Hoy, día 27 de junio, se celebra el Día Internacional de las Microempresas y las Pequeñas y Medianas Empresas. En este día, desde el Comité español de ACNUR queremos poner en valor el apoyo que recibimos de cientos de pequeñas y medianas empresas que luchan cada día contra las dificultades económicas del momento actual y aun así contribuyen con una aportación económica que es imprescindible para nuestra labor de ayuda al refugiado.
Esperanza es diseñadora de moda y refugiada de la República Democrática del Congo (RDC). En su pequeña tienda en el campo de refugiados de Kakuma, hogar de 180.000 personas refugiadas en Kenia, organiza sus diseños. La mayoría están hechos de kitenge, una tela tradicional africana, gruesa y brillante. Dos clientas entran para ver a lo que está a la venta, una es refugiada, otra trabaja para una ONG local. Ambas deciden comprar algo de ropa, un vestido de 1.800 chelines, el equivalente a 15 euros, una falda larga y un top que suman 18 euros. Las dos se marchan felices con sus compras. Esperanza tiene una Microempresa.
La ONU considera que las pymes son las mayores empleadoras del mundo y son “la espina dorsal de la mayoría de las economías del mundo”. Asimismo, desempeñan un papel fundamental en los países en desarrollo.
Este organismo ha señalado que, según los datos del Consejo Internacional para la pequeña empresa, este tipo de negocios “representan más del 90% del total de empresas, generan entre el 60 % y el 70 % del empleo y son responsables del 50 % del Producto Interior Bruto (PIB) a nivel mundial”.
Las pymes españolas son el principal motor de la economía del país, ya que constituyen su tejido empresarial. Engloban más del 95% de las empresas y generan más del 90% de empleo. El número de pymes en España es de 2.927.231. De esta cantidad, 1.125.454 son microempresas, es decir, tienen entre 1-9 asalariados; 156.903 pequeñas empresas, entre 10-49 asalariados y, 25.316 medianas, con entre 50-249 asalariados.
En el caso de los países con población refugiada, la creación de pequeñas empresas es mucho más complicada y pasa por un aspecto fundamental: la concesión de microcréditos (“programas de concesión de pequeños créditos a los más necesitados de entre los pobres para que éstos puedan poner en marcha pequeños negocios que generen ingresos con los que mejorar su nivel de vida y el de sus familias”). El beneficiario del microcrédito es una persona que carece de las suficientes garantías desde un punto de vista bancario convencional y que se encuentra excluido del círculo financiero y, por lo tanto, de la actual estructura social.
La Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) estima que existen en todo el mundo 7.000 instituciones microfinancieras, con una cartera aproximada de 15.000 millones de dólares cuyos clientes en casi un 60 % se encontraban entre lo más pobres cuando adquirieron su primer préstamo.
En los países menos desarrollados y receptores de refugiados de otros lugares, estos están contribuyendo a la economía del país con la creación de cientos de microempresas, en estos casos el apoyo de ACNUR es fundamental.
Como ejemplo de este apoyo podemos citar a Antoinette, granjera refugiada que proviene de República Democrática del Congo, que recoge arroz en su granja en el asentamiento de Lôvua, en Angola. Antoinette dirige una asociación agrícola integrada por casi treinta mujeres que trabajan en granjas dentro y fuera del asentamiento. Muchas de ellas trajeron conocimientos agrícolas a una región que no se conoce por la agricultura. Las mujeres producen entre 500 y 600 kilogramos de arroz por cosecha, lo cual las convierte en las productoras de arroz de mayor alcance en la provincia.
ACNUR apoya a granjeras y granjeros refugiados con semillas variadas, herramientas de cultivo, botas de trabajo, fertilizantes y, a veces, animales de granja como pollos y cerdos.
Otro ejemplo es el de María, madre soltera de un pequeño niño con una discapacidad, quien en plena pandemia de la Ccovid-19 luchó por sostener a su hijo y a ella misma en medio de la inseguridad generalizada y la escasez de alimentos y medicamentos en su Venezuela natal. Partió con Jonathan, de cuatro años en ese entonces, hacia Guyana, que ahora alberga a unos 23.000 refugiados y migrantes venezolanos. Se puso en contacto con ACNUR para pedir ayuda, y se unió a un proyecto para coser mascarillas de tela que la ha ayudado a tener la esperanza de que podrá prosperar en el país.
Este proyecto, apoyado por ACNUR, le dio a María y a más de 100 mujeres refugiadas, migrantes y locales las habilidades necesarias para producir más de 50.000 mascarillas, lo que ayudó a mantener a miles de personas a salvo en medio de la pandemia, que ha afectado a América Latina y al Caribe de manera particularmente dura.
En la actualidad, más de 2.000 pequeñas y medianas empresas españolas colaboran con ACNUR. Gracias a los programas “Pymes en primera línea” y “Pymes por la sostenibilidad”, estas están aportando refugio, salud, nutrición, educación, agua y energía a los millones de refugiados que hay en el mundo. Además, dan apoyo para que ACNUR pueda responder en momentos de emergencia y dar apoyo a miles de personas desplazadas en menos de 72 horas. Los ejemplos de Esperanza, Antoinette o María son ejemplos de superación y un espejo en el que mirar las esperanzas de vida de cada ser humano.
Con este articulo ofrecemos nuestro agradecimiento a las Pequeñas y Medianas Empresas por la solidaridad que están demostrando día a día.
Si quieres saber cómo puedes participar en los programas para Pymes del Comité español de ACNUR, no dudes en ponerte en contacto con nosotros a través de empresas@eacnur.org.
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