Lisette tiene 20 años. Nació y se crió en Costa de Marfil, pero hoy se siente invisible. Trabaja vendiendo grano en el mercado local de una localidad llamada Zuenoula, pero...
Lisette tiene 20 años. Nació y se crió en Costa de Marfil, pero hoy se siente invisible. Trabaja vendiendo grano en el mercado local de una localidad llamada Zuenoula, pero no dispone de ningún documento que pruebe dónde ha nacido, así que, como a otros apátridas, no se le reconoce como ciudadano, y sus derechos morales y fundamentales están en peligro. De hecho, al menos 750.000 personas se encuentran en esta situación en África Occidental, aunque en ACNUR creemos que podrían llegar a ser muchos más, a falta de datos oficiales.
Las miles de personas que se encuentran en esta situación no pueden inscribirse en una escuela, abrir una cuenta bancaria, adquirir una propiedad, acceder a un servicio de salud ni siquiera casarse. Por ello, están más expuestos a la discriminación, explotación y violación de sus derechos morales y fundamentales. Hemos escuchado la historia de Lisette, pero no es la única. Estos son otros testimonios de apátridas en África Occidental:
Tiene 72 años y trabaja con sus 15 hijos en Costa de Marfil cultivando campos de arroz. Él nació en Burkina Faso, pero se trasladó a ese país cuando en la década de los 60 ambos se declararon independientes para cultivar cacao. Nunca tuvo en su poder un certificado de nacimiento o un documento de identificación nacional, y aunque trató de solicitar una tarjeta consular en su país de origen, se le denegó por no contar con la necesaria acreditación. Ahora, Pascal tiene miedo de salir de su pueblo sin nada que demuestre quién es por si lo detienen o arrestan. Para él, el no poder salir de su pueblo es un ejemplo de confinamiento por falta de nacionalidad.
Nuestra siguiente protagonista también tiene una edad avanzada y nació en Burkina Faso. Se trasladó a Costa de Marfil en la década de los 40, a una localidad llamada Saria, donde el 90% de la población es originaria de ese país. Ahora se sabe que es así, pero hasta hace poco tiempo sus habitantes no poseían ningún documento que indicase que habían nacido en Burkina Faso. Muchas personas como Nana sufrieron algún tipo de discriminación en Costa de Marfil por no poder demostrar de dónde vienen.
Ella también se trasladó en la década de los 50 desde Burkina Faso y tampoco posee identificación. Sin ella, no puede unirse a una cooperativa agrícola de cultivo de arroz para ampliar su producción, así que trabaja solo para subsistir. Además, sus hijos se encuentran en un alto riesgo de apatridia por su condición.
Nuestra última historia es algo más esperanzadora. Abou, de 24 años, enseña orgulloso su tarjeta de identificación de Senegal, que consiguió con la ayuda de una agencia que se encargó de los trámites al encontrarlo en las calles de Dakar sin ningún recurso. Nuestro protagonista trabajó durante años explotado en los campos agrícolas de Saint-Louis, al norte de Senegal, porque no lo habían inscrito al nacer. Logró escapar, pero sin nacionalidad y recursos no podía vivir de forma digna. Ahora puede disfrutar de sus derechos.
En este post te hemos contado la historia de cinco personas cuyos derechos fundamentales y morales se ven afectados a causa de la falta de identificación. La apatridia es muy común en África occidental, y miles de personas se ven en riesgo de exclusión por no poder demostrar dónde han nacido.