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La violencia de bandas y grupos criminales organizados en Centroamérica crece desorbitadamente y obliga a huir a miles de menores. Entre las fronteras de Guatemala, El Salvador y Honduras...
Situada en la costa este del Cuerno de África en la región de Benadir, al sur del país, Mogadiscio es la capital de Somalia. Cercana al ecuador, la...
Proteger a la población desplazada forzosamente dentro de un país o zona en conflicto que vive en zonas urbanas es una realidad que ocupa gran parte del trabajo...
Ir a la compra, rellenar un formulario o ir a jugar al fútbol con un amigo pueden suponer un mundo para quienes llegan solos o sin hablar español...
Coincidiendo con la conmemoración del Día Mundial del Refugiado, el pasado 20 de junio la Fundación Unicaja y el Comité español de ACNUR firmaron un convenio para...
Volver a Empezar es el primer podcast del Comité Español de ACNUR, conducido y presentado por Molo Cebrián, creador de Entiende Tu Mente o Saliendo Del Círculo.
En esta nueva temporada de Volver a Empezar hablamos con mujeres que se han visto desplazadas por la fuerza, pero que no se dejan definir por estas circunstancias. Son mujeres incansables, que día a día superan la adversidad y la desigualdad y que además luchan por aquello en lo que creen: una vida digna para todas, para poder vivir en paz. Casi 60 millones de mujeres y niñas están desplazadas en todo el mundo, a ellas les dedicamos la novena temporada del Podcast del Comité español de ACNUR.
En la Temporada 8 de "Volver a empezar", el podcast del Comité español de ACNUR, nos preguntamos: ¿Puede el deporte convertirse en refugio? Para responder a esta pregunta hemos hablado con varias personas refugiadas que han tenido que huir de sus hogares, dejar su país y comenzar de cero en España. Personas a las que el deporte les ha salvado la vida. ¿Y cómo es posible esto? En muchas ocasiones lo es gracias a organizaciones, fundaciones y asociaciones que apuestan por el deporte como herramienta integradora de las personas refugiadas. Y es que el deporte integra, empodera, une, ayuda y puede convertirse en hogar, especialmente cuando el tuyo ha quedado muy lejos.
¿Te imaginas tener que abandonar tu país y empezar de cero para poder salvar tu vida? El protagonista de esta temporada tuvo que hacerlo: le llamaremos Juan. Por motivos de protección, prefiere no decir su nombre, ni de dónde viene, pero sí puede contarnos cómo ha logrado comenzar una nueva vida en un pequeño pueblo de la llamada España rural, ayudando a combatir el despoblamiento. Allí, donde muchos otros no quieren ir, Juan está construyendo un hogar seguro junto a su familia. Acompáñanos a conocer su historia en la séptima temporada del podcast del Comité español de ACNUR.
El cambio climático ha llegado para quedarse y marcar nuestro presente y nuestro futuro. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Qué consecuencias tiene y cómo podemos luchar ante su avance? ¿Cómo afecta a las personas más vulnerables del planeta? En la temporada 6 de "Volver a empezar" resolvemos estas preguntas sobre el cambio climático hablando con expertos en el tema. Te esperamos.
Como no podía ser de otra manera, dedicamos la Temporada 5 de Volver a empezar a Ucrania. Queremos conocer de cerca cómo se vive en un país en guerra, cómo es huir de este conflicto y comenzar de cero en un lugar nuevo. Pero también vamos a mostrar qué labor está realizando Acnur en esta situación y cómo podemos ayudar cada uno de nosotros. Te esperamos.
Esta es la historia de una persona que gracias al boxeo tuvo una segunda oportunidad. No solo ella, sino también toda su familia.
Ella es Sadaf. Mujer, boxeadora, refugiada, valiente y luchadora. Nació en Afganistán, uno de los peores países del mundo para nacer mujer. Si quieres conocer su historia, ¡dale al play! y si te emociona tanto como a nosotros, comparte este podcast.
