Su nombre es Rebeca (en la foto de portada) y tiene 47 años. Huyó de la violencia en República Democrática del Congo (RDC) en 2017. Durante la huida perdió a su marido y a sus dos hijos pequeños. Después, fue violada brutalmente por varios soldados, ocasionándole graves secuelas emocionales y físicas. Actualmente recibe tratamiento contra el VIH, que contrajo como consecuencia de esas violaciones.
Ella es solo una de las muchas víctimas de la violencia sexual y de género en RDC, donde esta lacra afecta gravemente a las desplazadas y retornadas.
En Kananga, provincia de Kasai Central, ACNUR está proporcionando ayuda y formación profesional a mujeres como Rebeca en sectores tradicionalmente dominados por los hombres, como la mecánica, la informática y la electrónica. El objetivo es que puedan rehacer sus vidas, fortalecer su autonomía y autosuficiencia y reintegrarse en la sociedad.
Como parte de este proyecto de reintegración socioeconómica, la Agencia ha ayudado a 400 víctimas de violencia sexual y de género desde 2020 en las provincias de Kasai y Kasai Central, en RDC. Estas mujeres recibirán ayudas económicas o en especie al final de su formación para abrir sus propios negocios.
Mujani tiene solo 18 años. Fue secuestrada y violada durante el conflicto con la milicia Kamuina Nsapu, en 2017, en el que murieron sus padres. Tras su huida a Kananga descubrió que estaba embarazada. En la foto, sostiene a su pequeña hija Nathalie. El nombre de su recién nacida es un homenaje a una líder comunitaria que le ofreció asistencia médica y psicosocial y la posibilidad de volver a la escuela.
Anna también perdió a sus padres y a la mayor parte de su familia durante la guerra y ella misma sufrió heridas a causa de los brutales enfrentamientos entre los militares y las milicias. Después de llegar a Kananga, encontró refugio y recibió apoyo psicosocial y atención de los socios de ACNUR. Ahora está matriculada en la Universidad de Kananga, donde estudia informática y programación web gracias a la beca que le ha proporcionado ACNUR. Sueña con seguir estudiando y encontrar un buen trabajo para ella.
Mamie, de 32 años, es madre de 5 hijos. Huyó de su ciudad natal para refugiarse en Kananga. En la foto (abajo), se sienta con sus tres mellizos en la sede de FMMDK, una ONG local apoyada por ACNUR que tiene como objetivo proporcionar apoyo psicosocial y médico a las mujeres supervivientes de la violencia sexual y de género. Mamie fue violada y golpeada durante la huida, justo después de haber dado a luz a sus trillizos. Ahora, gracias al apoyo de ACNUR recibe atención médica y psicosocial y ayudas económicas para poder alimentar a su familia.
1 de cada 5
mujeres desplazadas en crisis humanitarias ha sufrido violencia sexual.
13 millones
de niñas serán sometidas al matrimonio infantil de aquí a 2030, según la UNFPA.
Antes de la pandemia, las mujeres y las niñas refugiadas y desplazadas ya corrían un mayor riesgo de sufrir violencia de género. Según los cálculos, una de cada cinco mujeres desplazadas en lugares donde hay crisis humanitarias ha sido víctima de violencia sexual, una de las muchas formas de violencia de género.
La pandemia ha supuesto la pérdida de los medios de vida para muchas mujeres desplazadas y el aumento de las obligaciones domésticas, lo cual ha exacerbado las desigualdades de género. Las dificultades económicas han aumentado las tensiones dentro del hogar. A ello hay que añadir las barreras adicionales para denunciar abusos y buscar ayuda durante el confinamiento. Las consecuencias para las mujeres y las niñas desplazadas han sido especialmente devastadoras: desde un mayor riesgo de sufrir violencia sexual y de género, hasta un aumento de matrimonios infantiles.
Según los expertos, durante los tres primeros meses de confinamiento, 15 millones de mujeres y niñas en todo el mundo podrían haber estado expuestas a la violencia de género. Esta cifra equivale, aproximadamente, a tres veces la población de Nueva Zelanda.
El Grupo Sectorial de Protección Global dirigido por ACNUR, una red de organismos de la ONU y ONG que ofrecen protección a las personas afectadas por crisis humanitarias, informó del aumento de la violencia de género en al menos 27 países. A finales del año pasado ya advertían de que la violencia de género era un riesgo grave o extremo.
El matrimonio infantil también era una preocupación mucho antes de la crisis sanitaria. A lo largo de la pandemia, ACNUR ha recibido informes alarmantes sobre el aumento de los embarazos precoces, la explotación de las niñas refugiadas y el crecimiento de familias desplazadas que han obligado a sus hijos, sobre todo a las niñas, a casarse para tener una boca menos que alimentar.
Según fuentes de la ONU, 13 millones de niñas serán sometidas a matrimonio infantil de aquí a 2030.
“La desigualdad de género está afectando a las personas más vulnerables y desfavorecidas del mundo. Se está produciendo un deterioro de algunos logros importantes que ha costado mucho alcanzar en materia de igualdad de género en las últimas décadas”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
A pesar del aumento de los riesgos de violencia contra las mujeres y la niñez desplazadas durante la pandemia, faltan fondos para mantener e incrementar los servicios esenciales de prevención y respuesta. El apoyo psicosocial, los servicios de salud especializados y los albergues seguros salvan vidas y deben mantenerse.
Para hacer frente a la violencia de género se requiere una respuesta coordinada en la que participen gobiernos, socios humanitarios, sociedad civil y personas desplazadas, mujeres, hombres, niñas y niños.
Ayuda a los refugiados