En los últimos años hemos visto como el empleo solidario se ha consolidado como una alternativa laboral para profesionales de diversas disciplinas. Se habla, incluso, de una especie de...
En los últimos años hemos visto como el empleo solidario se ha consolidado como una alternativa laboral para profesionales de diversas disciplinas. Se habla, incluso, de una especie de boom de este tipo de puestos de trabajo. Ahora bien, ¿de qué trata este tipo de ofertas? ¿Qué las hace diferentes a las demás?
Si lo miramos desde un punto de vista técnico, un empleo solidario no se diferencia nada de un empleo tradicional: existe una empresa que ofrece un puesto de trabajo y una persona interesada en cubrirlo.
Sin embargo, al examinarlo un poco más a fondo, la diferencia sustancial entre ambos empleos radica en un aspecto: la motivación, que en el caso del empleo solidario suele ser el compromiso con una causa social determinada.
No debemos confundir el empleo solidario con otro tipo de prácticas de incidencia social, como por ejemplo el voluntariado. Mientras este último es una acción de tipo altruista, desinteresada y, por tanto, no remunerada, el empleo solidario sí supone el cobro de una mensualidad por las labores realizadas.
Los empleos solidarios provienen principalmente de organizaciones o entidades con un claro enfoque social, como las ONG, las fundaciones o las instituciones caritativas. De acuerdo con un estudio elaborado por la Fundación Botín, cerca del 10% del empleo en España es de este tipo, lo que equivale a un 8% del PIB nacional.
Las empresas u organizaciones que ofrecen empleos solidarios valoran por encima de todo el compromiso social de los candidatos. Aunque sea remunerado, se trata en último término de prestar un servicio y cubrir necesidades sociales en determinados contextos. Es decir, es otra forma de ejercer una ciudadanía activa.
Sin embargo, este no es el único rasgo que caracteriza a los profesionales que aspiran a este tipo de empleos. Existen otros elementos, valores y principios que complementan estos perfiles. Veamos algunos de ellos:
Son dos valores esenciales que deben predominar en los candidatos a esta clase de empleos. Los seleccionados deben tener claro que su función va mucho más allá de ocupar una plaza o desempeñar una serie de funciones específicas. Lo esencial está en el valor añadido de esas acciones, es decir, lo que representan en un contexto determinado, tomando siempre como referencia que la idea es construir un mundo más justo, equitativo y con oportunidades para todos.
Por supuesto, las empresas que ofrecen empleos solidarios valoran especialmente la experiencia que tengan los candidatos en los temas sociales más prioritarios. Del mismo modo, se suelen tener en cuenta las habilidades para la gestión y el seguimiento de proyectos similares, especialmente si se trata de iniciativas que tienen lugar en terceros países o en entornos vulnerables.
Los candidatos son por lo general personas flexibles, abiertas a los cambios que se puedan presentar en su entorno, líderes en sus especialidades y con capacidad para proponer soluciones que transformen positivamente la realidad.
En último término, elegir un empleo solidario es una forma de ejercer una ciudadanía activa y comprometida con todo lo que sucede a nuestro alrededor. Aunque exista una remuneración de por medio, lo importante es lo que supone el trabajo en el contexto donde se realiza. ¿Te lo habías planteado de esta forma?
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