La tercera temporada de Volver a Empezar tiene nombre propio: Sergio Chekaloff. Una persona que ha pasado 74 años buscando el reconocimiento de una nacionalidad.
Su historia es la de millones de personas en todo el mundo que carecen de derechos políticos, jurídicos y sociales por el hecho de no ser considerados ciudadanos. Son apátridas.
En esta segunda temporada de Volver a Empezar conoceremos a Sergio, Gleici y Cristian. Ellos se vieron obligadas a abandonar sus países y que al llegar a España se toparon con una situación excepcional por la pandemia de COVID-19. A pesar de sus dificultades personales, y aún a riesgo de contagiarse, volvieron a armarse de valor para ayudar a quienes más lo necesitaban.
Befriending es la primera temporada de Volver a Empezar. En ella conoceremos la historia de tres mujeres valientes. Dos de ellas lo dejaron todo atrás en sus países para volver a empezar. Una vez en España, forjaron una amistad que les ha ayudado a salir adelante en el día a día.
La Agencia de la ONU para los Refugiados había pedido anteriormente a los Estados que ofrecieran soluciones para 30.000 de los refugiados sirios más vulnerables mediante el reasentamiento u otras formas de admisión antes de finales de 2014. Hasta la fecha, 20 países han ofrecido más de 18.800 plazas con este objetivo. ACNUR confía en que la cifra de 30.000 personas se alcance a finales de año mediante un significativo número de plazas por parte de Estados Unidos. ACNUR anticipa que, en los próximos años, habrá un número mayor de refugiados sirios vulnerables que necesitarán reasentamiento, reubicación u otras formas de admisión humanitaria. A la vista de las crecientes necesidades de la población refugiada siria, la meta de 30.000 plazas en 2014 constituye sólo el primer paso a la hora de garantizar soluciones para este grupo. Como parte de la respuesta de emergencia, ACNUR insta a los Estados a considerar una serie de soluciones que pueden proporcionar una protección urgente, segura y efectiva a estas personas. Estas soluciones podrían incluir el reasentamiento, la admisión humanitaria, o el apoyo para casos individuales. Los Estados también podrían ofrecer otro tipo de soluciones. Podrían desarrollar programas que permitieran a los refugiados sirios reunirse con sus familiares, u ofrecer becas para los estudiantes sirios con el fin de evitar una “generación perdida” de jóvenes. También podrían facilitar evacuaciones médicas para los refugiados con graves problemas de salud que requieren de tratamientos de emergencia. ACNUR pide a la comunidad internacional que siga ofreciendo soluciones duraderas para los refugiados sirios que más lo necesitan. Actualmente hay más de 2,4 millones de refugiados registrados en la región. En el Líbano hay unos 932.000, en Jordania 574.000, en Turquía alrededor de 613.000, en Irak unos 223.000 y en Egipto cerca de 134.000 refugiados.
