El pasado 7 de octubre un seísmo de magnitud 6,3 hizo temblar la tierra del oeste del país en la provincia de Herat. Las réplicas fueron sucediéndose a lo largo de los días posteriores que siguieren provocando víctimas y daños materiales.
Las cifras de fallecidos fueron cambiando pero según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, el número de muertos alcanzó los 1.300 y 1800 personas resultaron heridas.
Más de 19.200 personas se vieron directamente afectadas por los terremotos, 12 pueblos completamente destruidos, 2.500 casas derrumbadas y 8.100 familias (56.700 personas) necesitadas de ayuda.
Las personas que se vieron afectadas por el terremoto, se distribuyen en cinco distritos de la provincia de Herat: Gulran, Injil, Khosan, Kushk (Robat-e-Sangai) y Zindajan, el distrito más afectado y epicentro del seísmo.
ACNUR lleva más de 35 años de presencia en Afganistán y está trabajando estrechamente con socios nacionales e internacionales para responder a la situación como parte de una respuesta más amplia.
Como parte de la respuesta del ACNUR para aumentar la asistencia a los afectados por los trágicos terremotos de Afganistán, se distribuyeron diversos artículos de primera necesidad a más de 2.000 familias de 77 aldeas de Herat. Entre ellos había unas mantas, tiendas familiares, lonas de plástico, cubos metálicos, cocinas de gas, bidones, lámparas solares, utensilios de cocina, calefactores tradicionales, jabones y materiales sanitarios.
ACNUR está trabajando para garantizar que las personas con necesidades específicas sean identificadas y reciban un apoyo adaptado, incluidas las personas con discapacidad, las personas mayores y los hogares encabezados por mujeres. Se pusieron en marcha planes de apoyo psicosocial para ayudar a las personas afectadas por el terremoto a superar el trauma.
Afganistán lleva sumido en una crisis humanitarias desde hace muchos años. La violencia, los estragos de la pandemia del COVID-19, las repercusiones de la guerra en Ucrania, el terremoto (es una de las zonas más expuestas a desastres naturales), la inseguridad alimentaria paralizante (el 45 % de la población padece desnutrición) y una inestabilidad económica cada vez mayor.
Cuatro décadas de conflictos y violencia han empujado a millones de afganos al exilio. Afganistán ha sufrido una de las situaciones prolongadas de refugiados más graves del mundo. Irán y Pakistán acogen a casi el 90 % de todos los refugiados afganos registrados. Desgraciadamente, el Gobierno de Pakistán anunció la devolución a Afganistán, a partir del 1 de noviembre, de los extranjeros indocumentados que residían en el país. Más de 400.000 personas regresaron a Afganistán entre el 15 de septiembre y el 30 de noviembre. Esta llegadas masivas de retorno se suman a esta crisis humanitaria que se acentúa con las temperaturas invernales que pueden llegar a alcanzar los -4°C. Muchos afganos retornados son vulnerables, entre ellos, mujeres y niños, que podrían perder la vida en un invierno crudo si se quedan sin un refugio adecuado.
En agosto de 2024 se cumplirán tres años desde que los talibanes llegaran a Kabul, la capital del país, y derrocaran al gobierno afgano. Los talibanes que estuvieron en el poder desde 1996 al 2001 sembraron el terror entre la población afgana.
La falta de instituciones fuertes y la inestabilidad política, hicieron que los talibanes siguieran controlando parte del país y la guerra continuó durante 20 años. El 15 de agosto de 2021, los talibanes asediaron las afueras de Kabul y el que era el presidente, Ashraf Ghani, entregó la capital de manera pacífica., dando fin a la guerra y al comienzo de un nuevo período con los talibanes en el poder hasta la actualidad.
La llegada de los talibanes ha provocado que una gran parte de la población afgana haya tenido que abandonar sus hogares, y muchas personas permanecen desplazadas dentro del país. Las personas que huyen lo hacen, prácticamente, con lo puesto. No tienen acceso a agua, alimentos ni ropa y viven en refugios improvisados.
“Millones de personas en Afganistán necesitan que nosotros – gobiernos, organizaciones humanitarias y la ciudadanía – estemos con ellas y mantengamos el rumbo”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
La llegada de los talibanes ha afectado a toda la población, pero especialmente a las niñas. Y es que a todos los desafíos a los que hace frente el país, se le une la erosión sistemática de los derechos de las mujeres y niñas y su progresiva exclusión de la vida pública y política por parte de las autoridades de facto, que llegaron incluso a prohibir que las mujeres trabajaran en ONG y las Naciones Unidas, tal y como anunciaron en diciembre de 2022. Todo ello tuvo un impacto desproporcionadamente negativo en los afganos retornados, desplazados internos, refugiados y solicitantes de asilo, así como en las comunidades que generosamente los acogen.