Nuevo comienzo en las escuelas de Trinidad y Tobago para la infancia refugiada venezolana

Hasta hace poco, los niños y niñas venezolanas refugiadas y migrantes no podían acceder a las escuelas estatales en Trinidad y Tobago. Un cambio en la legislación respaldado por Naciones Unidas ha permitido que decenas de ellos puedan acceder al sistema educativo estatal, abriendo puertas a un futuro más prometedor.

El pasado septiembre 60 niñas y niños venezolanos refugiados y migrantes cruzaron por primera vez las puertas de una escuela pública en Trinidad y Tobago. El hecho de que, por primera vez, estos niños y niñas hayan sido admitidos en las escuelas estatales supone un hito significativo en el cumplimiento del compromiso del país de cumplir plenamente sus obligaciones en virtud de la Convención sobre los Derechos del Niño. Este logro ha sido posible gracias a la modificación de las reglas migratorias en julio de 2023, anunciada por el Ministro de Relaciones Exteriores en colaboración con organismos de la ONU.

El ingreso al sistema educativo público requería cumplir con criterios específicos, como presentar certificados de nacimiento traducidos y registros de vacunación. A pesar de estos avances, más de 2.000 niñas y niños refugiados y migrantes aún permanecen excluidos de las aulas, lo que subraya la necesidad de ampliar los esfuerzos de inclusión.

Además de garantizar los derechos de los niños refugiados, la educación inclusiva podría beneficiar a Trinidad y Tobago en múltiples niveles. Según Desery Jordan-Whiskey, funcionaria de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), “Estos jóvenes, si se quedan en Trinidad y Tobago, estarán adecuadamente preparados para ingresar a la fuerza laboral de este país, llenando vacíos en el mercado laboral y contribuyendo a la innovación y la sostenibilidad”.

La inclusión de niños de habla hispana también ofrece una oportunidad única para que los estudiantes locales aprendan un segundo idioma y se enriquezcan culturalmente. “Es un intercambio que beneficia a todos,” destacó Jordan-Whiskey.

Tal y como dice Amanda Solano, jefa de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en el país: “La educación es una herramienta que une necesidades humanitarias inmediatas y los objetivos de desarrollo sostenible a largo plazo.”

Para apoyar la transición, el Grupo de Trabajo en Educación (EWG, por sus siglas en inglés), liderado por múltiples agencias de la ONU, trabaja en colaboración con el Gobierno de Trinidad y Tobago para abordar los desafíos logísticos y de capacitación necesarios para incluir a más estudiantes refugiados.

Entre las iniciativas destacadas se encuentran:

• Espacios Amigables para la Infancia: UNICEF y ACNUR ofrecen entornos de aprendizaje informal mientras los niños esperan ser admitidos en escuelas públicas.
• Evaluación de habilidades lingüísticas: la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), en colaboración con la Universidad de las Indias Occidentales, realiza pruebas de dominio del inglés.
• Apoyo económico y material: desde materiales escolares y mochilas proporcionados por ACNUR, hasta subvenciones de UNICEF para cubrir uniformes, libros y transporte.

Además, para aquellos que no logran acceder al sistema formal, existen programas alternativos como el Heroes Development Program que ofrecen habilidades para la vida y apoyo educativo.

El objetivo de las Naciones Unidas y sus socios es ampliar la admisión al sistema educativo estatal para el año académico 2025-2026, permitiendo que más niñas y niños refugiados como Astrid puedan escribir un nuevo capítulo en sus vidas.

“Cada aula que abre sus puertas es un paso hacia una sociedad más inclusiva y próspera,” concluyó Solano, reiterando el compromiso de la ONU con la educación como un derecho humano fundamental y una herramienta de transformación social.