ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados, reitera su llamada a la comunidad internacional para enviar ayuda a Sudán del Sur y, especialmente, a los refugiados sursudaneses...
Tras su imagen delicada e inocente, sus cuerpos pequeños e indefensos parecen no estar preparados para enfrentarse a la realidad. Pero estas historias de niños refugiados que han...
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Ante la falta de medios, los refugiados dan rienda suelta a su imaginación creando inventos curiosos y originales con los escasos medios de los que disponen. Su creatividad y...
Aunque los conflictos armados en sus respectivos países no les permiten llevar su patria por bandera, estos 5 refugiados no se dan por vencidos. Sus ganas de luchar les llevan...
Disfrutar de la sensación de seguridad, de la ausencia de peligros y de la confianza que produce vivir en un país seguro, es algo que sólo ocurre...
Desde la crisis de refugiados impulsada por la guerra en Siria, son muchos quiénes han querido dar voz a los refugiados de todo el mundo, contar sus historias y...
Un año más, la Diputación de Cádiz renueva su compromiso con los refugiados y el trabajo de ACNUR. El pasado 12 de julio, la Presidenta de la...
Volver a Empezar es el primer podcast del Comité Español de ACNUR, conducido y presentado por Molo Cebrián, creador de Entiende Tu Mente o Saliendo Del Círculo.
En esta nueva temporada de Volver a Empezar hablamos con mujeres que se han visto desplazadas por la fuerza, pero que no se dejan definir por estas circunstancias. Son mujeres incansables, que día a día superan la adversidad y la desigualdad y que además luchan por aquello en lo que creen: una vida digna para todas, para poder vivir en paz. Casi 60 millones de mujeres y niñas están desplazadas en todo el mundo, a ellas les dedicamos la novena temporada del Podcast del Comité español de ACNUR.
En la Temporada 8 de "Volver a empezar", el podcast del Comité español de ACNUR, nos preguntamos: ¿Puede el deporte convertirse en refugio? Para responder a esta pregunta hemos hablado con varias personas refugiadas que han tenido que huir de sus hogares, dejar su país y comenzar de cero en España. Personas a las que el deporte les ha salvado la vida. ¿Y cómo es posible esto? En muchas ocasiones lo es gracias a organizaciones, fundaciones y asociaciones que apuestan por el deporte como herramienta integradora de las personas refugiadas. Y es que el deporte integra, empodera, une, ayuda y puede convertirse en hogar, especialmente cuando el tuyo ha quedado muy lejos.
¿Te imaginas tener que abandonar tu país y empezar de cero para poder salvar tu vida? El protagonista de esta temporada tuvo que hacerlo: le llamaremos Juan. Por motivos de protección, prefiere no decir su nombre, ni de dónde viene, pero sí puede contarnos cómo ha logrado comenzar una nueva vida en un pequeño pueblo de la llamada España rural, ayudando a combatir el despoblamiento. Allí, donde muchos otros no quieren ir, Juan está construyendo un hogar seguro junto a su familia. Acompáñanos a conocer su historia en la séptima temporada del podcast del Comité español de ACNUR.
El cambio climático ha llegado para quedarse y marcar nuestro presente y nuestro futuro. Pero, ¿qué es exactamente? ¿Qué consecuencias tiene y cómo podemos luchar ante su avance? ¿Cómo afecta a las personas más vulnerables del planeta? En la temporada 6 de "Volver a empezar" resolvemos estas preguntas sobre el cambio climático hablando con expertos en el tema. Te esperamos.
Como no podía ser de otra manera, dedicamos la Temporada 5 de Volver a empezar a Ucrania. Queremos conocer de cerca cómo se vive en un país en guerra, cómo es huir de este conflicto y comenzar de cero en un lugar nuevo. Pero también vamos a mostrar qué labor está realizando Acnur en esta situación y cómo podemos ayudar cada uno de nosotros. Te esperamos.
Esta es la historia de una persona que gracias al boxeo tuvo una segunda oportunidad. No solo ella, sino también toda su familia.
Ella es Sadaf. Mujer, boxeadora, refugiada, valiente y luchadora. Nació en Afganistán, uno de los peores países del mundo para nacer mujer. Si quieres conocer su historia, ¡dale al play! y si te emociona tanto como a nosotros, comparte este podcast.
La tercera temporada de Volver a Empezar tiene nombre propio: Sergio Chekaloff. Una persona que ha pasado 74 años buscando el reconocimiento de una nacionalidad.
Su historia es la de millones de personas en todo el mundo que carecen de derechos políticos, jurídicos y sociales por el hecho de no ser considerados ciudadanos. Son apátridas.
