Emergencia en Mozambique Emergencia en Mozambique

Emergencia en Mozambique

Ayuda a Mozambique

La intensificación de los ataques y la rápida propagación del conflicto a distritos anteriormente seguros han obligado a decenas de miles de personas a huir por el norte de Mozambique, casi 100.000 solo en las últimas dos semanas. Las familias huyen aterrorizadas mientras grupos armados asaltan aldeas por la noche, quema casas y atacan a civiles. Muchos huyen sin nada; algunos han perdido a sus hijos o han tenido que dejar atrás a familiares mayores en el caos. Para muchos, este es el segundo o tercer desplazamiento este año.

La violencia que comenzó en Cabo Delgado en 2017 ya ha desplazado a 1,3 millones de personas. En 2025, los ataques se han intensificado y se han extendido más allá de Cabo Delgado, a la provincia de Nampula, amenazando a las comunidades que albergaban a familias desplazadas.

Además, las familias también se enfrentan a ciclones, inundaciones y sequías prolongadas, lo que agrava la inseguridad alimentaria y limita el acceso a los servicios básicos.

Mozambique no es un país del que se hable mucho, pero su población está sufriendo y necesitan ayuda. Por favor, colabora.

¿Qué está pasando en Mozambique?

Desde el inicio de la violencia en Cabo Delgado en 2017, más de 1,3 millones de personas han sido desplazadas en Mozambique, un país que además acoge a más de 25.000 refugiados y solicitantes de asilo. Un tercio de esta población vive en el asentamiento de Maratane, en Nampula, mientras que el resto se ha establecido en áreas urbanas y rurales.

Tras las elecciones de octubre de 2024, estalló una nueva ola de violencia que, durante 2025, se ha intensificado y extendido más allá de Cabo Delgado hasta la provincia de Nampula. Esto ha puesto en riesgo a comunidades que previamente habían recibido a familias desplazadas. Muchos civiles han llegado a asentamientos improvisados (escuelas o espacios abiertos) sin documentos ni acceso a servicios básicos, después de caminar durante días bajo un miedo constante. Las mujeres y las niñas enfrentan mayores riesgos de explotación y abuso; las personas mayores y con discapacidad se ven obligadas a permanecer en refugios abarrotados e inaccesibles. Los niños llegan exhaustos y traumatizados, algunos separados de sus familias o completamente solos, y varios presentan desnutrición. Además, los niños enfrentan un riesgo creciente de trabajo infantil, matrimonio precoz y reclutamiento forzado.

Las necesidades humanitarias crecen a un ritmo sin precedentes, mientras que los esfuerzos colectivos están lejos de responder a la magnitud de la crisis. El aumento repentino del desplazamiento, sumado a la falta de fondos hacia el final del año, ha puesto gran presión sobre servicios esenciales como protección, alojamiento, agua y saneamiento.

La violencia ha generado un clima generalizado de miedo e inestabilidad. Muchas de las personas ahora desplazadas ya habían acogido previamente a quienes huían del conflicto, y hoy ellas mismas se encuentran nuevamente desarraigadas.

La intensificación de los ataques y la rápida expansión del conflicto hacia distritos antes considerados seguros han obligado a decenas de miles de personas a huir en el norte del país, casi 100.000 solo en las últimas dos semanas. Las familias relatan haber escapado aterrorizadas mientras grupos armados atacaban aldeas durante la noche, quemando viviendas y agrediendo a civiles. Muchos huyeron sin pertenencias; algunos perdieron a sus hijos en el caos o se vieron obligados a dejar atrás a familiares ancianos. Para numerosos hogares, este es ya su segundo o incluso tercer desplazamiento en lo que va del año.

madre e hijo mozambique
Foto: © ACNUR / Isadora Zoni.

Hambre y cambio climático

Estos disturbios empeoran la calamitosa situación en la que ya se encontraba el país por la violencia, la crisis climática y el hambre. Más de 3,3 millones de personas sufren inseguridad alimentaria en todo el país, de las cuales 1,2 se encuentran en Cabo Delgado y Nampula.

Además, Mozambique es uno de los países que más sufren las consecuencias de la crisis climática. Además de la violencia, las familias enfrentan desastres naturales como ciclones, inundaciones y sequías prolongadas, lo que agrava aún más la inseguridad alimentaria y limita el acceso a servicios esenciales. Ejemplo de ello fue la tormenta tropical Filipo que en marzo de 2024 dejó lluvias torrenciales y fuertes vientos en el centro y sur del país y más de 93.000 personas se vieron afectadas. Después llegó el ciclón Chido en diciembre de ese mismo año que tuvo devastadores efectos para la población.

Ahora, la escalada de violencia coincide con la temporada de ciclones de alto riesgo en Mozambique, con pronósticos de hasta 14 tormentas tropicales, incluyendo seis ciclones.

Foto: © ACNUR / Isadora Zoni.

¿Qué está haciendo ACNUR en el país?

ACNUR está presente en Mozambique desde la década de 1980 y a día de hoy sigue trabajando de manera estrecha con las autoridades locales, socios humanitarios y comunidades de acogida para cubrir las necesidades urgentes de la población. Brinda refugio, protección, alojamiento, acceso a agua pota y ayuda esencial (colchonetas, mantas y utensilios de cocina) a las personas que lo necesitan, especialmente a las más vulnerables como mujeres, menores o que precisan de asistencia específica.

ACNUR y sus socios continúan apoyando a las poblaciones desplazadas y a las comunidades de acogida en el norte del país. Se han establecido puntos de ayuda para identificar a las personas con necesidades específicas, brindar asesoramiento y apoyo en salud mental, distribuir kits de dignidad y dispositivos de movilidad, y ayudar a las familias a reemplazar sus documentos civiles perdidos, en coordinación con las autoridades locales.