26,4 millones
de refugiados.
48 millones
de desplazados internos, la cifra más alta registrada y 2,3 millones más que en 2019.
4,1 millones
de solicitantes de asilo.
3,9 millones
de venezolanos desplazados fuera de su país.
El año 2020 será recordado como ningún otro. La pandemia de COVID-19 ha impactado en todos los ámbitos de nuestra vida. Ha causado millones de muertes en todo el mundo y ha provocado sufrimiento humano, recesión económica, restricciones a la movilidad de las personas y enormes limitaciones en nuestra vida diaria.
Aún es pronto para determinar el impacto exacto que ha tenido la crisis sanitaria en el desplazamiento forzado, pero, según los datos de ACNUR, en 2020 se redujeron drásticamente las llegadas de nuevos refugiados y solicitantes de asilo en muchas regiones debido a las restricciones de movimiento.
Muchos países han adaptado sus procedimientos de asilo y han desarrollado sistemas de registro a distancia. A pesar de los esfuerzos, el número de nuevas solicitudes de asilo registradas en todo el mundo durante 2020 descendió un 45 % con respecto a 2019.
En algunos casos, el COVID-19 también puede haber sido un factor que desencadenó movimientos de población en 2020. Por ejemplo, personas desplazadas en Yemen han apuntado la pandemia como motivo de desplazamiento. Al menos, 10.000 personas encuestadas informaron de que la crisis económica por la COVID-19, el impacto que ha tenido en los servicios y el temor a contraer el virus han sido razones para desplazarse desde los focos del virus a zonas menos afectadas de Yemen.
"Detrás de cada número hay una persona obligada a abandonar su hogar y una historia de desplazamiento, despojo y sufrimiento. Merecen nuestra atención y apoyo no sólo con ayuda humanitaria, sino en la búsqueda de soluciones a su difícil situación".
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
86 %
de la población refugiada es acogida por países en desarrollo.
73 %
de los refugiados viven en países vecinos.
68 %
de los refugiados provienen de cinco países.
En concreto, se produjeron 1,5 millones menos de llegadas con respecto a lo que se podría prever en circunstancias no relacionadas con el COVID-19. De esta cifra también se podría deducir que muchas de las personas que sí necesitaron protección durante 2020 quedaron desamparadas debido a la situación excepcional generada por el coronavirus.
Las medidas aplicadas por los gobiernos para limitar la pandemia, las restricciones de movimiento y el cierre de fronteras han agravado la situación de muchas personas que huían de la guerra y la persecución y buscaban seguridad. A finales de mayo, el número de países que imponían restricciones fronterizas sin excepciones para los solicitantes de asilo había alcanzado los 100. No es el caso de Uganda, por ejemplo, que ha aceptado a miles de refugiados de la República Democrática del Congo, tomando las medidas sanitarias necesarias.
3,4 millones
de retornados: 3,2 millones de desplazados internos y 251.000 refugiados (la cifra más baja de la última década).
34.400
refugiados reasentados, un 69 % menos que en 2019.
33.800
refugiados fueron naturalizados en sus países de acogida.
La magnitud y la gravedad de las crisis alimentarias empeoraron en 2020, ya que los conflictos prolongados, el clima extremo y las consecuencias económicas del COVID-19 agravaron algunas situaciones, ya de por sí delicadas.
Las previsiones para 2021 son igualmente preocupantes. Algunas de las peores crisis alimentarias del mundo podrían convertirse en hambrunas. Es el caso de países como Sudán del Sur, Siria y la República Centroafricana, que están también inmersos en crisis de desplazamiento. El Banco Mundial prevé que el número de personas en riesgo de pobreza debido a la COVID-19 aumente hasta alcanzar niveles nunca vistos, con 124 millones de personas viviendo en la pobreza en 2020.
42 %
de la población desplazada a la fuerza en el mundo son niños y niñas.
1 millón
de niños nacieron como refugiados entre 2018 y 2020.
21.000
niños no acompañados solicitaron asilo en 2020.
La niñez es una población especialmente vulnerable durante las crisis de desplazamiento. La protección a la infancia es una tarea especialmente difícil. Unos 21.000 niños no acompañados presentaron nuevas solicitudes de asilo en 2020 frente a las 25.000 de un año antes. Teniendo en cuenta que las nuevas solicitudes de asilo en 2020 se redujeron en un millón debido a la COVID-19, esta cifra es desproporcionadamente alta.
“El hecho de que tantos niños nazcan en el exilio debería ser razón suficiente para hacer un esfuerzo mucho mayor para prevenir y poner fin a los conflictos y la violencia”.
Filippo Grandi.
El cambio climático provoca cada vez más desplazamiento y aumenta la vulnerabilidad de las personas que ya se han visto forzadas a huir. Muchas de las personas desplazadas a la fuerza viven puntos calientes del planeta y en países que están menos preparados para responder a la crisis climática, donde suelen carecer de recursos para adaptarse a un entorno cada vez más hostil.
En 2020, los desastres naturales provocaron 30,7 millones de nuevos desplazamientos internos en el mundo. Esta cifra es la más alta de la década y triplica el número de nuevos desplazados por guerras y conflictos. El 95 % de los desplazamientos por conflictos en 2020 se produjeron en países altamente vulnerables al cambio climático.
La dinámica de la pobreza, la inseguridad alimentaria, el cambio climático, los conflictos y los desplazamientos están cada vez más interconectadas y se refuerzan mutuamente, lo que hace que el número de personas que buscan seguridad y protección aumente. Aprender a abordar estas crisis superpuestas será uno de los grandes retos humanitarios de los próximos años.
“Las soluciones requieren que los líderes mundiales dejen de lado sus diferencias y se centren en prevenir y resolver los conflictos y garantizar el respeto de los derechos humanos".
Filippo Grandi.
Ayuda a los refugiados