La malaria o paludismo es una enfermedad que afecta a casi 100 países, de los cuales aquellos que se ubican en la franja de África subsahariana son los más...
La malaria o paludismo es una enfermedad que afecta a casi 100 países, de los cuales aquellos que se ubican en la franja de África subsahariana son los más afectados, tanto en la cantidad de víctimas mortales como en la población que se encuentra en riesgo de contagio.
Por este motivo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado una estrategia técnica contra la malaria que prevé su implantación hasta el año 2030. Se trata de un plan integral surgido de un amplio proceso de consultas que se inició en junio de 2013 y que desembocó en un documento tras la 68ª Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2015.
En este texto se plasman los fundamentos de la estrategia, basada en una serie de orientaciones técnicas que ponen el énfasis especial en “ampliar la escala de las intervenciones de respuesta a la malaria y avanzar hacia su eliminación”. Además, se da importancia en “la urgente necesidad de aumentar la inversión en relación con todas las intervenciones”, entre las que se incluyen pruebas de diagnóstico, tratamiento y vigilancia de la malaria y medidas preventivas.
La que era en aquel entonces directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Margaret Chan, decía que el propósito es “ayudar a los países a reducir el sufrimiento humano causado por la más mortal de las enfermedades transmitidas por mosquitos en el mundo”. Además, definía la importancia de la estrategia en todo lo que tiene que ver con orientar a los países para “ampliar la escala de las intervenciones de respuesta a la malaria y avanzar hacia su eliminación” y “aumentar la inversión en relación con todas las intervenciones —entre otras, las medidas preventivas, las pruebas de diagnóstico, el tratamiento y la vigilancia de la enfermedad— y de aprovechar las innovaciones y ampliar las actividades de investigación”.
Al avalar esta estrategia, los estados miembros de la OMS se comprometen a trabajar en un objetivo principal: reducir desde ahora y hasta 2030 la mortalidad por malaria en todo el mundo en un 90%. Y para esto, el programa prevé un fortalecimiento integral de los sistemas de salud de los países, además de establecer medidas políticas que brinden la protección necesaria a la población que está en riesgo de contraer la enfermedad.
A través de la picadura del mosquito Anopheles, el parásito Plasmodium se introduce en el cuerpo humano y se multiplica dentro del organismo, causando la enfermedad conocida como la malaria (también llamada paludismo). De acuerdo con datos de la OMS, se estima que son 3.200 millones las personas las que se encuentran actualmente en riesgo de contraer la malaria alrededor del mundo.
La enfermedad se manifiesta con síntomas tales como dolores de cabeza, vómitos constantes y altos índices de fiebre. Suelen aparecer entre 10 y 14 días posteriores a la picadura del mosquito, de manera tal que la detección temprana se vuelve clave para prevenir la mortalidad por esta enfermedad.
En las zonas de mayor riesgo, como los países africanos de la región subsahariana, ACNUR encabeza campañas de prevención basadas en el reparto de mosquiteras tratadas con productos antimosquitos en los hogares, de manera tal que todos los miembros de una familia en situación de riesgo eviten dentro de su espacio doméstico la presencia del mosquito Anopheles.
En el documento que acompañó la convocatoria del Primer Foro Mundial sobre Refugiados, celebrado en Ginebra durante los días 17 y 18 de diciembre de 2019, se menciona que se deben “incluir a las personas refugiadas y a las comunidades de acogida en proyectos de financiación asignada por iniciativas de financiación vertical, como el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, el Fondo Financiero Internacional para la Inmunización, el Fondo Verde para el Clima y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial”.
A raíz del conflicto armado en la República Democrática del Congo, Inmaculada y su marido tuvieron que huir hasta el asentamiento de refugiados de Nakivale, en Uganda, un sitio donde el riesgo de contraer malaria es alto.
“La malaria era un gran problema para la familia. Desde que recibimos las mosquiteras, no es como antes. Antes, íbamos al hospital todos los meses, pero ahora ya no”, asegura esta mujer, que ha sido una de las tantas personas que ha recibido la mosquitera por parte de ACNUR, un implemento fundamental para evitar la picadura del mosquito que transmite la malaria.
Sudán del Sur es otra de las regiones donde los enfermos de malaria abundan y las personas más necesitadas tienen la suerte de contar con el doctor Evan Atar Adaha, el cirujano jefe y director médico del Hospital de Maban. Allí, suele hacer hasta 10 operaciones por día por diferentes dolencias y enfermedades, en un sitio que da asistencia médica a una población de más de 200.000 personas. “Soy muy feliz cuando me doy cuenta de que mi trabajo ha servido para salvarle la vida a alguien o ahorrarle sufrimiento”, dice este médico que vive con lo mínimo y dedica toda su vida a ayudar a quienes más lo necesitan.