Antonina y Natasha huyeron de Ucrania de la misma manera que lo hicieron millones de compatriotas, de manera urgente y sin un plan específico dentro del nuevo país...
Antonina y Natasha huyeron de Ucrania de la misma manera que lo hicieron millones de compatriotas, de manera urgente y sin un plan específico dentro del nuevo país de acogida. En su caso, llegaron a Eslovaquia y, gracias a la ayuda de ACNUR, enseguida pudieron acceder a un refugio seguro. “Mi casa fue destruida. No hay nada por qué volver. No sabemos a dónde vamos a ir”, dice Natasha, quien al igual que su hermana, tuvo que dejar hijos y nietos en Ucrania. Ambas vienen de Sievierodonetsk, en la provincia de Lugansk, donde pasaron un mes en un sótano resguardándose de los bombardeos antes de atender a la llamada de su gobernador para evacuar. Estas dos hermanas rondan los 60 años de edad cada una y ahora forman parte de las 65.000 personas ucranianas que han solicitado protección en Eslovaquia.
Magdalena Rokita es una profesora de escuela primaria que también hace de voluntaria en la estación de tren de Rzeszów, un pueblo polaco a 65 kilómetros de la frontera con Ucrania. “Por las mañanas tengo un poco de tiempo libre, así que opté por ayudar; tiene que ver con un sentido de humanidad”, dice esta mujer que colabora en un puesto fronterizo que es escenario de un flujo constante de personas refugiadas de Ucrania que llegan exhaustas y abatidas, la mayoría mujeres, niñas y niños.
Rymma Mytrak, de 35 años, ha decidido acondicionar un hostal para acoger a las personas desplazadas de Ucrania. Tomó esta decisión cuando vio, a fines de febrero, los reportes de la gran cantidad de familias que se dirigían hacia el oeste escapando de los bombardeos. “Soy huérfana, así que sentí que debía hacer todo lo posible por ayudar a personas que necesitan apoyo, como yo lo necesité hace muchos años”, comenta esta estilista que abrió el albergue en el pueblo de Velykyi Bereznyi, muy cerca de la frontera oeste de Ucrania con Eslovaquia.
Historias de este tipo se repiten a lo largo y a lo ancho de Ucrania y en los países fronterizos, es decir, en todos los escenarios por los que millones de personas han huido y continúan haciéndolo. La solidaridad y el deseo de seguir adelante también afloran y se fortalecen entre tanta muerte y destrucción.
Según la última actualización de ACNUR, hay más de 6 millones de personas que han huido de Ucrania desde el 24 de febrero de 2022. Son datos obtenidos desde diferentes fuentes, fundamentalmente cifras que proporcionan las autoridades de los puntos fronterizos oficiales. Y se trata de un número móvil y que varía a diario, por lo que se estima que, si la violencia no se detiene, la cifra podría aumentar significativamente.
Durante las primeras cinco semanas del conflicto, fueron más de cuatro millones los refugiados de Ucrania que cruzaron las fronteras hacia los países vecinos, mientras que muchos más se vieron obligados a trasladarse al interior del país. Los desplazados internos en Ucrania son cerca de 7,7 millones.
La situación es cada vez más alarmante y las palabras de Filippo Grandi asumen esa magnitud: “Llevo casi 40 años trabajando en crisis de refugiados y pocas veces he visto un éxodo tan increíblemente rápido de personas”.
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