El pasado diciembre, Karmele Sáez, Esperanza Belmonte y Fernando Sevillano, compañeros del Comité español de ACNUR, viajaron a Líbano. Han estado allí para conocer de primera mano la situación y el trabajo que se está realizando gracias a donantes particulares, públicos y corporativos. Líbano acoge a más de 1 millón de refugiados sirios e iraquíes, que un año más se han enfrentado al frío invierno y a la escasez de recursos y para los que la ayuda de ACNUR es vital.
Nuestros tres compañeros, traen una historia vivida en el asentamiento informal de Bebnine, en una zona urbana en Trípoli. Allí les presentaron al matrimonio Saadi, que vive junto a sus siete hijos en el reducido espacio de su refugio, proporcionado por ACNUR. La imagen de Samira les dejó completamente impresionados, con tan solo 9 años, se ocupaba de sus hermanos menores y cargaba en brazos a la pequeña Houda, de 3 años y medio, enferma y con una minusvalía. Samira no se separaba de ella ni un segundo, cuidándola con muchísimo cariño y atención.
Este dibujo, realizado allí por Fernando, Responsable de Alianzas Estratégicas del Comité español de ACNUR, ilustra ese instante que vivieron y la imagen que les quedó grabada en la memoria: la de una infancia arrebatada por la huida y la pobreza.
Su historia es como la de tantas familias rotas por la guerra, a la que se suman las dificultades de su situación particular. La madre y los hijos fueron evacuados de la zona de conflicto vía aérea a Damasco y después a Líbano. Durante mucho tiempo, no supieron nada del padre, no sabían si seguía con vida o si había logrado escapar. Afortunadamente, un año y medio después y tras muchas dificultades, pudo volver a reunirse con ellos; sin embargo, la alegría duró poco. Un mes después de su llegada, las autoridades libanesas requisaron su documentación y están muy preocupados.
Al difícil panorama legal se unen los problemas de salud del padre, que le impiden trabajar. Ante la falta de ingresos, la familia depende completamente de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Solo para el tratamiento y las medicinas de Houda necesitan 170 dólares cada mes y reciben como ayuda 170 dólares al mes, lo cual hace muy difícil la sostenibilidad familiar.
Historias como esta, nos muestran cómo niñas, debido a la guerra, pierden su infancia y se ven obligadas a asumir roles que no se corresponden a su edad. Desde el departamento de alianzas estratégicas trabajamos para crear alianzas con fundaciones y empresas que nos ayuden a cambiar y revertir estas situaciones. Incidiendo en el objetivo 17 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, podemos lograr un mayor impacto en el cumplimiento de la Agenda 2030 en su conjunto.
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