Esta fuerte mujer está aterrada por lo que está sucediendo en la ciudad donde ha pasado la mayor parte de su vida, sobre todo por los civiles que están siendo objetivo de hombres armados en función de su confesión. “Bossangoa siempre ha sido una ciudad donde musulmanes y cristianos hemos convivido. Debería seguir siendo así”, subraya, añadiendo que si la continúa la violencia, “la ciudad se arriesga a perder su identidad, su alma”. Sus palabras significan mucho para una comunidad mixta en la que todos se están viendo afectados por un conflicto que ha dejado a casi 840.000 personas desplazadas dentro del país. Casi 1.000 ciudadanos musulmanes de la ciudad han huido de Bossangoa desde el pasado mes de diciembre, cuando los soldados antibalaka comenzaron a asesinar civiles según sus creencias religiosas. Estas personas han buscado refugio en otras zonas de la ciudad o en Chad, y los que siguen allí, unas 225 familias musulmanas en École Liberté, necesitan protección. Esta situación se repite en todo el país, donde pequeños grupos de personas siguen en sus hogares, a pesar del riesgo que eso conlleva para sus vidas, y donde decenas de miles de centroafricanos están huyendo. ACNUR está muy alarmado por la deteriorada situación humanitaria en la República Centroafricana y preocupado por el bienestar de los desplazados en Bossangoa. “Estamos aquí para escucharles, ser testigos de lo que ocurre y tomar acción abogando por soluciones”, dice Jean Maturim, un trabajador nacional de ACNUR, añadiendo que la Agencia de la ONU para los Refugiados ha estado visitando regularmente a los desplazados en École Liberté y en la Iglesia católica romana de Bossangoa desde comienzos de año, llevando un mensaje de reconciliación. Gracias a estos esfuerzos, ambas comunidades religiosas han solicitado llevar a cabo encuentros y talleres para ambas comunidades. Zenabou se ha sentido en su medio en estos concurridos encuentros, recordando a los participantes la larga tradición de armonía y coexistencia pacífica de las comunidades. Pero al finalizar una de las reuniones, Zenabou confiesa entre lágrimas al ACNUR sus temores y dice que se siente atrapada. “Como vosotros estáis aquí esos abrazos no pueden matarnos” advierte. Sus preocupaciones son reales. Los matones y las milicias antibalaka deambulan por las calles, a veces por delante de la escuela, y gritan amenazas a las familias que hay dentro. Las tropas internacionales de mantenimiento de la paz impiden que entren, así como la presencia de agencias como ACNUR y los Servicios Católicos de Ayuda, pero la situación es aterradora para los que están dentro de la escuela y también es un recordatorio diario de los peligros que acechan. “Estamos aquí como testigos de la comunidad internacional, que juega un papel esencial a la hora de reunir a estas personas, encontrar soluciones y evitar que conflictos como este empeoren”, explica Josep Zapater, un oficial de protección de ACNUR. En este sentido, los equipos de ACNUR sienten un profundo respeto por las comunidades que luchan por la convivencia, como la comunidad de École Liberté, sobre todo a Zenabou y su amor por la ciudad. Esta hija de un comerciante camerunés e inmigrante de Níger nació en Berbérati, en el suroeste de la República Centroafricana. Después se trasladó a Bossangoa, donde se casó a la edad de 13 años y tuvo que trabajar duro para mantener a sus hijos. Aunque la vida no ha sido fácil para ella, explica que ha sido feliz viviendo en Bossangoa: ha hecho muchos amigos y sus hijos son de allí. “Ellos son lo más importante para mí, por eso no quiero que tengan que desplazarse nunca más”, subraya. Zenabou fue desplazada en dos ocasiones antes: una vez en 2003, durante el golpe de estado que llevó al poder a François Bozizé, y después en marzo de 2013, cuando los seleka depusieron al presidente. En ambas ocasiones huyó a los bosques con vecinos cristianos. “Fue un momento terrible en la vida de mi familia; las fuertes amistades que teníamos con otros desplazados nos mantuvieron vivos”, recuerda. Esos lazos de amistad siguen siendo igual de fuertes, a pesar de la violencia que les rodea. Los amigos de Zenabou en Bossangoa, muchos de ellos cristianos, siguen siendo un pilar para ella. Una amiga suya, Marie, también huyó de su casa y buscó refugio en la iglesia. Como para Zenabou es demasiado peligroso abandonar la escuela, Marie le trae a ella y a sus hijos verduras frescas y fruta y se queda para charlar con ella. Aunque el poder de amistades como ésta reaviva la esperanza, algunos temen que sea ya demasiado tarde para Bossangoa y para la República Centroafricana, a menos que la comunidad internacional trabaje conjuntamente para restaurar la paz y una gobernanza efectiva. Pero Zenouba es una mujer que nunca se rinde. “Bossangoa es mi hogar”, dice, “y siempre lo será”.
