El 21 de marzo se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, un problema que, lejos de desaparecer, se ha agravado en los últimos años. El racismo, además de ser una de las causas de persecución de minorías étnicas, es un problema añadido para personas refugiadas y solicitantes de asilo en los países de acogida.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en su artículo 1 que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y en el artículo 2 que las personas tiene todos los derechos y libertades proclamados en la Declaración sin distinción alguna de etnia, religión… Sin embargo, la discriminación racial sigue existiendo y afecta, sobre todo, a minorías étnicas (como es el caso de los rohingyas que han tenido que huir de Myanmar a Bangladesh) y a personas refugiadas en los países de destino.
El 21 de marzo de 1960, la policía asesinó a 69 personas en una manifestación pacífica contra la ley de pases del apartheid que se practicaba en Sharpeville, Sudáfrica. Este horrible hecho marcó un antes y un después. En 1965, se elaboró la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial, algo que supuso un paso histórico en la erradicación del racismo en el mundo.
En esa convención, se definió la discriminación racial como toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de linaje y origen nacional o étnico que tenga por objeto anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otro ámbito de la vida pública.
O dicho de una manera más sencilla es la exclusión o trato desigual a una persona o colectivo a causa de su raza. La discriminación racial, racismo o xenofobia son problemas a los que se enfrentan millones de personas de todo el mundo, entre ellas, las refugiadas que han tenido que cruzar las fronteras de su país para llegar a un lugar seguro.
En este 2025 se cumplen 60 años de la Convención contra el racismo bajo el lema de "avances y logros en la lucha contra la discriminación racial". Y es que aquella convención de 1965 supuso un hito histórico porque sentó las bases para futuros avances en materia de protección de los derechos humanos. Un hecho que nos invita a reflexionar sobre lo que se ha logrado hasta ahora pero, también, lo mucho que queda por avanzar. Todavía sigue existiendo discriminación racial en todas las regiones, comunidades y sociedades, por lo que es imprescindible seguir luchando todos para promover la igualdad, el entendimiento y la unidad contra la discriminación racial.
La discriminación racial es un problema global que afecta a diversas partes del mundo, y aunque las manifestaciones específicas varían según el contexto histórico, social y cultural, existen patrones comunes en muchos países.
En muchos países, la existencia de minorías étnicas o la llegada de personas refugiadas provenientes de otros países hacen que estallen situaciones de discriminación racial. Es un miedo al “otro”, a lo que es desconocido y diferente.
Desgraciadamente, hay muchos ejemplos de discriminación racial. Por ejemplo, la sufrió la población siria que llegaba a Grecia, los colombianos que se desplazan a Ecuador y Costa Rica, de las personas que se desplazan de Somalia y Pakistán a Sudáfrica o de los refugiados de Somalia en Kenia. Pero también la discriminación racial se da en países como Estados Unidos, India, Brasil, Israel, Palestina, Francia, Australia, México, Reino Unido o países de Europa del Este, entre otros.
ACNUR actúa contra la discriminación racial en diversos ámbitos:
Sin embargo, siguen existiendo casos de discriminación como el de Faiza Luigi en Sudáfrica. Luigi es una refugiada congoleña que con tan solo 10 años huyó de la violencia de su país para llegar a Sudáfrica. Pero en este país, durante la crisis económica, los extranjeros se convirtieron en chivos expiatorios y Luigi tuvo que esconderse de una muchedumbre armada con palos y machetes coreando lemas anti-extranjeros. Destruyeron su casa y perdió todo. Pero a través de un programa de emergencia financiado por ACNUR consiguieron un apartamento, ayuda económica, ropa, un colchón y cupones para comida. A pesar de lo anterior, Luigi sigue teniendo muchos problemas porque no logra ganar lo suficiente con su negocio.
El caso de Luigi es uno entre miles. Desgraciadamente, las luchas por la igualdad y el respeto de los derechos humanos continúan en muchos países, y la conciencia pública y las políticas de inclusión son cruciales para avanzar hacia un futuro más justo. Y el trabajo de organizaciones como ACNUR es esencial para seguir protegiendo a todas las personas refugiadas que sufran discriminación racial.
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