Hace tres años, la de Yemen se convirtió en la mayor crisis humanitaria del mundo. ¿Cómo se llega a esta situación, qué supone y por qué no cesa? Las respuestas se encuentran en las consecuencias de la guerra que asola el país desde 2015: muertes, desplazamientos masivos, hambre, cólera, infraestructuras sanitarias inoperativas y una economía al borde del colapso.
A este escenario se suman las inundaciones anuales y la falta de fondos para la ayuda humanitaria. A lo largo de 2020, ACNUR ha manifestado en numerosas ocasiones que, sin una llegada urgente de fondos, muchas familias desplazadas dejarían de recibir ayuda. Esta mezcla de factores hace añicos a Yemen, a su gente y a los refugiados que el país, a pesar de su crítica situación, acoge. Las cifras asustan: 100.000 muertos a causa de la guerra, el 80 % de la población en necesidad de ayuda humanitaria y 3,6 millones de desplazados internos.
A esta situación se le une el coronavirus y la dificultad de prevenirlo en las condiciones en las que viven. Un baño cada 50 familias. Esa es la media de saneamiento existente entre las comunidades de personas desplazadas en Yemen. El riesgo de que el virus llegue a este colectivo es alto y la posibilidad de combatirlo es demasiado escasa
En este último número de 2020 volvemos a centrarnos en Yemen y en la extrema situación de vulnerabilidad en que se encuentra su población. Muerte, hambre, cólera, devastación y ahora el COVID-19 que se une al sufrimiento que ya tienen.