El Día Escolar de la No Violencia y la Paz se celebra cada 30 de enero desde 1964. El objetivo es educar a los niños, niñas y adolescentes en los valores que promueven la paz y evitan la guerra, como los derechos humanos, la solidaridad, el entendimiento o la concordia. En esta fecha se conmemora, además, el aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi, ejemplo de la lucha pacífica frente a la injusticia.
En este día, los centros educativos (desde Educación Infantil hasta el Bachillerato) se comprometen en la defensa de la paz y el entendimiento entre personas sean de la procedencia y forma de pensar que sean. El objetivo es que el alumnado adquiera conocimientos, competencias y actitudes que refuercen su desarrollo y aprendizaje como ciudadanos comprometidos con los de derechos de todas las personas.
Cada año, surgen nuevos conflictos o los que están parece que no tienen un final. Por eso, cada vez son más las personas que tienen que huir de su hogar por culpa de la guerra o la violencia. La paz continúa siendo un horizonte difuso en muchas partes del planeta. Desgraciadamente, los niños y niñas son las que sufren especialmente las consecuencias de la violencia y los conflictos. En muchas ocasiones, ven interrumpida su educación. De hecho, en la actualidad, casi la mitad de la infancia refugiada en edad escolar no está escolarizada. Sin colegios, sin maestros y sin materiales adecuados, estos niños corren el riesgo de perder no solo su infancia, sino también sus oportunidades de salir adelante.
En el Día Escolar de la No Violencia y la Paz, hay que recordar que la escuela es una garantía de futuro para la infancia y un espacio seguro que les ayuda a superar los traumas vividos. Por eso, para que los niños y niñas no pierdan oportunidades de futuro, ACNUR trabaja para que accedan a la educación, tanto en las comunidades de acogida como en los campos de personas refugiadas. Para ello, construye aulas, forma a profesores y proporciona ayudas para que los niños pueda matricularse y costearse el material escolar necesario.
Para ACNUR garantizar el acceso a la educación de millones de menores desplazados por la guerra, la persecución y la violencia es una prioridad fundamental. La escuela no solo es un espacio de aprendizaje, sino también de protección y esperanza, un lugar donde los niños pueden recuperar la estabilidad y la confianza en un futuro en paz.
Educar es sembrar paz. Un niño o niña con acceso a la educación es un adulto con herramientas para transformar su comunidad y construir sociedades más justas y pacíficas.
La guerra lo destruye todo: infraestructuras, edificios y hogares. La pérdida de posesiones provoca también un sentimiento de desarraigo. Las personas que huyen de la guerra tienen que empezar de cero. Carecen de lo más básico: un techo donde resguardarse.
ACNUR proporciona un espacio seguro y digno a las familias que han tenido que abandonar su hogar. Eso también implica la distribución de materiales básicos, como mantas, colchones, utensilios de cocina, estufas, lámparas solares o cubos para recoger agua. ACNUR se encarga de repartir todos estos materiales para garantizar unas condiciones de vida mínimamente dignas para las familias.
Además de lo material las personas refugiadas se ven despojadas de sus rutinas, de sus trabajos, de sus tierras y de su independencia económica. Muchos necesitan la ayuda humanitaria para sobrevivir. Por eso, ACNUR cuenta con programas de ayudas en efectivo para que las familias refugiadas puedan recuperar la normalidad y dejen de depender de la asistencia humanitaria. Contar con los medios para satisfacer las necesidades básicas, puede evitar la explotación sexual, el trabajo infantil, la separación de la familia y el matrimonio forzado. El tener acceso a la banca y a otros servicios financieros les empodera y les da sensación de normalidad.
ACNUR proporciona este tipo de ayuda en todas las fases del desplazamiento: primero para sobrevivir y después para prosperar. Esta labor es un trabajo a favor de la paz, que le ha a que reciban en dos ocasiones el Premio Nobel de la Paz.
“El mundo espera mensajes decisivos, claros y unánimes para poner fin a los conflictos y buscar caminos para la paz”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
Ayuda a los refugiados