Mujeres y niños de Sudán del Sur huyen a Uganda Mujeres y niños de Sudán del Sur huyen a Uganda

Mujeres y niños de Sudán del Sur huyen a Uganda

22 de enero, 2014

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Las mujeres y los niños constituyen la gran mayoría de las casi 50.000 personas que han huido de los combates en Sudán del Sur para convertirse en refugiadas en la vecina Uganda. Muchos se han convertido en viudas y niños huérfanos por el enfrentamiento entre las fuerzas leales al presidente Salva Kiir y las de su ex diputado Riek Machar, así como por otros conflictos desde principios de 2012 en el que es el Estado más joven del mundo. También hay menores no acompañados

“Mucha gente murió luchando. Tenemos muchos huérfanos y viudas”, dice el refugiado de 24 años Elijah Daniel Aber Bol Deng. “Murieron muchos hombres”

Nawal Ali Dut, de 24 años, lo sabe de primera mano. Antes de venir aquí, ya era una refugiada en la capital sursudanesa, Juba, a donde llegó desde el país vecino del norte, Sudán. Su marido, un soldado sudanés, fue asesinado en 2011 y el resto de su familia murió en un ataque aéreo en su región natal, las montañas Nuba.

Cuando estallaron las luchas en Juba el mes pasado, ella y sus dos hijos pequeños se vieron forzados a encontrar un nuevo lugar seguro. Se siente aislada porque habla una lengua diferente a la de la mayoría de los refugiados de Dzaipi, de origen dinka.

“No tengo a nadie que me proteja cuando la gente está luchando o que me ayude a construir un hogar”, dice. “Estoy sola y es muy duro”. Tras conocer su situación, ACNUR le presentó a otras siete familias nuba en el centro y empezaron a compartir una tienda comunal, y la compañía mutua.

Otras mujeres y sus hijos están solos porque sus hombres las dejaron allí por seguridad y volvieron a Sudán del Sur. Uno fue Chol Bok, de 27 años, que dejó a su familia en el centro de tránsito de Dzaipi. “Voy a volver”, dijo él. “¿Cómo puedo quedarme y huir siendo un hombre? Es mi país y debo quedarme”.

ACNUR y sus socios, incluyendo el gobierno de Uganda, están intentando trasladar a los refugiados sursudaneses del centro de tránsito de Dzaipi a otros asentamientos donde puedan recibir mejor protección.

La Agencia de la ONU para los Refugiados está facilitando un refugio a los nuevos refugiados en Uganda, así como comida, agua, atención sanitaria y protección básica con el apoyo de diversas ONGs y socios de Naciones Unidas.

A los niños que llegan solos, la Cruz Roja de Uganda les instala en una tienda separada, con voluntarios que les ayudan a obtener comida y agua. ACNUR está estudiando cómo ayudar a las mujeres que están solas a construir sus propias casas una vez que llegan a los asentamientos.

Los hombres que pueden verse en el campamento suelen reunirse bajo los árboles o fuera de sus tiendas y discutir sobre la situación política en Sudán del Sur. A través de llamadas de teléfono, la radio o las noticias que les llegan de otros, están al día de la política de su país.

Gabriel, de 28 años, dice que la única manera de seguir adelante es la paz, pero no todo el mundo se da cuenta de ello todavía. “Para nosotros, que hemos ido al colegio, nos gusta la unidad”, dice. “Para los que no, les sigue gustando el conflicto”.

El pastor Joseph Atem promueve la paz y la reconciliación en una iglesia temporal que ha levantado a la entrada del centro de tránsito de Dzaipi. En su servicio del domingo por la mañana ha pedido por el perdón. Durante la semana camina por el centro y escucha los problemas de los refugiados y habla de cómo se puede traer paz a Sudán del Sur.

Elijah, de 24 años, no quiere ser un refugiado toda su vida. Preferiría ayudar a construir un país pacífico sin luchas mortales por motivos políticos. “Sólo buscamos la paz, no necesitamos que nadie pierda su vida por el poder”, dice. “El poder no es sólo para una persona, es para todos. Todos somos una persona y debemos estar unidos”.

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