. Rodeado de sus queridos familiares, Guor reflexionaba sobre el conflicto que le había apartado de su familia y causado tanto sufrimiento. “El coste humano de la guerra es difícil de medir”, dijo. “Mis hermanos murieron de enfermedades que podían tratarse… los hijos de mi madre deberían haber podido ayudarla. En vez de eso, tuvo que arreglárselas sola, a su elevada edad”, apuntó Guor. “El conflicto dañó a las familias”, continuó. “Nuestro país está bendecido con una riqueza incontable. Aún así, la muerte y el potencial malgastado son el precio que las familias, comunidades enteras, tuvieron que pagar por el conflicto. No he conocido a ningún compatriota que no estuviera afectado por la guerra. La situación de mi madre es un buen ejemplo”. “Estoy especialmente agradecido al ACNUR por traerme a casa, con las dos personas más importantes de mi, mi madre y mi padre”, dijo, añadiendo que si ellos no le hubieran enviado fuera hubiera muerto con sus hermanos. Para su madre, la visita de Guor acabó con años de incertidumbre. “Gracias por traer a Guor a casa. He visto a mi hijo. Mi corazón ha descansado al fin”, dijo. *Marial es el nombre de su tío, quien llevó a Guor a Estados Unidos. Como parte del proceso para obtener la ciudadanía de Estados Unidos, ahora utiliza su nombre completo original: Guor Madang Maker