El ser humano parece haberse convertido en el enemigo número uno del planeta Tierra. El calentamiento global, la contaminación, la quema de combustibles fósiles, los millones de toneladas de residuos que generamos... la humanidad está destrozando el espacio en el que habita y parece que nos adentramos en un punto de no retorno.
El 22 de abril es el Día Internacional de la Madre Tierra, siendo 2024 el tercer año que se celebra en el marco del Decenio de Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas.
Un ecosistema es un sistema biológico constituido por una comunidad de organismos vivos y el medio físico donde se relacionan. El ecólogo británico Arthur Tansley lo describió como “El sistema completo, [...] incluyendo no sólo el conjunto de organismos, sino también todo el conjunto de factores físicos que forman lo que llamamos medio ambiente”.
Por tanto, los ecosistemas son clave para entenderlo todo, ya que sustentan todas las formas de vida de la Tierra. Son tan esenciales que de la salud de estos ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes. Restaurar aquellos que están dañados ayudará a acabar con la pobreza, a luchar contra cambio climático y prevenir una extinción masiva.
El Decenio de Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas es un llamamiento a proteger y recuperar los ecosistemas a escala mundial en beneficio de la humanidad y la naturaleza. Según Naciones Unidas, tiene por objetivo “prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y océanos; así, se puede ayudar a erradicar la pobreza, combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva. Su éxito depende de la colaboración de todos”.
El calor extremo, los incendios forestales, la deforestación, las inundaciones, las sequías prolongadas, la producción agrícola y ganadera intensiva, los océanos llenos de plásticos, sus aguas cada vez más ácidas, … si la Tierra hablara nos pediría a gritos que actuáramos. Tanto el cambio climático, como los cambios provocados por el ser humano en la naturaleza y los crímenes contra la biodiversidad pueden acelerar el ritmo de destrucción del planeta.
Por eso, el mundo necesita en un cambio en la mentalidad y tomar acciones reales hacia una economía más sostenible que sea viable tanto para las personas, como para el planeta Tierra. El ser humano debe estar en armonía con la naturaleza que le rodea, el único espacio que tiene para vivir. Es clave reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, adaptarnos al cambio climático y evitar así que esto vaya a peor.
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