Jesús Núñez: "Siria sigue en el túnel"

Siete años después del inicio de la tragedia siria el único dato positivo que cabe reseñar es el desmantelamiento del pseudocalifato proclamado por Dáesh en 2014. Un dato que contrasta duramente con el saldo de más de 400.000 muertos, más de 5 millones de refugiados y, según ACNUR, otros 6 millones de desplazados, de una población que apenas sobrepasaba los 23 millones. Y lo peor es constatar que la crisis humanitaria, la violación de derechos humanos, la destrucción de infraestructuras y la violencia seguirán siendo por mucho tiempo rasgos distintivos de un país profundamente sumido en un túnel sin salida a la vista.

A esta situación se ha llegado tanto por la obstinación del régimen de Bashar al Asad por conservar su poder a toda costa, insensible a las demandas de su población, como por la injerencia de muchos actores externos, que han convertido a Siria en un escenario caótico. Para desesperación de la población civil, son cientos los actores armados que, por un lado, se oponen a la maquinaria militar del régimen y, por otro, se enfrentan entre sí con el sostenido apoyo de países extranjeros o aprovechan el descontrol existente para tratar de imponer delirios yihadistas. Todo ello sin que haya sido posible, por pasividad de unos y errores de otros, alcanzar un acuerdo de paz, asistir y proteger adecuadamente a los refugiados y desplazados o, al menos, evitar el sistemático castigo a quienes tan solo pretenden vivir dignamente en un Estado en el que sus derechos sean respetados y sus necesidades básicas cubiertas.