Con solo ocho años, esta pequeña llamada Umme Salma y su hermana, de cuatro años, perdieron a sus padres. Tras ser asesinados en la última oleada de violencia en Myanmar, tuvieron que huir solas, con un fardo de ropa sobre su cabeza. En el camino, se encontraron con Rabiaa, su prima, quien decidió hacerse cargo de ellas. A sus 18 años, se convirtió de repente en cabeza de familia.
El suyo no es un caso aislado. Umme es uno de los miles de menores no acompañados rohingya que se han quedado solos durante la huida. Muchos de ellos tienen que hacerse cargo de hermanos y familiares antes de cumplir la mayoría de edad.
En otros países como Etiopía, miles de niños llegan cada año huyendo de ser reclutados como niños soldado, trabajadores forzosos o incluso esclavos sexuales.
ACNUR trabaja para darles protección, comida, refugio, pero la falta de fondos, solo cubiertos en un 21% para los rohingya, hace que se necesite urgentemente enviar más ayuda.