El pueblo rohingya lleva huyendo toda una vida. Desde los años 90, miles de personas escaparon a Bangladesh donde los campos de personas refugiadas acogieron a varias generaciones de apátridas durante años. Pero el drama no había terminado. Desde agosto de 2017, otra oleada de violencia llevó a 700.000 personas a cruzar las fronteras. Se convirtió, en pocas semanas, en la crisis humanitaria que más rápido crecía de todo el mundo.
Otros países de la región, como Afganistán, se suman a las crisis de larga duración. Entre los dos, suman casi 2 millones de personas que no saben cuándo podrán volver a casa y necesitan ayuda humanitaria para construir un futuro.
En total desde 2012 unas 170.000 personas han huido por mar desde Myanmar y Bangladesh hacia zonas más seguras en el sudeste asiático. En 2015 se estima que unas 370 murieron en la travesía por mar.
El trabajo de ACNUR en la región Asia-Pacífico abarca también la zona de Asia Central, donde la crisis de población refugiada afgana sigue siendo desde hace décadas una de las operaciones más importantes y complejas de la organización.
700.000
rohingya han huido a Bangladesh en solo 4 meses.
El 43%
de las personas bajo el amparo de ACNUR en el sudeste asiático son apátridas.
La clave del asunto está en garantizar una identidad legal a todas las personas en el territorio de Myanmar, así como las libertades fundamentales que esto conlleva, como libertad de movimiento, no discriminación y acceso a los servicios.
Volker Türk, Asistente del Alto Comisionado de ACNUR para la Protección.