#UnNuevoHogar: Ahmed y Nourhan llegaron a Berlín con un bebé y dos bolsas de plástico #UnNuevoHogar: Ahmed y Nourhan llegaron a Berlín con un bebé y dos bolsas de plástico

#UnNuevoHogar: Ahmed y Nourhan llegaron a Berlín con un bebé y dos bolsas de plástico

13 de septiembre, 2016

Tiempo de lectura: 2 minutos

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Manuela y Jörg Buisset supieron que tenían que ayudar cuando vieron a cientos de miles de refugiados llegando a su ciudad, Berlín, en el verano del 2015.

La familia Buisset acababa de reformar un apartamento en el sótano para alquilarlo cuando vieron en las noticias largas colas de refugiados esperando por un nuevo hogar. Muchos de ellos vivían en la calle. En lugar de poner el piso en alquiler, se ofrecieron para acoger a refugiados.

“Ante esta situación no puedes decir que no”, asegura Manuela.

Ahmed, de 28 años, su mujer Nourhan, de 20, y su hija Alin de sólo 2 años habían llegado recientemente de Siria. Guardaban todo lo que tenían en dos pequeñas bolsas de plástico.

“Fue un extraño encuentro. Ahmed era inseguro y tímido; pensamos que era un chico difícil. No quería mantener contacto visual con nosotros, nos pareció maleducado, pero él pensó que era grosero mirarnos a los ojos si no nos conocía”.

Lo que empezó como una estancia de diez días se convirtió en un acuerdo abierto sin fecha de fin. Ya ha pasado más de un año desde que llegaron, pero ambas familias están felices, aunque reconocen que les llevó un tiempo llegar a confiar los unos en los otros.

“Ella es como mi madre, es tan buena con nosotros”, cuenta Nourhan, quien acaba de dar a luz a su segundo hijo.

Durante su embarazo, Manuela le acompañó a todas las citas médicas. “No quería dejarla sola y asustada. Es como mi hija”, asegura. “Va más allá de la simpatía. Al principio estábamos asustados, pero ahora realmente nos gustamos”, afirma Manuela.

Nourhan y Ahmed vinieron desde Quneitra, una pequeña ciudad destruida y abandonada cerca de los Altos del Golán, en Siria. Allí, Ahmed tenía un camión de reparto. Ahora, recibe clases de alemán cinco horas al día y Nourhan cuida de sus hijos, aunque sueña con ser peluquera.

Ambos esperan impacientes poder volver a Siria y siguen las noticias muy de cerca. Cuando los líderes mundiales se reunieron en Viena para hablar de la paz en Siria, empezaron a pensar en hacer las maletas.

Ésta es sólo una de los cientos de familias que han sido acogidas en Europa, rompiendo las barreras culturales e idiomáticas, llenándose de esperanza y de humanidad. Su generosidad es un ejemplo para todo el mundo.

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