En esta segunda temporada de Volver a Empezar conoceremos a Sergio, Gleici y Cristian. Ellos se vieron obligadas a abandonar sus países y que al llegar a España se toparon con una situación excepcional por la pandemia de COVID-19. A pesar de sus dificultades personales, y aún a riesgo de contagiarse, volvieron a armarse de valor para ayudar a quienes más lo necesitaban.
Befriending es la primera temporada de Volver a Empezar. En ella conoceremos la historia de tres mujeres valientes. Dos de ellas lo dejaron todo atrás en sus países para volver a empezar. Una vez en España, forjaron una amistad que les ha ayudado a salir adelante en el día a día.
El primer vuelo con cientos de paquetes de ayuda humanitaria despegó el pasado viernes desde Damasco hacia Qamishli. Los materiales incluyen medicinas, vacunas, jeringuillas, azúcar, solución salina y un vehículo blindado de ACNUR. El segundo vuelo partirá mañana con 5.000 paquetes de utensilios de cocina, dos almacenes prefabricados y materiales para el invierno. “Nos hemos coordinado con el Ministerio de Asuntos Exteriores para obtener los permisos necesarios. Confiamos en su comprensión de las graves necesidades humanitarias y en su cooperación para poder ejercitar nuestro mandato y ofrecer asistencia especialmente teniendo en cuenta las duras condiciones meteorológicas”, dijo Tarik Kurdi, Representante de ACNUR en Siria. Las bajas temperaturas y la lluvia de invierno siguen siendo un duro reto para las personas desplazadas dentro de Siria. Muchas han contraído enfermedades respiratorias por el frío, como asma y gripe, y se ven obligadas a quemar plásticos, basura y otros desperdicios para mantenerse calientes. En otras zonas del país, como Al Tadamoun, en la gobernación de Damasco, o Ashrafyet Sehnaya, Al Kesweh y Qudsaya, en la gobernación Rural de Damasco, ACNUR ha podido entregar ayuda humanitaria a 38.500 desplazados internos la semana pasada, con la ayuda de sus socios nacionales. La distribución también continuó en Alepo, donde más de 15.000 refugiados iraquíes recibieron material de ayuda humanitaria de ACNUR. Desde el 1 de noviembre 2013, cuando ACNUR lanzó su programa de ayuda para el invierno, facilitando material adicional a los desplazados, más de 1,1 millón de personas se han beneficiado de esta iniciativa. Aún así el frío no es el único problema. Muchas carreteras siguen inaccesibles ya sea por la inseguridad o porque han quedado destruidas. “A veces nos vemos obligados a recurrir a la opción cara y no sostenible de tener que enviar ayuda humanitaria por avión”. Durante diciembre del año pasado, ACNUR financió varios puentes aéreos a las gobernaciones de Al Hassakeh con el fin de enviar ayuda para el invierno y vacunas a decenas de miles de familias extremadamente vulnerables”, explica Kurdi. ACNUR también ha utilizado las vías marítimas. Varios barcos con suministros de ACNUR para el invierno como mantas de lana o utensilios de cocina llegaron durante la semana pasada a los puertos de Tartus y Latakia. Una vez que pasan las aduanas, los materiales de ayuda humanitaria se guardan en un almacén de ACNUR en Tartus antes de ser distribuidos entre las comunidades que lo necesitan en todo el país. ACNUR tiene actualmente unos 400 empleados en Siria trabajando en seis oficinas en Damasco, Alepo, Hassakeh, Qamishly, Homs y Tartus. En Siria las personas de interés para la Agencia incluyen a 6,5 millones de desplazados internos y cerca de 45.000 refugiados.
