El invierno es uno de los momentos más duros del año para ser refugiado. En las próximas semanas, muchas familias desplazadas tendrán que afrontar temperaturas heladoras. En muchos lugares del mundo donde viven personas desplazadas, como en Afganistán, en esta época del año las temperaturas pueden descender hasta los -12ºC. Mantener los refugios calientes y secos es un reto. En invierno, tu calor les da vida.
En solo un año, el regreso de los talibanes al poder ha provocado un retroceso de derechos humanos que afecta de manera muy especial a las mujeres. A muchas se les ha prohibido estudiar y trabajar y están recluídas en casa.
El país atraviesa, además, una profunda crisis económica que ha traído pobreza y miseria y ha desencadenado una de las peores emergencias humanitarias en la actualidad. Las colas del hambre no dejan de crecer y los hospitales están desbordados por los altos niveles de desnutrición.
La situación se ha complicado aún más tras los terremotos de gran magnitud, en los que perdieron la vida más de 1.000 personas y cientos de hogares quedaron gravemente dañados.
El trabajo de ACNUR
ACNUR trabaja para proporcionar ayuda a los 3,5 millones de afganos desplazados por el conflicto, los refugiados, los solicitantes de asilo y los desplazados internos y refugiados que regresan voluntariamente.
Desde enero de 2021, alrededor de 180.000 afganos han buscado protección en los países vecinos, donde el ACNUR también apoya a las comunidades de acogida.
La Agencia necesita 340 millones de dólares para sus operaciones en Afganistán. Hasta el momento, solo se ha recaudado un 59 % de la financiación necesaria (a 3 de agosto de 2022).
Afganistán: crisis humanitaria y de desplazamiento
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), casi la mitad de la población de Afganistán (unos 18,4 millones de millones de personas) necesita ayuda humanitaria para sobrevivir. Sin embargo, la respuesta a la emergencia en Afganistán sigue enfrentándose a una dramática falta de financiación. La catástrofe humanitaria en el país ha dejado de ocupar portadas, pero los afganos siguen necesitando ayuda.
Afganistán ha sido catalogado como el país menos pacífico del mundo. Es también uno de los territorios más expuestos a desastres naturales, como la actual sequía que ya afecta al 80 % de la población. Además, a causa de la pandemia, nueve millones de personas han perdido sus medios de vida, y una nueva ola amenaza con seguir agravando la pobreza crónica. Todo ello repercute en la alimentación de la población: un 95 % de su población sufre inseguridad alimentaria.
Cuatro décadas de conflictos y violencia han empujado a millones de afganos al exilio. Afganistán ha sufrido una de las situaciones prolongadas de refugiados más graves del mundo, con más de 2,6 millones de refugiados. Irán y Pakistán acogen a casi el 90 % de todos los refugiados afganos registrados. La guerra en Afganistán ha causado un enorme sufrimiento.
En Afganistán, ACNUR está liderando la respuesta humanitaria a la emergencia en Afganistán en materia de protección y refugio. Se están evaluando las necesidades de la población allí donde el acceso está siendo posible, entregando material de emergencia, tiendas de campaña y ayudas económicas de supervivencia a las familias más vulnerables.