Asimismo prosiguen las conversaciones para lograr una tercera ampliación de la "tregua humanitaria" en el contexto de la conferencia de paz de Ginebra. El viernes, las agencias de la ONU y la Media Luna Roja Árabe Siria habían entregado alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de una población de 2.500 personas durante un mes y habían evacuado a 1.366 personas de la Ciudad Vieja. Valerie Amos, responsable de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), elogió la operación ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sin embargo, también instó a que se realizara un mayor esfuerzo para permitir el acceso a cerca de 250.000 personas que se encuentran en otras ciudades sitiadas y a tres millones de personas en comunidades de difícil acceso en toda Siria. "Todas las partes están incumpliendo su responsabilidad de proteger a los civiles", indicó. La operación en Homs es la primera de este tipo en el conflicto sirio. La población de la Ciudad Vieja, que cuenta con 4.000 habitantes, lleva sitiada desde hace más de 18 meses y vive entre edificios derruidos y escombros. Según los trabajadores humanitarios de las Naciones Unidas, hay signos de malnutrición severa entre los evacuados. Los supervivientes hablan de condiciones de hambruna. "La situación en el interior de la Ciudad Vieja era muy difícil y desesperada", dijo un anciano con el pelo largo y barba cana. Parecía exhausto después de la terrible experiencia. "Hemos estado comiendo los desechos del trigo, los restos que hace tiempo hubiéramos tirado y todas las plantas que crecen de manera natural, además de cualquier cosa que pudiéramos cultivar… los restos de cualquier cosa que podíamos recoger, todo aquello que nos permitiera mantenernos con vida". "Es difícil describir las carencias", declaró. "Ya no teníamos fuerzas para hacer nada. No llegábamos a proporcionarle a nuestro cuerpo ni el 10% de lo que necesita para funcionar correctamente. Nos faltaba de todo: proteínas, azúcares. Sólo comíamos plantas; se trataba prácticamente de sobrevivir como fuera". Un trabajador de ACNUR en Homs explicaba que el estado de algunos de los evacuados era inimaginable. Un hombre que había sido evacuado le dijo a un trabajador humanitario: "Entre morir aquí o allí …prefiero morir aquí". "Hemos logrado sacar a estas personas del infierno", indicó un trabajador de ACNUR acerca de la operación conjunta llevada a cabo por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), con organizaciones y agencias de la ONU, incluido el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la OCHA y con la Media Luna Roja Árabe Siria. Para evitar que los camiones quedaran inmovilizados por el fuego hostil durante su trayecto por la Ciudad Vieja, el PMA entregó alimentos en grandes remolques durante la semana. Un convoy que transportaba ayuda hacia el interior de la ciudad durante pasado fin de semana fue objetivo de disparos y varios camiones resultaron dañados o destruidos. Las personas evacuadas han sido trasladadas a un centro de acogida establecido en una escuela abandonada donde reciben paquetes de alimentos y una ayuda económica en efectivo por valor de 135 dólares. Según los términos del acuerdo inicial del alto el fuego, las mujeres, los niños y los hombres de más de 55 años han sido autorizados a salir de la Ciudad Vieja. En los últimos días, muchos de los hombres menores de 55 años también han huido. El viernes por la mañana (14 de febrero), había 381 personas en las instalaciones de esta escuela abandonada, donde fueron interrogados por funcionarios del gobierno sirio. En total, unos 170 de ellos han salido de esta escuela después del interrogatorio. El personal de ACNUR encargado de protección está recopilando datos biográficos básicos y el destino previsto de estos hombres y jóvenes, y hace un llamamiento al gobierno para que salvaguarde sus derechos. "Estamos muy preocupados por la suerte de estos hombres y jóvenes una vez que abandonan las instalaciones de la escuela", declaró Melissa Fleming, portavoz de ACNUR en Ginebra. "Reiteramos sistemáticamente nuestra petición al gobierno para que respete el derecho internacional humanitario y la legislación internacional en materia de derechos humanos". ACNUR pidió también que se permita el movimiento seguro de los civiles y acceso de los humanitarios a todas las zonas sitiadas de