Jamal trabajaba como profesor en Siria y quería asegurarse de que los niños de este asentamiento, en el que viven unos 500 refugiados, no se quedasen atrás en su educación. Con la ayuda de Akram, han conseguido una vieja tienda de campaña color naranja donde los alumnos se sientan en el suelo con los libros de texto abiertos en el regazo. En una de las paredes de la tienda, hay una pizarra blanca.
Hace cuatro meses invitaron a los padres a enviar a sus hijos al nuevo colegio, que ha recibido apoyo de ACNUR. Los niños sirios habían intentado asistir al colegio público local, pero no pudieron encontrar plaza en una escuela que estaba abarrotada.
El objetivo de Jamal y Akram es que los niños estén preparados para reintegrarse en el sistema educativo formal, ya sea en Jordania o en Siria, y por ello imparten las mismas asignaturas que en las escuelas jornadas, incluyendo árabe, ciencias, matemáticas e inglés.
“Me gusta mucho ir a la escuela” dice Khalid, un niño de diez años que quiere convertirse en piloto algún día.
Como muchos de los niños del campamento, Khalid tiene que trabajar y ganar algo de dinero para su familia. Después de ir a clase por la mañana, pasa las tardes trabajando en una fábrica cercana por 1,25 dólares la hora. Khalid es sin embargo consciente de la importancia de recibir una buena educación, y dice que a él le gustan más las matemáticas “que ir a jugar”.
Su padre, Jamal Mohammad, se muestra de acuerdo y dice estar satisfecho de que sus hijos estén recibiendo algún tipo de educación tan cerca de casa. “Si no existiera esta escuela, no lo mandaría a ninguna otra” dice, mencionando casos de acoso escolar a niños sirios en escuelas públicas.
Al menos Khalid puede asistir a la escuela. Tres años después de que comenzara la crisis en Siria, cientos de miles de niños refugiados en los países vecinos están encontrando problemas a la hora de conseguir plazas en las escuelas. Esto genera preocupación ante la posibilidad de que se cree una “generación perdida” de niños que no podrán contribuir verdaderamente al futuro de su país. Muchos corren el riesgo de no poder recibir ningún tipo de educación si el conflicto continúa.