8 de marzo, Día Internacional de la Mujer 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

13 de febrero, 2020

Tiempo de lectura: 6 minutos

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El 48 % de las personas refugiadas en el mundo son mujeres y niñas. 

¿Qué se celebra el 8 de marzo, Día de la Mujer?

Hace más de 100 años, se instauró el 8 de marzo para celebrar el Día de la Mujer en algunos países del norte de Europa. Pero lo que comenzó siendo un homenaje a la mujer trabajadora se convirtió, años más tarde, en un día en pro de los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.

Desde que la ONU declaró en 1975 el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, este se ha hecho eco en todo el mundo.

Mujeres refugiadas: 8 de marzo, un día por la paz

En un día como el 8 de marzo queremos hacer un homenaje a todas esas mujeres víctimas de conflictos que se encuentran refugiadas y desplazadas lejos de su hogar. Problemas como la violencia sexual, la violencia de género, la mutilación genital femenina o el matrimonio infantil ponen de manifiesto que la mujer merece una protección especial. Algo tan cotidiano como recoger agua o ir al baño puede ponerlas en riesgo de violación o abuso.

Hoy en día, muchas mujeres y niñas se enfrentan a situaciones de discriminación y violencia. Para las mujeres refugiadas este riesgo se agudiza. Desde hace décadas, ACNUR trabaja para empoderarlas, prevenir la violencia sexual y de género y dar protección a las supervivientes.

Según el Informe de ACNUR Tendencias Globales de Desplazamiento 2018, en la actualidad hay 25,7 millones de mujeres y niñas refugiadas. La proporción de mujeres y niñas entre la población refugiada es del 48 %. Muchas de ellas han huido de prácticas tan atroces como la mutilación genital femenina. Otras, de conflictos armados o guerras.

Compromisos de ACNUR con las mujeres refugiadas

Prevenir la violencia sexual y de género y atender a las supervivientes.

La Agencia involucra a los hombres y niños en la lucha contra la violencia sexual y de género, un gesto esencial para alcanzar la igualdad de género. También asegura la entrega de artículos sanitarios para las mujeres con regularidad.

Inscribir a las mujeres refugiadas de forma individual en los campos de refugiados

Para que reciban la documentación pertinente y así garantizar su seguridad individual y libertad de circulación, que tengan acceso a los servicios de primera necesidad y capacidad para registrar a sus hijos o reclamar una propiedad.

El 50% de todos los representantes ante ACNUR serán mujeres

Ya sea en entornos urbanos y rurales, en los campos de refugiados e incluso en las zonas de retorno, para que seas escuchadas y transmitan sus necesidades. El objetivo es empoderarlas y promover su autonomía.

Saleema: ginecóloga en Pakistán

Saleema es una refugiada afgana y está completando sus estudios médicos para convertirse en la primera doctora turcomana en el país. "Quiero ayudar a las mujeres", afirma. Tan claro lo tenía que se ha especializado en ginecología. Cada día, atiende a más de 40 mujeres y ayuda a muchas de ellas a traer niños y niñas al mundo en el Hospital Holy Family de Rawalpindi, donde está realizando su último año de prácticas.

Con 28, esta joven ha tenido que superar multitud de obstáculos para recibir la formación necesaria para ser médico y mejorar la vida de muchas mujeres. Después de años de estudio y esfuerzo, una preciada beca ofrecida por Pakistán le brindó a Saleema la oportunidad de ser doctora. Pero, como refugiada, su futuro como médico en Pakistán es incierto.

“Aquí podemos llevar a cabo la capacitación y los estudios. Después, nuestro trabajo puede ser de gran utilidad, tanto para nuestra comunidad como para los pakistaníes”. La educación es una pieza fundamental para lograr la inclusión socioeconómica en las comunidades de acogida y la autosuficiencia de los refugiados.

Yuray, futura líder de su comunidad

Yuray Bañol es colombiana y tiene 24 años. Participa en una escuela de liderazgo juvenil interétnico para convertirse en una futura líder de su comunidad.

Esta fotografía fue tomada en las calles de Riosucio, cerca de la Escuela de Liderazgo Juvenil Interétnica a la que asiste en la región colombiana del Chocó, devastada por la guerra. Ella y su familia han estado desplazados en numerosas ocasiones desde que era una niña. Ahora se está preparando para presentar propuestas políticas al gobierno local que mejoren la sanidad y la seguridad. El acceso a la educación o a programas de formación promueven el empoderamiento económico mediante de las mujeres y las niñas.

La escuela de liderazgo juvenil, establecida con la ayuda del ACNUR, enseña a los estudiantes afrocolombianos, mestizos e indígenas a formular políticas y a hablar en público para convertirse en futuros líderes comunitarios.

Mujer huterita, cristianas que visten con pañuelo en la cabeza

Mujeres musulmanas refugiadas en comunidades cristianas

Los conflictos en Oriente Medio han obligado a millones de mujeres y niñas a huir de su casa o país. Pero la solidaridad traspasa nacionalidad y religión.

Tanto es así que muchas mujeres musulmanas como Najwa, de origen sirio, se han integrado en comunidades cristianas en Canadá con quien se entendieron a primera vista. Las mujeres huteritas, al igual que las musulmanas, preservan aún la herencia de sus orígenes en detalles como la vestimenta o el idioma.

Paul, el hijo del presidente de esta comunidad huterita, sugirió a su padre acoger a refugiados sirios en el pueblo. “Nuestros antecesores fueron refugiados hace mucho, siempre hubo personas que les ayudaron”, le dijo.

Los huteritas son allí una minoría religiosa, ligeramente relacionada con los menonitas y los amish. Las mujeres llevan vestidos y pañoletas negras en la cabeza, unas ropas similares a las de las mujeres musulmanas.

Angelique Namaika, monja congoleña ganadora del premio nansen

La lucha de Angelique Namaika por las mujeres africanas

Dentro del inmenso continente africano, 5 millones de personas refugiadas por culpa de las guerras y los conflictos activos han necesitado mantenerse fuertes para poder salir adelante. Entre ellas, cientos de miles de niñas y mujeres africanas, como Angelique Namaika, ganadora del Premio Nansen en 2013 por su lucha por las mujeres víctimas del LRA. Esta monja congoleña se dedica, desde 2008, a cuidar de las niñas que fueron secuestradas por el LRA (Lord's Resistance Army, por sus siglas en inglés) y necesitan volver a adaptarse al mundo.

En República Democrática del Congo, muchas mujeres y niñas han sido secuestradas y aterrorizadas por la violencia desencadenada por los rebeldes del LRA. Con el dinero que recibió Angelique del Premio Nansen para los Refugiados, abrió una cooperativa de panadería y puso en marcha proyectos agrícolas. Gracias a esto, miles de mujeres y niñas desplazadas por la violencia pudieron transformar sus vidas.

Madre e hijas, mujeres sirias separadas por la guerra en su país

Madres y refugiadas: entre la guerra y el Mediterráneo

Posiblemente la decisión más difícil para una madre sea tener que separarse de sus hijos. Mujeres sirias como Manal, que vio cómo el barco en el que viajaban sus hijos naufragaba en el Mediterráneo por televisión, cuentan su historia desde la experiencia. Una experiencia por la que ninguna madre debería pasar. Ella huyó primero a Dinamarca en busca de un lugar seguro para todos. Un año después, en noviembre de 2015, lo encontró y pudo reunirse allí con sus hijos.

Actualmente, Manal vive con sus tres hijos en Copenhague: Karam, Joudy y Sarah, de ocho, trece y dieciocho años, respectivamente.

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