Según el informe de ACNUR El impacto del COVID-19 en la población apátrida, la mayoría de los planes nacionales de vacunación en 157 países no abordan con claridad la cuestión de la vacunación de la población apátrida. La situación es crítica. Antes de la pandemia, la población apátrida ya tenía dificultades para ser vacunada. Ahora, debido a las limitaciones en el suministro de las dosis, el problema es aún mayor.
Para garantizar que los planes nacionales de vacunación sean lo más inclusivos posible, ACNUR ha instado a las autoridades de los países de acogida a aceptar formas alternativas de prueba de identidad a las de nacionalidad o tarjetas de identidad.
Para los 4,2 millones de apátridas registrados en 94 países del mundo la vida ya era difícil antes de la pandemia. El limbo legal en el que se encuentran les impide disfrutar de derechos básicos, como tener un empleo, acceder a la sanidad, a la educación o ejercer su derecho a voto.
La COVID-19 ha empeorado la situación de millones de personas sin nacionalidad reconocida. A raíz de la crisis sanitaria, muchos se han quedado en una situación de extrema vulnerabilidad. Han perdido sus escasos medios de vida y han tenido enormes dificultades para acceder a los servicios básicos.
“Dado que muchas personas apátridas ya se enfrentan a una exclusión y marginación generalizada, se deben abordar las barreras de acceso y se debe prestar especial atención a su situación”.
Gillian Triggs, jefa de Protección Internacional del ACNUR.
Sergio Chekaloff, en la foto, nació en 1946 en un campo de refugiados en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Su padre armenio era soviético y su madre alemana, pero no adquirió la nacionalidad alemana. A los dos años, su familia se mudó a Argentina donde él creció, se casó con una mujer argentina y tuvo siete hijos. En 2008, la pareja se trasladó a España y se instaló en la isla de Ibiza con sus hijos adultos. Durante la siguiente década, Sergio buscó la ciudadanía en Argentina, Alemania, Rusia y Armenia sin éxito. No pudo trabajar, abrir una cuenta bancaria o incluso viajar a España peninsular.
Desesperado, acudió a ACNUR y finalmente fue reconocido como apátrida por las autoridades españolas en junio de 2019, un primer paso vital para lograr la ciudadanía. Gracias a eso, hoy puede trabajar de manera legal.
"Para los argentinos soy alemán. Para los alemanes soy ruso. Los rusos dicen que mi padre nació en Armenia y Armenia no encuentra ningún documento".
Sergio Chekaloff
Afortunadamente, muchos países están incluyendo a todos sus residentes, independientemente del estatus legal, en sus planes nacionales de vacunación. Es el caso de España, Portugal, Líbano, Kuwait, Turkmenistán, Reino Unido, Uganda, Kenia, Jordania, Colombia, Tailandia o Kazajstán, que están llevando a cabo buenas prácticas para no dejar a nadie atrás en el proceso de vacunación. En el Reino Unido, por ejemplo, los inmigrantes indocumentados, incluidos los apátridas, podrán recibir la vacuna y sin que sus datos sean compartidos con la policía.
Con motivo del sexto aniversario de la Campaña de ACNUR #IBelong (#YoPertenezco), cuyo objetivo es acabar con la apatridia para el año 2024, Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, instó a los líderes mundiales para que incluyan y protejan a las poblaciones apátridas y adopten medidas contundentes y rápidas para erradicar la apatridia.
“Debemos redoblar los esfuerzos para resolver esta afrenta a la humanidad en el siglo XXI”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
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