Apenas han cumplido los 18 años y han pasado por las situaciones más difíciles de esta vida. Han visto morir a padres y familiares, han cruzado las fronteras en busca de un lugar seguro y han dejado todo atrás, sin tiempo para coger más que algo de ropa y comida para el camino. Algunos son menores no acompañados. Para ACNUR, ayudar a los niños refugiados y evitar que sufran abusos o acaben en manos de traficantes es una de sus prioridades.