El desplazamiento forzado es una circunstancia que tiene numerosos efectos negativos, sobre todo en aquellas personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Es el caso de los niñ...
El desplazamiento forzado es una circunstancia que tiene numerosos efectos negativos, sobre todo en aquellas personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Es el caso de los niños, especialmente los de 5 a 12 años, que pueden llegar a sufrir consecuencias psicológicas como el miedo o la ansiedad.
En el último año y a causa de los conflictos armados, un promedio de 20 personas por minuto se vieron obligadas a dejar su hogar y a buscar protección en lugares seguros, tanto en su propio país como fuera de él.
Según datos de ACNUR, cerca del 51% de los refugiados en el mundo son niños. Su dependencia de los adultos y la falta de conciencia y comprensión de lo que sucede a su alrededor los hace especialmente vulnerables en las situaciones de crisis humanitarias.
Muchos de ellos son los principales damnificados por las duras condiciones de las rutas que deben emprender las familias cuando huyen de sus hogares, las cuales son por lo general inciertas, largas, inseguras y ponen en peligro su integridad y sus derechos.
"Cuando sigues este camino, sabes que estás poniendo tu vida en peligro", afirma Rodrigo Barrera, un menor hondureño que huyó de su país debido a la violencia y se desplazó a México con el la intención de cruzar la frontera norte y llegar a Estados Unidos.
En algunos casos, por ejemplo, los menores —especialmente las niñas— son víctimas de abusos sexuales por parte de terceros. También suelen ser el blanco idóneo para los grupos armados de algunas zonas del mundo, que los convierten en soldados de guerra o en esclavos sexuales.
"Los niños y los jóvenes queremos un ambiente libre de maltrato, de violencia y de drogas", afirma Carolina, una de las 7,2 millones de víctimas del desplazamiento interno en Colombia.
Durante una situación de desplazamiento forzado, la salud mental de las personas suele verse seriamente afectada, sobre todo entre los niños de 5 a 12 años, un rango de edad clave para el crecimiento, el desarrollo, la identidad y la formación del carácter.
Por lo general, los niños refugiados se ven obligados a vivir situaciones y experiencias impropias de su edad, lo cual requiere un acompañamiento de profesionales de la psicología, el trabajo social y la pedagogía infantil.
Sin embargo, muchas veces esa atención no es posible por las condiciones del terreno o por la falta de recursos en los campos de refugiados y los centros de acogida, lo cual impide que los problemas derivados del desplazamiento puedan recibir el tratamiento adecuado.
La ansiedad que experimentan los niños en una situación de este tipo se debe a la falta de seguridad en los entornos en los que se desenvuelven a diario y a la incertidumbre de las rutas que emprenden en busca de zonas más seguras. No obstante, esta no es la única consecuencia. Veamos otras que guardan estrecha relación con ella:
La atención a los niños es uno de los puntos centrales de los programas de acogida que lleva a cabo ACNUR en distintas zonas del mundo. En ellos se incluyen elementos como la asistencia psicológica, el acceso a la educación y la alimentación, entre otros.
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