El documental El loco del desierto narra la historia y proyecto de Tateh Lehbib, un refugiado saharaui a quien sus vecinos del campo de refugiados de Auserd (Tinduf, Argelia) empezaron a llamar “loco” cuando dijo que iba a construir un refugio resistente al calor y a las tormentas de arena con botellas de plástico. Lo que empezó siendo un apodo, es hoy una referencia internacional. ACNUR le ha acompañado en este camino. ¡Descúbrelo!
Tateh Lehbib accedió a la Universidad de Argel para estudiar Energías Renovables gracias a una beca DAFI de ACNUR. Cuando terminó la carrera y un master posterior, Tateh regresó a los campos de refugiados saharauis. Inspirado por todo lo que había estudiado y con el deseo de mejorar la vida de los saharauis, Tateh decidió construir un refugio con botellas de plástico rellenas de arena que fuera resistente al calor y a las tormentas del desierto. Cuando el departamento de innovación de ACNUR conoció el proyecto de Tateh, le becó de nuevo para que pudiera construir 25 refugios en los campos de Tinduf.
Con tu ayuda, ACNUR podrá seguir dando educación a niños y jóvenes refugiados como Tateh.
El primer refugio que construyó Tateh fue para su querida abuela, que por aquel entonces tenía 90 años. Quería ofrecerle un lugar más fresco donde descansar después de más de media vida bajo el sol abrasador del desierto. Actualmente, 25 familias en situación de vulnerabilidad en los campos de refugiados saharauis de Tinduf cuentan con un refugio de Tateh. Sólo el 1% de los refugiados en todo el mundo logra acceder a la universidad. Quienes logran formar parte de este porcentaje, como Tateh, suelen estudiar carreras con las que poder reconstruir su país cuando el conflicto del que han huido termine o para mejorar la vida de sus compatriotas.
Asegura que cuando conoció a Tateh le pareció “un chico joven muy comprometido con su pueblo y lleno de ganas e ilusión por cambiar la vida de los saharauis”. Su innovador proyecto le parece asombroso. “Lo que más me llama la atención del proyecto es como con algo sencillo (arena y botellas) se puede construir algo tan grande”, afirma la también directora de La niña bonita. Del rodaje recuerda con cariño las charlas nocturnas con Tateh: “es un auténtico lujo poder comunicarse en el mismo idioma con alguien como él. Sin duda un aprendizaje que nunca olvidaré”.
Iker Rementeria y Javier Hernando “Látigo”, director de fotografía y sonidista de El loco del desierto, respectivamente, formaron junto con Julieta Cherep el equipo de rodaje de este documental. Pasaron una semana en el desierto soportando altas temperaturas e incluso una tormenta de arena que estuvo a punto de dañar los equipos. Todo esto quedó compensado con los días de convivencia con los refugiados saharauis. “El Pueblo saharaui es culto, bondadoso, paciente y organizado”, afirma Rementeria. El sonidista recordará siempre el té que compartieron el último día con Tateh, su hermana y sus padres en su jaima. “Al final, te hacen sentir parte de su familia y cuando vuelves a casa, sientes que se ha quedado allí un pedacito te ti”, asegura.