Líbano es el país que acoge al mayor número de personas refugiadas per cápita en todo el mundo, con una estimación del Gobierno de 1,5 millones de refugiados sirios y 11.411 refugiados de otras nacionalidades. Antes de los ataques de esta semana, unos 87.000 refugiados vivían en las provincias del sur de Líbano. Su situación ya era preocupante, ya que, nueve de cada diez personas refugiadas sirias necesitan ayuda humanitaria para cubrir sus necesidades básicas, viviendo en la pobreza extrema.
Las familias refugiadas sirias que huyeron de la guerra en su país ahora vuelven a tener que desplazarse por estos ataques en su país de acogida. Tanto sirios como libaneses huyen a la frontera con Siria y quieren cruzar a un país que sigue inmerso en un conflicto prolongado y con una situación socioeconómica muy complicada.
“Líbano está al borde del abismo. La situación en la que se encuentra el mundo es insostenible.”
Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.
ACNUR está presente en el país desde hace 60 años, protegiendo y asistiendo a cientos de miles de personas refugiadas. Durante sus inicios enfocado en refugiados iraquíes, pero a partir de 2011, cuando estalló la crisis en la vecina Siria, la situación cambió ya que cientos de miles de refugiados se vieron obligados a huir a través de la frontera con Líbano. Desde el comienzo del conflicto en Gaza, los enfrentamientos a lo largo de la frontera sur de Líbano han desplazado a decenas de miles de personas, entre ellas refugiadas sirias.
ACNUR está junto a sus socios en los pasos fronterizos, proporcionando alimentos, agua, mantas y colchonetas a los recién llegados. Además, los derivan a los servicios de apoyo disponibles una vez que lleguen a Siria, un país tremendamente castigado por el conflicto prolongado que viven desde 2011.
Coordinan la respuesta de protección para los refugiados en Líbano junto con el Gobierno, otras agencias de la ONU y socios locales e internacionales, beneficiando también a las comunidades de acogida. ACNUR trabaja para ofrecer un refugio digno, así como asistencia económica, educación y servicios de salud a la población refugiada. Su trabajo también incluye actividades relacionadas con el registro y la documentación de la población, así como apoyo psicosocial, protección de la infancia y prevención y respuesta a la violencia de género, y también identifica y remite refugiados para su reasentamiento en terceros países.