El terremoto alcanzó una magnitud de 7,8 en la escala de Ritcher y provocó 55.000 personas fallecidas, 100.000 heridas y miles de desaparecidas. El epicentro tuvo lugar en provincia de Kahramanmaras, en el sureste de Turquía, cerca de la ciudad turca de Gaziantep, a unos 100 km de la frontera con Siria. El terremoto también afectó al noroeste de Siria, especialmente en las regiones de Alepo, Idleb, Latakia y Hama.
Además de las pérdidas humanas, miles de viviendas e infraestructuras públicas fueron destruidas o gravemente dañadas. Aunque el primer temblor fue el 6 de febrero de 2023 hubo varias réplicas que se prolongaron en el tiempo hasta el 20 de febrero que tuvo lugar una en la provincia de Hatay, al sur del Turquía. Precisamente en esta provincia vivía Tawfiq Bassam Al-Dekhan, superviviente de los seísmos que lo perdió todo y tuvo que trasladarse a una zona de acampada junto a su familia. Llegaron a Turquía hace 11 años huyendo de la guerra de Siria: "Tengo dos niñas y un niño, y mi mujer está embarazada de un varón. En cuanto al futuro, espero un futuro mejor para ellos. Ningún padre desea otra cosa que lo mejor para sus hijos". Para Tawfiq Bassam Al-Dekhan, conseguir que sus hijos vayan a la escuela tras los seísmos está siendo todo un reto y tiene claro que educar a sus hijos es clave para que tengan un futuro mejor.
Tawfiq Bassam Al-Dekhan y su hija. Foto: © ACNUR/Can Bildik.
Esta es tan solo una historia de las muchas que hay en Turquía y en Siria. La situación, aunque haya pasado un año, sigue siendo de extrema necesidad. Miles de personas siguen sin hogar en una estación muy complicada por las bajas temperaturas. Especialmente vulnerables son las personas desplazadas y refugiadas sirias que han tenido que dejar sus hogares por un conflicto que no parece tener fin.
Cuando tuvo lugar el terremoto el 6 de febrero de 2023, ACNUR ya tenía equipos trabajando en la región, apoyando a las familias desplazadas por el conflicto sirio, por lo que pudieron proporcionar ayuda de emergencia inmediatamente. Gracias al apoyo de socios/as y donantes, ACNUR pudo distribuir artículos esenciales como mantas térmicas, colchones, tiendas de campaña, colchonetas, utensilios de cocina y paquetes de alimentos. Este tipo de artículos son cruciales para las familias, especialmente en estaciones tan duras como el invierno.
Miles de familias perdieron todo a causa del seísmo: sus casas, sus seres queridos, sus medios de subsistencia... Un año después, esas familias sigue necesitando asistencia básica, como alojamiento adecuado, saneamiento y acceso a atención sanitaria. La situación sigue siendo desesperada en estos países:
Este país que lleva 13 años sumido en un conflicto que ha dejado más de 5 millones de personas refugiadas. A esta situación se le sumó, el año pasado, la tragedia del terremoto que complicó mucho más su situación. En su momento, se estimó que había más de 5,3 millones de personas afectadas por el seísmo. En el noroeste de Siria, dos tercios de la población ya han sido desplazados varias veces debido un conflicto que se está prolongando mucho en el tiempo. Además de la distribución de artículos básicos, ACNUR ha estado prestando apoyo psicosocial, protección infantil, asistencia a las supervivientes de violencia de género y apoyo legal a las comunidades afectadas.
Este país acoge a la mayor población de refugiados del mundo por octavo año consecutivo, con unos 4 millones de refugiados y solicitantes de asilo bajo protección temporal e internacional, de los cuales más de 3 millones son sirios. Las provincias más afectadas por los seísmos son zonas donde viven un gran número de refugiados. Los centros de alojamiento temporal, que se construyeron tras el terremoto por parte de ACNUR y sus socios, albergaban alrededor del 1,5% de los refugiados sirios del país y están ubicados en varias provincias afectadas por los seísmos. ACNUR trabaja en colaboración con las autoridades turcas y otras agencias de la ONU para seguir apoyando a la población que lo necesita.
"El nivel de destrucción y devastación es impactante y en muchos lugares es apocalíptico. Es fundamental pensar en los esfuerzos a largo plazo y apoyarlos, se necesita mucha más ayuda humanitaria y recursos de recuperación temprana para que las personas puedan comenzar a reconstruir sus vidas y medios de subsistencia".
Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.