Refugiados sirios en Jordania: nuevo acuerdo sobre permisos de trabajo

Por su cercanía geográfica con Siria, Jordania es uno de los países que más refugiados sirios ha acogido de los que, desde el año 2011, han cruzado la frontera en busca de asistencia básica y protección. Según los datos de ACNUR, ya son más de 650.000 las personas que hay registradas en el país.

El campo de Zaatari, ubicado en el norte de su territorio, no es solo uno de los más conocidos, sino que además es uno de los más poblados del mundo: actualmente viven en él cerca de 78.000 sirios.

Sin embargo, no todos figuran en las listas. Hay otros tantos refugiados que aún no han hecho efectivo este paso del proceso y viven en las principales ciudades o regiones del país sin recibir ninguna ayuda por parte de los organismos de atención.

El Gobierno de Jordania y los refugiados sirios

Esta situación ha llevado a que el Gobierno jordano y las autoridades del país desarrollen proyectos para su asistencia y acogida, así como para impulsar su integración y su inserción laboral, sobre todo teniendo en cuenta que en Jordania hay cerca de 300.000 hombres y mujeres sirios en edad de trabajar.

En 2016 Jordania decidió poner en marcha una medida que supuso un cambio significativo: se convirtió en el primer país árabe que facilitó la expedición de permisos de trabajo para los refugiados sirios obviando los costes y los trámites habituales propios del protocolo de este trámite.

Por ejemplo, hasta octubre de 2017, se entregaron casi 30.000 tarjetas laborales para los sirios que se habían refugiado en territorio jordano, sumando a esto facilidades como permitirles trabajar fuera de los campamentos y dejar su estancia en ellos hasta un mes antes de volver a renovar sus documentos.

Todo esto ha ido acompañado de talleres formativos y atención laboral en una oficina dentro de Zaatari gestionada por ACNUR y la Organización Mundial del Trabajo (OIT).

Facilidades para refugiados sirios en Jordania: testimonios

Hussein ha sido carnicero toda su vida, continuando una tradición que en el pasado correspondió a su padre, sus tíos y su abuelo. Tiene 34 años, es oriundo de la ciudad siria de Daara y hace ya cinco años, en el inicio de la guerra de Siria, se vio forzado a dejarlo todo junto a su mujer y su hija de cuatro años.

“Ella, mi hija, fue la razón principal por la que decidimos abandonar el país, pues los ataques aéreos se habían vuelto sencillamente insoportables”, afirma.

Fue así como llegaron al campamento de Zaatari, donde viven desde entonces. Hussein es ahora uno de los beneficiados por esta medida, la cual facilita el trabajo a refugiados sirios en una situación similar a la suya y que sobre todo están dispuestos a empezar una nueva vida, contribuyendo con las obligaciones y requisitos del país de acogida.

“Estoy aprendiendo muchas cosas mientras trabajo por primera vez en una compañía grande y con más procedimientos establecidos” —comenta al respecto—. Nos han tratado como profesionales de verdad; he sentido un cambio interior”.