Cuando has tenido que huir de tu hogar, cuando estás a la intemperie, cuando apenas llueve, cuando no tienes ni agua para beber... tu vida se puede convertir en un infierno. Esto es lo que le ocurre a millones de personas refugiadas y desplazadas en el mundo.
Las regiones más afectadas por el clima extremo, como el Cuerno de África, están viviendo una de las peores crisis humanitarias de las últimas décadas. La falta de lluvias, cosechas perdidas y escasez de agua están obligando a miles de familias a huir en busca de seguridad, agua, alimento y esperanza. Pero donde llegan, muchas veces no hay nada. Ni agua. Ni comida. Ni refugio.
ACNUR trabaja incansablemente para que las personas refugiadas y desplazadas tengan acceso al agua potable en cantidades suficientes para poder llevar una vida digna en los campos de refugiados. Ayúdanos a poder seguir haciéndolo.
Nafiso Ibrahim, de 11 años, abandonó Somalia con su familia durante la peor sequía de 2022. Actualmente, su familia reside en el campo de refugiados de Dagahaley en Dadaab (Kenia), donde se encuentran entre los miles de personas refugiadas que reciben ayuda de ACNUR y sus socios.
Kenia sigue siendo uno de los principales países de África que acogen a personas refugiadas. Alberga a más de 853.000 refugiados, principalmente en Dadaab y Kakuma. El país ha experimentado un aumento de las oleadas de desplazamientos debido a la intensificación de la crisis climática, lo que contribuye a la inseguridad alimentaria, las tensiones y los ciclos de conflicto en los países vecinos.
La región de Cuerno de África sufre las graves consecuencias de la sequía cada año que afectan la vida de millones de desplazados y comunidades locales en Etiopía, Kenia y Somalia. Aunque la asistencia humanitaria salva muchas vidas, las limitaciones de financiación siguen amenazando con revertir los avances logrados.