Cuando has tenido que huir de tu hogar, cuando estás a la intemperie, cuando apenas llueve, cuando no tienes ni agua para beber... tu vida se puede convertir en un infierno. Esto es lo que le ocurre a millones de personas refugiadas y desplazadas en el mundo.
Disponer de agua potable a menos de 1 kilómetro de casa es un sueño para muchas de ellas. Tener acceso a agua potable evita enfermedades, permite a las mujeres trabajar y a los niños ir al colegio, en lugar de pasar hasta 6 horas al día en búsqueda de agua.
El agua es imprescindible para vivir y millones de personas no tienen acceso a ella. Ayúdanos a que esto cambie.
+ de 500.000
niños y niñas menores de 9 años mueren cada año de diarrea como consecuencia de la contaminación del agua potable.
1/2 población
mundial vivirá en zonas con escasez de agua de aquí a 2025.
2000 millones
de personas se abastecen de una fuente de agua potable contaminada por heces.
Reducir los riesgos para la salud y promover unas condiciones de vida digna son los principales objetivos del trabajo de ACNUR en materia de agua y saneamiento. ACNUR trabaja incansablemente para que todos las personas refugiadas y desplazadas tengan acceso al agua potable en cantidades suficientes para poder llevar una vida digna en los campos de refugiados. Estas son algunas acciones que llevan a cabo:
Hajira Abdullaji, somalí de 33 años, lleva dos bidones de 20 litros a un grifo situado a pocos metros de su refugio en el campo de refugiados de Dagahaley, en Kenia. La mayoría de personas refugiadas que han llegado, escapaban de la sequía que asolaba Somalia. ACNUR y sus socios siguen proporcionando ayuda humanitaria, incluido el acceso a agua potable.
Kenia es uno de los principales países de acogida de refugiados en África y actualmente acoge a más de 630.000, principalmente en Dadaab y Kakuma. El país ha sido testigo de un aumento de los desplazamientos debido a los fenómenos climáticos extremos, lo que ha contribuido a la inseguridad alimentaria, las tensiones y los ciclos de conflicto en los países vecinos. En el Cuerno de África, aunque por fin volvió a llover en mayo, los efectos de una grave sequía, la peor en décadas, siguen afectando a las vidas de millones de desplazados y comunidades locales en Etiopía, Kenia y Somalia.
Foto: © ACNUR/Samuel Otieno.
Sabra Mahamat, comerciante de alimentos de El Geneina (Sudán), vio su mundo trastocado en noviembre de 2023 cuando la intensificación de los enfrentamientos en su país la obligaron a ella y a su familia a huir a pie a Chad, soportando más de siete agotadoras horas bajo un sol abrasador. Tras llegar a Chad, pasaron meses en el centro de tránsito de Ambelia, en la frontera, antes de ser reubicados en la ampliación del centro de refugiados de Farchana en mayo de 2024.
Ahora en Farchana, Sabra y su familia recibieron un refugio de emergencia. "Ahora tenemos mucha más privacidad y seguridad, y empezamos a sentirnos como en casa", dijo Sabra. También destacó la mejora del acceso al agua en la frontera no tenían acceso regular al agua y ahora viven a menos de 30 metros del pozo y del punto de agua.
Para Sabra y su familia, el agua es fuente de vida. Significa estabilidad, esperanza y un nuevo comienzo tras meses de incertidumbre y penurias. Un mejor acceso al agua potable no sólo garantiza su supervivencia, sino que les permite reconstruir sus vidas con una sensación de normalidad y seguridad.
Foto: © ACNUR/Ying Hu
"En la frontera no teníamos acceso regular al agua. Ahora vivimos a menos de 30 metros del pozo y del punto de agua. Mi hija mayor y yo podemos ir fácilmente a buscar agua todos los días."
Sabra Mahamat, refugiada sudanesa en Chad