Para algunas personas el simple acto de ir a la escuela es un hecho peligroso. Por la misma razón, es también un acto revolucionario. Es decir, un movimiento capaz de hacer girar al mundo en una nueva dirección. Eso fue lo que hizo Malala Yousafzai, activista y luchadora por la igualdad de género desde su infancia.
“La educación es un poder para las mujeres, y eso es por lo que los terroristas le tienen miedo a la educación. Ellos no quieren que una mujer se eduque porque entonces esa mujer será más poderosa”
Malala Yousafzai.
En la tarde del 19 de octubre de 2012, una niña paquistaní de 15 años se subió al autobús que tenía que llevarla a la escuela. Las ventanas estaban tapadas porque desde hacía meses los talibanes que habían llegado al valle del Swat prohibían que las niñas fueran a clase. Malala no solo se enfrentó a esa prohibición, sino que además publicó lo que estaba sucediendo en un blog en el que narraba los sucesos en el valle bajo el control talibán.
Aquel día fue distinto a los otros: en el camino a la escuela varios hombres armados detuvieron el transporte escolar y, preguntando directamente por ella, le dispararon tres veces. Uno de esos disparos fue directo a la cabeza. Contra todo pronóstico y después de varias semanas de cuidados intensivos, Malala sobrevivió.
Pero, ¿por qué era tan importante lo que decía Malala? ¿Por qué su voz era temida por un grupo terrorista? La respuesta es sencilla: la educación puede ser parte fundamental de las doctrinas totalitarias, pero también la columna vertebral a partir de la cual toda la estructura puede ser modificada.
Sólo a través de la educación se podrá aspirar a la igualdad de género y Malala era consciente de ello. Por todo esto, su lucha era y es tan importante. No se trata de la lucha de una niña que no puede ir a la escuela sino de la revolución de las niñas que están cambiando el mundo.
En 2017, sorprende todo lo que queda aún por hacer en cuanto al derecho a la igualdad de género.
Después del atentado, Malala no solo no perdió las ganas de seguir luchando, sino que se convirtió en la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz. Desde entonces, reafirma cada día la importancia de la lucha por la igualdad de género con una voz reivindicativa. En un discurso frente a la Asamblea General de Naciones Unidas, decía:
“Han pasado dos años y estoy aquí para preguntarles: ¿Qué han hecho hasta ahora? En los dos últimos años ningún país ha aumentado significativamente el gasto en educación. La mayoría se ha estancado o reducido. Ninguno de los nueve países más grandes del sur alcanzó la meta recomendada en educación. Muchos han hecho recortes significativos en los presupuestos de educación. Los ODS fueron una promesa para apoyar a las niñas, pero hasta ahora las estamos defraudando. Y también nos estamos defraudando a nosotros mismos. Cuando las niñas no pueden ir a la escuela pierden la oportunidad de cumplir sus sueños y el mundo desperdicia ese potencial.”
A día de hoy miles de niñas refugiadas no pueden ir al colegio por falta de fondos. Con 20€ al mes puedes escolarizar a 12 niños cada año.