Según el último informe de las Naciones Unidas sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI), entre 638 y 720 millones de personas (entre 7,8 % y el 8,8 % de la población mundial respectivamente) padecieron hambre en 2024. Aunque está previsto que el número de personas subalimentadas en todo el mundo disminuya, se prevé que 512 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030, de las cuales casi el 60 % vivirá en África.
Con el objetivo de disminuir el hambre en el mundo, cada 16 de octubre desde 1979 se celebra el Día Mundial de la Alimentación, promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Este año se conmemora bajo el lema "Mano de la mano por unos alimentos y un futuro mejores" y hace un llamamiento a la colaboración internacional para construir un futuro pacífico, sostenible, próspero y dotado de seguridad alimentaria. Si gobiernos, organizaciones y comunidades trabajan en equipo, podemos transformar los sistemas agroalimentarios para garantizar que todas las personas tengan acceso a una dieta saludable.
Producimos alimentos más que suficientes para alimentarnos todos. Sin embargo, nuestros sistemas alimentarios sufren desequilibrios. El hambre, la obesidad, el cambio climático, el desperdicio de alimentos y la falta de seguridad para los trabajadores de la cadena alimenticia son solo algunos de los problemas que evidencian este desequilibrio.
La falta de alimento en muchas partes del mundo está disparando las cifras de la desnutrición. En el Día Mundial de la Alimentación, los números del hambre no acompañan. Máximo Torero, economista jefe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ( FAO ), en referencia a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y específicamente al ODS 2: Hambre Cero dijo: “La conclusión es que aún estamos muy lejos del objetivo de librar al mundo del hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición para 2030 ”.
Si las tendencias actuales persisten, alrededor de 512 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030, de las cuales casi el 60% vive en África. A pesar de los avances logrados en la lucha contra el retraso del crecimiento y en la promoción de la lactancia materna, los niveles de hambre a nivel mundial se han mantenido obstinadamente estáticos durante tres años consecutivos.
Se estima que unos 2.300 millones de personas en el mundo se vieron afectadas por la inseguridad alimentaria moderada o grave en 2024, según el informe, una publicación conjunta de la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La mayoría de las personas que sufren inseguridad alimentaria aguda se encuentran en países afectados por conflictos, cambio climático y crisis económicas. Muchos atraviesan graves crisis de desplazamiento.
Se estima que el 8,2 % de la población mundial puede haber padecido hambre en 2024, lo que supone un descenso con respecto al 8,5 % registrado en 2023 y el 8,7 % en 2022. El progreso viene impulsado por notables mejoras en Asia sudoriental, Asia meridional y América del Sur, frente al aumento constante del hambre en la mayoría de las subregiones de África y en Asia occidental. En 2024, el hambre afectaba a unos 307 millones de personas en África, 34 millones en América Latina y el Caribe y 323 millones en Asia, lo cual suponía un 20,2 %, un 5,1 % y un 6,7 % de la población, respectivamente. Está previsto que el número de personas subalimentadas en todo el mundo disminuya, pero aun así se prevé que 512 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030, de las cuales casi el 60 % vivirá en África.
África enfrenta un desafío único, ya que es la única región donde el hambre ha aumentado debido a tres factores principales comentados anteriormente: conflictos, fenómenos climáticos extremos y crisis económicas.
Según el último informe de las Naciones Unidas sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI), se puede concluir que el acceso a una alimentación adecuada está fuera del alcance de miles de millones de personas en el mundo. Estos son los datos más destacables:
ACNUR es plenamente consciente de que el acceso a alimentos y agua potable es esencial para proteger la salud, seguridad y bienestar de las millones de personas que tienen que huir de sus hogares. Esta premisa es una de sus prioridades, ya que se encarga de cubrir las necesidades de las personas refugiadas y desplazadas que llegan a un campo o asentamiento.
Las convenciones internacionales respaldan el derecho a estar protegidos del hambre y la malnutrición y es que hay una relación clara entre nutrición y salud pública. De hecho, muchas enfermedades contagiosas que causan millones de muertes prevenibles cada año, están causadas por la malnutrición. Los desplazamientos masivos de población por conflictos, crisis económicas, desastres naturales, etc, provocan altas tasas de malnutrición, enfermedad y muerte,
ACNUR trabaja para para mejorar la nutrición a través de fondos estratégicos, así como alianzas con el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (WFP), uno de los principales socios de ACNUR en terreno. Su objetivo es brindar asistencia alimentaria a millones de personas en todo el mundo y para ello reparten diariamente raciones de comida a las familias refugiadas.
En un campo de refugiados se reparten, de media, raciones de comida suficiente para aportar a cada persona un mínimo de 2.100 calorías al día. Conseguir esto se convierte muchas veces en un reto por la falta de fondos o por las malas condiciones de salud en las que llegan los refugiados a los campos.
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