Hasta el 26 de noviembre, las autoridades sanitarias libanesas informan de que 3.768 personas han muerto desde el 8 de octubre de 2023, y otras 15.699 han resultado heridas, entre ellas 706 mujeres y 240 niños. Entre las víctimas también hay 222 trabajadores sanitarios, 33 de los cuales resultaron heridos.
Además, el Gobierno libanés calcula que hay 1,3 millones de personas desplazadas, muchas de las cuales han tenido que huir rápidamente con lo puesto. A fecha de 25 de noviembre, la Organización Internacional Para las Migraciones (OIM) informa de que 899.725 personas han sido desplazadas internamente, incluidos más de 100.000 refugiados que son desplazados secundarios. Se estima que 562.000 personas huyeron a Siria (63% sirios y 27% libaneses) y 39.071 a Irak.
Líbano es el país que acoge al mayor número de personas refugiadas per cápita en todo el mundo, con una estimación del Gobierno de 1,5 millones de refugiados sirios. Su situación ya era preocupante, ya que, nueve de cada diez personas refugiadas sirias necesitan ayuda humanitaria para cubrir sus necesidades básicas, viviendo en la pobreza extrema.
Tras estos ataques, tanto sirios como libaneses tuvieron que huir a la frontera con Siria y quieren cruzar a un país que sigue inmerso en un conflicto prolongado y con una situación socioeconómica muy complicada. Las familias, en su mayoría mujeres, niños y niñas huyen desesperadas en coches o en ocasiones a pie, llevando consigo lo que pueden.
“Líbano está al borde del abismo. La situación en la que se encuentra el mundo es insostenible.”
Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.
ACNUR está presente en el país desde hace 60 años, protegiendo y asistiendo a cientos de miles de personas refugiadas. Durante sus inicios enfocado en refugiados iraquíes, pero a partir de 2011, cuando estalló la crisis en la vecina Siria, la situación cambió ya que cientos de miles de refugiados se vieron obligados a huir a través de la frontera con Líbano. Desde el comienzo del conflicto en Gaza, los enfrentamientos a lo largo de la frontera sur de Líbano han desplazado a decenas de miles de personas, entre ellas refugiadas sirias.
Desde el inicio del conflicto en octubre de 2023, ACNUR ha estado proporcionando alimentos, agua, mantas, lámparas solares, bidones y colchones. Además, ACNUR ha ampliado su red de hospitales en el sur y en Bekaa para facilitar el acceso de los afectados a la atención sanitaria. Además, proporciona asistencia y apoyo psicosocial a las familias de los refugiados fallecidos tras evaluar sus necesidades.
En Líbano, ACNUR sigue prestando un apoyo fundamental tanto a las personas refugiadas como a los libaneses desplazados en todo el país. ACNUR ha distribuido miles de artículos de primera necesidad, incluidos colchones, mantas, colchonetas, lámparas solares y utensilios de cocina. La organización también está ampliando su asistencia en efectivo para apoyar a las familias desplazadas, además de entregar equipo de traumatología al Ministerio de Salud Pública y almacenando material médico para apoyar la respuesta de emergencia de los hospitales.
En Siria, se han distribuido más de 17.000 kits de invierno a las familias recién llegadas desde el comienzo de la afluencia, y unas 52.600 personas han recibido ayuda en efectivo para la protección de emergencia a fin de atender necesidades de protección específicas. En Siria, los socios humanitarios están intensificando sus esfuerzos para ayudar tanto a las familias sirias como a las libanesas que cruzan la frontera. Para atender las necesidades de las familias más vulnerables que llegan a Siria, ACNUR, en coordinación con la Media Luna Roja Árabe Siria (SARC, por sus siglas en inglés), ha facilitado transporte de más de 22.000 personas.
Con el invierno a las puertas y la previsión de que las temperaturas sigan descendiendo, es esencial preparar a las familias para la llegada del frío. Las operaciones de ACNUR en ambos países tienen como prioridad la preparación para el invierno y la ayuda a la construcción de refugios. Es fundamental que las familias desplazadas puedan mantenerse calientes y reducir el riesgo de hipotermia e infecciones respiratorias, entre otros problemas.