Cerca de la mitad de las personas refugiadas son mujeres y niñas. Muchas de ellas han tenido que huir solo por el hecho de ser mujeres. En el camino, los peligros para ellas se multiplican.
Los riesgos de ser mujer y refugiada
Mujeres y niñas de todo el mundo se convierten cada día en refugiadas. Según el Informe de ACNUR Tendencias Globales de Desplazamiento 2020, en la actualidad las mujeres y niñas refugiadas representan el 47 % de la población refugiada y el 52 % de las personas desplazadas internamente. Muchas de ellas han huido de prácticas tan atroces como la mutilación genital femenina. Otras, de conflictos armados o guerras. En el camino todas tienen algo en común: el peligro de caer en redes de tráfico sexual, de ser forzadas a casarse, secuestradas o violadas es mucho mayor que en el caso de los hombres. Los riesgos a los que se exponen antes, durante y después de la huida son enormes. Solo por su género, por ser mujeres.
Además, los conflictos las separan de sus maridos y familiares, teniendo que afrontar en solitario y en el exilio toda la responsabilidad y el cuidado familiar.
Cuando una niña se convierte en refugiada, tendrá la mitad de posibilidades de cursar educación secundaria. Según la UNESCO, si todas las niñas completasen sus estudios de educación secundaria los matrimonios infantiles caerían un 64%. Sin educación, la brecha de género se perpetúa.
Hoy, podemos hacer algo por ellas.
ACNUR las protege
ACNUR pone el foco en ellas y trabaja para ofrecerles la asistencia, el apoyo y la protección que necesitan. Planifica todas sus operaciones con un enfoque de género y se esfuerza por ofrecerles acceso a formación y capacitación para que puedan construir un futuro mejor para ellas y sus familias. La Agencia trabaja con la comunidad para generar conciencia de la necesidad de igualdad y participación activa de las mujeres en el funcionamiento de los campos y la toma de decisiones.