Esta es la primera ayuda que llega a las personas desplazadas que están fuera de la base de Naciones Unidas en Malakal. La ciudad ha sido escenario de algunos de los combates más duros el mes pasado. La inseguridad y los saqueos generalizados de bienes de las organizaciones humanitarias ha impedido hasta ahora al ACNUR y a otras agencias el poder llevar ayuda a los desplazados que se encontraban fuera del complejo de Naciones Unidas en Malakal. Según estimaciones de Naciones Unidas, hay alrededor de 38.000 personas desplazadas en Malakal, de las cuales unas 28.000 se encuentran en la base de Naciones Unidas. Los desplazados han huido de zonas con río dentro del condado de Malakal así como de Jonglei. Entre las personas desplazadas hay un gran número de mujeres, niños y ancianos. Para llegar a la ciudad de Malakal algunos dicen haber utilizado barcas para cruzar el río, mientras que otros lo han atravesado a nado. Las mujeres cuentan que han caminado durante cuatro horas con sus hijos antes de cruzar el río. ACNUR está aprovechando la relativa calma tras la firma del acuerdo de cese de hostilidades entre las partes en conflicto el pasado 23 de enero para llevar ayuda a los más vulnerables. Desde el martes, la Agencia de la ONU para los Refugiados ha llevado ayuda a más de 3.000 desplazados y espera poder acceder también al resto de personas a finales de la próxima semana. Los materiales incluyen lonas de plástico, bidones, cubos, utensilios para cocinar, mosquiteras, esteras y mantas que fueron trasladadas en avión hasta el aeropuerto de Malakal desde los almacenes de ACNUR en Nairobi. La Agencia está distribuyendo los materiales en estrecha colaboración con las agencias de Naciones Unidas y otras agencias humanitarias que forman parte de la operación. En concreto, la OIM, UNICEF y Word Vision International están participando en estos repartos. Muchos de los desplazados han estado alojados en escuelas y otros espacios durante semanas, mientras que otros han seguido llegando desde Khorflus, en el vecino estado de Jonglei, o desde aldeas cercanas. Todas estas personas cuentan que han huido a causa del miedo y la inseguridad a pesar de la tregua. Algunos desplazados han explicado al personal de emergencia de ACNUR que la situación de seguridad en sus aldeas sigue siendo tensa y que no pueden trabajar o sobrevivir en un ambiente como ese. La ciudad de Malakal se encuentra prácticamente desierta y los civiles continúan huyendo, mientras que otros siguen dirigiéndose hasta ella. Con más de 153.000 personas desplazadas, el estado de Alto Nilo tiene la segunda mayor concentración de personas desplazadas internas de Sudán del Sur, tras el estado de Unity, donde más de 188.000 personas se han visto forzadas a desplazarse desde que estallaron los combates a mediados de diciembre. La crisis también ha llevado al exilio a más de 131.000 sursudaneses que están refugiados en países vecinos como Uganda, Etiopía, Kenia y Sudán.
La historia de Alma, de 16 años, no es inusual. Al igual que muchos de los refugiados que viven en Etiopía, ella habla de la incertidumbre, la inseguridad y el miedo que reinó en su país con la llegada de la guerra civil. Su pueblo natal, situado en la región de la Bahía de Somalia, cayó bajo el control del grupo islamista Al Shabaab y la vida de Alma y su familia cambió para siempre. Junto con sus padres y ocho hermanos, Alma huyó de Somalia y ha vivido los últimos dos años en el campo de refugiados Buramino , Dollo Ado, en Etiopía. La vida en el campo no es fácil y la familia subsiste con ayuda, principalmente de ACNUR, para sobrevivir. En los asentamientos sin electricidad, la iluminación es también un lujo. La familia de Alma a menudo tiene dificultades para pagar las pilas de las linternas, su única fuente de luz en el refugio de la familia durante la noche y, cuando hay poca o ninguna luz, actividades sencillas como cocinar o estudiar se convierten en una tarea casi imposible. La campaña de la Fundación IKEA “El poder de la luz” permite cambiar esta situación, facilitando luz en las tiendas y en las calles de los campos de refugiados, con farolas de energía renovable, lo que ha supuesto una mejora de la vida de los refugiados como Alma. "No podíamos hacer nada por la noche, no teníamos luz ni siquiera para las tareas del hogar", dice Alma. "Antes de tener electricidad solar, solíamos usar una linterna de mano, pero tenía que sujetarla y leer y escribir al mismo tiempo y eso dificultaba todo. Además, cualquier otra persona de mi familia podía necesitar la linterna y entonces tenía que dejar de estudiar”. "Esta nueva lámpara es mía y la utilizo sólo yo, aunque también puedo compartirla con otros miembros de mi familia si no estoy estudiando. Por ejemplo, se la dejo cuando yo me voy a la cama”. La madre de Alma, Kinsi, confirma lo que su hija señala: "Hay una diferencia muy visible con esta lámpara. Podemos tener nuestra casa llena de luz. Es útil para Alma, pero también ilumina el resto de la casa y podemos usarla varias personas al mismo tiempo. Las linternas no son asequibles”. Alma, quien actualmente estudia en la escuela del campo de refugiados, dice que el idioma amárico es su asignatura favorita: “Espero completar mi formación e ir a la universidad. Quiero ser maestra y ayudar a mi familia y a mi país", dice. "Espero poder regresar a casa, a Somalia, cuando sea seguro y la paz se restablezca”. Gracias al proyecto “El poder de la luz” de la Fundación IKEA, se instalarán farolas solares, iluminación en el interior de las tiendas y otras tecnologías de energía renovable para que familias como la de Alma mejoren su calidad de vida en los campamentos de refugiados de ACNUR en Etiopía, Chad, Jordania y Bangladesh. Por cada bombilla LED vendida en las tiendas IKEA de todo el mundo, la Fundación IKEA donará un euro que se destinará a este proyecto, dotando de una mejor iluminación, seguridad, posibilidades de formación y energías renovables los campamentos de refugiados de ACNUR en Bangladesh, Etiopía, Chad y Jordania. * Los nombres propios que aparecen en esta historia han sido cambiados para proteger la identidad de las personas