Nadie elige ser una persona refugiada. Nadie quiere serlo. Porque el hecho de ser una persona refugiada o desplazada implica una huida obligada, involuntaria. Porque cuando una guerra llega a tu puerta, no te queda otra opción que huir. Cuando un inundación o un terremoto se lleva tu casa, no te queda otra que buscar un refugio seguro.
Porque cuando estás amenazado, cuando tus derechos fundamentales están en peligro, cuando no tienes un plato de comida que ofrecer a tus hijos, cuando no tienes agua... no tienes otra opción que huir y buscar algo mejor para tu familia y para ti.
En el mundo 120 millones de personas que se han visto forzadas a huir de sus hogares. 120 millones de historias, de personas que de un día para su vida cambió radicalmente. Sin elegirlo, sin quererlo.
De todas estas personas que huyen, hay que distinguir entre personas desplazadas, refugiadas y apátridas. Te explicamos la diferencia entre cada una de ellas.
ACNUR está ahí para ayudar y proteger a esas personas que han huido de su hogar. Miles de trabajadores en todo el mundo, de los cuales aproximadamente el 90% se encuentra en el terreno, están presentes en 135 países para procurar que los derechos humanos sean respetados.
Están ahí para dar refugio, alimentos, agua, artículos de primera necesidad... pero también para protegerles de las amenazas, para darles educación, para ofrecer soluciones duraderas para que puedan regresar a sus lugares de origen si las condiciones lo permiten o intentando que se integren en los países de acogida.
Así que aunque de un día para otro la vida de millones de personas cambie al dejar sus hogares, ACNUR está ahí.
En un solo día ACNUR ayuda a salvar vidas. Nuestra rápida respuesta en emergencias humanitarias es vital y lo es gracias a socios y donantes que nos permiten llegar a tiempo.
Ayúdanos a estar ahí cuando ocurra lo peor.