Catorce años. Ese es el tiempo que Mohamed pasó lejos de su hogar en Siria. Catorce años marcados por la guerra y la pérdida, pero también por la esperanza de volver algún día. Hoy, mientras cruza la frontera junto a sus tres hijas -Maryam, Reem y Aya-, siente que por fin está regresando no solo a su país, sino también a una parte de sí mismo que había quedado suspendida en el tiempo.
“Perdí a mi hermana durante la guerra mientras estaba desplazado en el Líbano. Ni siquiera pude asistir a su funeral”, recuerda Mohamed. “Era solo un adolescente: tenía 14 años. Ahora tengo 35 y mi cabello se ha vuelto gris”.
Mohamed se graduó del instituto de hostelería en Alepo, pero sus sueños se vieron truncados cuando tuvo que huir inmediatamente después para evitar el servicio militar. En el Líbano construyó una nueva vida desde cero: se casó, trabajó sin descanso y se convirtió en padre de tres niñas. A pesar de las dificultades, siempre mantuvo viva la esperanza de regresar algún día.

Ese día llegó finalmente el 11 de septiembre, cuando formó parte del segundo convoy de refugiados sirios que regresaron voluntariamente del Líbano a Siria a través del cruce fronterizo de Jdaidet Yabous, gracias al Programa de Retorno Voluntario Organizado facilitado por ACNUR. Cerca de 300 refugiados formaron parte de esta iniciativa, coordinada junto a ACNUR Líbano, la Autoridad General de Puertos Terrestres y Marítimos de Siria, la Organización Internacional para las Migraciones Líbano y ACNUR Siria.
Desde la caída del régimen de Basar al Asaad, son muchas las familias refugiadas en países vecinos que han decidido regresar a Siria. Desean volver a sus hogares y reconstruir sus vidas pero el país enfrenta una gran crisis humanitaria debido, entre otras cosas, a la falta de vivienda, trabajo y servicios esenciales. Por eso es tan importante garantizar un retorno lo más seguro posible. El retorno de estas familias no es improvisado: es el resultado de un proceso cuidadosamente planificado que garantiza que cada regreso sea voluntario, seguro y digno. Al llegar, los equipos de ACNUR reciben a las familias y las conectan con una red de centros comunitarios donde pueden acceder a servicios esenciales, desde asistencia jurídica y apoyo psicosocial, hasta oportunidades de subsistencia y subvenciones en efectivo para cubrir sus necesidades inmediatas.
Mohamed y su familia regresan a su hogar en Jabal Al-Zawiya, Idlib, a pesar de que su antigua casa está dañada por el conflicto. “Regresé para poder matricular a mis hijas en la escuela”.
La historia de Mohamed es una entre miles, pero sin duda refleja el mismo deseo que une a todas las personas que regresan a su lugar de origen: reconstruir, reunirse, empezar de nuevo. Entre los escombros, florece una nueva oportunidad. Porque, como Mohamed demuestra, volver a casa no es solo regresar a un lugar, es recuperar tu vida.
“Regresé para poder matricular a mis hijas en la escuela”.
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