Naamat ha vivido muchas vidas en una, pero en ninguna de ellas ha podido ser niña. Era un bebe cuando comenzó la guerra en su país. En sus primeros recuerdos, la guerra ya estaba presente. Con 4 años llegó a Jordania con su familia, escapando del horror. En este país han encontrado tranquilidad y oportunidades, pero no ha recuperado la infancia que perdió por culpa del conflicto.
La precaria situación en la que viven millones de refugiados después de diez años de guerra están dando lugar a matrimonios precoces, a casos de trabajo infantil y a que niños como Naamat asuman tareas domésticas a una edad tan temprana: “Tengo que apoyar a mis padres y a mis hermanos. Ellos no tienen a nadie más que a mí”, dice.
“Mi hermano pequeño no me llama hermana, me llama mamá”.
Naamat
Por sus circunstancias familiares, Naamat asume responsabilidades que no se corresponden con su edad. Su padre está enfermo y traumatizado por la guerra; su madre, Fátima, trabaja limpiando casas. Por eso, es ella quien se hace cargo de todas las labores del hogar y cuida de sus hermanos. Cada mañana le cambia el pañal al pequeño, hace el desayuno y prepara a sus otros dos hermanos. Después, limpia la casa y se van al colegio.
Jordania ofrece a la infancia siria refugiada acceso gratuito a la educación. En este país el porcentaje de niños que salen a trabajar en lugar de asistir a la escuela ha pasado del 1% en 2019 a más del 13% en 2020, por la pérdida de medios de vida derivada de la crisis sanitaria por la COVID-19. ACNUR proporciona ayudas económicas para que las familias refugiadas puedan pagar el autobús que lleva a los niños al colegio o adquirir productos básicos. Precisamente, es en la educación donde Naamat deposita todos sus sueños y expectativas de futuro. La guerra le robó la infancia, pero la educación puede brindarle un futuro.
5 millones
de niños sirios refugiados y desplazados.
+ de 2,8
millones de niños sirios desplazados y refugiados no van a la escuela, según UNICEF.
1 de cada 3
escuelas en Siria no están operativas por haber sido dañadas, destruidas o usadas con otros fines.
Una generación entera de niños sirios ha perdido años de escuela y se ha visto privada de servicios básicos de salud y de protección. Naamat es una de los 5 millones de niños y niñas sirios que se encuentran desplazados en su país o refugiados en países vecinos, como Jordania, Líbano o Turquía. Aunque la guerra continúa, la educación sigue siendo un faro para millones de niños sirios y un derecho que debe ser protegido y garantizado.
Antes de la pandemia de COVID-19, más de un tercio de la infancia siria refugiada en edad escolar no tenía acceso a la educación. En 2020, el número de niños refugiados sirios que asistieron a la escuela disminuyó con respecto a 2019.
Naamat destaca en la escuela y es la mejor de su clase. No quiere casarse joven y quiere ser piloto cuando sea mayor. En la escuela, Naamat pude ser una niña, formarse y soñar.
“Perdí parte de mi infancia, pero al menos me queda la educación para labrarme un futuro”.
Naamat
ACNUR presta ayuda y asistencia a las personas refugiadas y desplazadas internas sirias y a los países de acogida desde que comenzó la guerra en 2011, y seguirá proporcionando protección y asistencia básica a todas las personas en situación de necesidad, especialmente a la infancia.
Aunque países como Turquía, Líbano y Jordania han abierto sus puertas a las personas que huyen de los bombardeos en Siria, la ayuda humanitaria escasea tras años de guerra. La infancia siria desplazada es una población vulnerable y es especialmente importante atender sus necesidades.