Siria. Asimismo prosiguen las conversaciones para lograr una tercera ampliación de la "tregua humanitaria" en el contexto de la conferencia de paz de Ginebra. El viernes, las agencias de la ONU y la Media Luna Roja Árabe Siria habían entregado alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de una población de 2.500 personas durante un mes y habían evacuado a 1.366 personas de la Ciudad Vieja. Valerie Amos, responsable de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), elogió la operación ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sin embargo, también instó a que se realizara un mayor esfuerzo para permitir el acceso a cerca de 250.000 personas que se encuentran en otras ciudades sitiadas y a tres millones de personas en comunidades de difícil acceso en toda Siria. "Todas las partes están incumpliendo su responsabilidad de proteger a los civiles", indicó. La operación en Homs es la primera de este tipo en el conflicto sirio. La población de la Ciudad Vieja, que cuenta con 4.000 habitantes, lleva sitiada desde hace más de 18 meses y vive entre edificios derruidos y escombros. Según los trabajadores humanitarios de las Naciones Unidas, hay signos de malnutrición severa entre los evacuados. Los supervivientes hablan de condiciones de hambruna. "La situación en el interior de la Ciudad Vieja era muy difícil y desesperada", dijo un anciano con el pelo largo y barba cana. Parecía exhausto después de la terrible experiencia. "Hemos estado comiendo los desechos del trigo, los restos que hace tiempo hubiéramos tirado y todas las plantas que crecen de manera natural, además de cualquier cosa que pudiéramos cultivar… los restos de cualquier cosa que podíamos recoger, todo aquello que nos permitiera mantenernos con vida". "Es difícil describir las carencias", declaró. "Ya no teníamos fuerzas para hacer nada. No llegábamos a proporcionarle a nuestro cuerpo ni el 10% de lo que necesita para funcionar correctamente. Nos faltaba de todo: proteínas, azúcares. Sólo comíamos plantas; se trataba prácticamente de sobrevivir como fuera". Un trabajador de ACNUR en Homs explicaba que el estado de algunos de los evacuados era inimaginable. Un hombre que había sido evacuado le dijo a un trabajador humanitario: "Entre morir aquí o allí …prefiero morir aquí". "Hemos logrado sacar a estas personas del infierno", indicó un trabajador de ACNUR acerca de la operación conjunta llevada a cabo por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), con organizaciones y agencias de la ONU, incluido el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la OCHA y con la Media Luna Roja Árabe Siria. Para evitar que los camiones quedaran inmovilizados por el fuego hostil durante su trayecto por la Ciudad Vieja, el PMA entregó alimentos en grandes remolques durante la semana. Un convoy que transportaba ayuda hacia el interior de la ciudad durante pasado fin de semana fue objetivo de disparos y varios camiones resultaron dañados o destruidos. Las personas evacuadas han sido trasladadas a un centro de acogida establecido en una escuela abandonada donde reciben paquetes de alimentos y una ayuda económica en efectivo por valor de 135 dólares. Según los términos del acuerdo inicial del alto el fuego, las mujeres, los niños y los hombres de más de 55 años han sido autorizados a salir de la Ciudad Vieja. En los últimos días, muchos de los hombres menores de 55 años también han huido. El viernes por la mañana (14 de febrero), había 381 personas en las instalaciones de esta escuela abandonada, donde fueron interrogados por funcionarios del gobierno sirio. En total, unos 170 de ellos han salido de esta escuela después del interrogatorio. El personal de ACNUR encargado de protección está recopilando datos biográficos básicos y el destino previsto de estos hombres y jóvenes, y hace un llamamiento al gobierno para que salvaguarde sus derechos. "Estamos muy preocupados por la suerte de estos hombres y jóvenes una vez que abandonan las instalaciones de la escuela", declaró Melissa Fleming, portavoz de ACNUR en Ginebra. "Reiteramos sistemáticamente nuestra petición al gobierno para que respete el derecho internacional humanitario y la legislación internacional en materia de derechos humanos". ACNUR pidió también que se permita el movimiento seguro de los civiles y acceso de los humanitarios a todas las zonas sitiadas de Siria.