Mientras el número de casos de ébola en la República Democrática del Congo sigue creciendo, el auge de la violencia en los últimos meses hace todavía más difícil su erradicación. Los casos de ébola confirmados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se concentran en las zonas de Kivu del Norte e Ituri, en el este del país, donde se estima que existen más de 100 grupos armados que aterrorizan a los civiles. La población está traumatizada y ha reportado un nivel de violencia extremo: masacres, secuestros, aldeas incendiadas, niños reclutados como soldados, mujeres y niñas víctimas de violencia sexual... Una de las peores áreas ha sido llamada el "Triángulo de la Muerte".
La situación de inseguridad no solo dificulta las actividades de respuesta al brote de ébola, sino que aumenta el riesgo de contagio y propagación. Solo en el mes de abril, más de 100.000 personas se vieron forzadas a huir de sus hogares a causa de la violencia, lo que aumenta la cifra de personas desplazadas internamente en Kivu del Norte a más de un millón. Se trata de la principal concentración de desplazados internos en la República Democrática del Congo.
El riesgo de propagación en el interior del país y en países fronterizos como Uganda, Ruanda o Sudán del Sur (también en conflicto en la actualidad) insta a organizaciones como ACNUR a aumentar las medidas de prevención para evitar el contagio entre refugiados y desplazados.
La OMS ha reiterado la importancia de hacer frente al avance del brote de ébola en Congo de manera urgente.
Esta nueva epidemia del virus del ébola se ha convertido en la peor de la historia de la República Democrática del Congo y en la segunda peor de la historia mundial, solo por detrás del brote que afectó a África Occidental entre 2013 y 2016.
Desde su surgimiento en agosto de 2018 hasta el final del año, este brote de ébola causó la muerte de 283 personas y se detectaron cerca de 500 casos de contagio. La situación ha empeorado en las últimas semanas, elevando la cifra de muertos por encima de 1.000 en múltiples focos. La tasa de mortalidad, según los datos de la OMS, es del 64%.
En un país como la República Democrática del Congo, con unas tasas de violencia alarmantes, una epidemia de ébola como la de 2013 provocaría una situación dramática.
Por ello, es indispensable evitar la propagación del ébola en los campos de desplazados. ACNUR ha aumentado su presencia en Kivu del Norte, ofreciendo refugio de emergencia y protección a quienes se ven forzados a huir. Una de las prioridades es la reubicación de familias de los centros de tránsito, que están superpoblados y suponen un mayor riesgo de contagio, a nuevos asentamientos.
Además, ACNUR trabaja en la prevención a través de medidas de higiene que evitan el contagio del ébola y medidas sanitarias como la realización de chequeos médicos para detectar los posibles casos en su fase inicial.
La falta de fondos, junto con la inseguridad en la zona, es el mayor obstáculo para frenar el ébola en Congo. Sólo el 17% de los fondos necesarios para esta emergencia han sido recaudados, pero todavía estamos a tiempo de evitar que la epidemia de 2013 se repita.