Más de dos millones de afganos han regresado de Irán y Pakistán en lo que va de 2025. Muchas de las personas que están regresando de forma involuntaria han sufrido violaciones de derechos humanos, especialmente graves en el caso de las mujeres. La magnitud de estos retornos está provocando hacinamiento en las instalaciones fronterizas y una creciente necesidad de alojamiento, alimentos y empleo.
A esta situación se suman los recientes terremotos, que han agravado las vulnerabilidades existentes en el país. El último, ocurrido en la madrugada del 3 de noviembre, sacudió el norte de Afganistán y dejó al menos 20 personas fallecidas y más de 900 heridas. Sin embargo, el más grave se registró en agosto, cuando murieron 2.200 personas y al menos 3.600 resultaron heridas.
Todo esto añade más sufrimiento a un país en el que tres cuartas partes de la población viven al nivel de subsistencia, por lo que necesitan ayuda humanitaria y protección. Por favor, colabora.
En 2025, casi 2,3 millones de afganos y afganas han retornado o han sido forzadas a hacerlo desde Irán y Pakistán. Esto marca un cambio significativo en la dinámica del desplazamiento, impulsado principalmente por el creciente sentimiento anti afgano y el endurecimiento de las condiciones en ambos países de acogida, lo que ha provocado un aumento de los retornos involuntarios.
Los retornos se están produciendo en condiciones extremadamente difíciles, y muchos son involuntarios. Quienes han regresado recientemente a Afganistán continúan compartiendo relatos preocupantes de graves violaciones de derechos humanos como tortura, malos tratos, arrestos y detenciones arbitrarias, y amenazas a la seguridad personal así como acoso, discriminación y crecientes restricciones en los países de acogida.
Por otro lado, muchos enfrentan serios obstáculos para acceder a documentación, alojamiento, atención médica y educación, especialmente porque muchos regresan a un país que apenas conocen. La mayoría de los retornos se concentran en unas pocas zonas, lo que ejerce una enorme presión sobre la infraestructura y los servicios locales. Para las mujeres y las niñas, los desafíos son aún mayores, ya que enfrentan algunas de las restricciones más severas del mundo.
Los afganos están regresando a un país que sigue siendo una de las emergencias humanitarias más complejas del mundo. Con una población de 46 millones de habitantes, se estima que 22,9 millones necesitan asistencia humanitaria, y casi el 70 % vive por debajo del nivel de subsistencia.
ACNUR advierte que la falta de apoyo internacional está intensificando las múltiples crisis en el país, y urge una respuesta rápida y sostenida, no solo con ayuda de emergencia, sino también con recursos que garanticen una reintegración duradera y eviten nuevos desplazamientos.

“Las familias afganas están siendo desarraigadas nuevamente. Llegan apenas con un par de pertenencias; están exhaustas, hambrientas, temerosas por lo que les espera en un país que muchas de ellas ni siquiera conocen. Las mujeres y las niñas están muy preocupadas: les asustan las restricciones a la movilidad y los derechos fundamentales, como el acceso a la educación y al empleo”.
Arafat Jamal, representante de ANCUR en Kabul.
ACNUR lleva más de 35 años presente en Afganistán y trabaja junto a socios nacionales e internacionales como parte de una respuesta humanitaria integral.
En la frontera, la organización brinda protección de emergencia y asistencia humanitaria, que incluye monitoreo y asesoramiento en protección, comidas calientes, transporte, derivaciones a servicios esenciales y distribución de artículos básicos y kits de dignidad.
Sin embargo, las restricciones impuestas por las autoridades, que impiden al personal femenino nacional de la ONU y sus socios trabajar en la frontera, han obligado a suspender las operaciones hasta que se levanten dichas medidas. Sin el personal femenino afgano, no es posible asistir de manera adecuada y segura a las mujeres retornadas.
Esta suspensión afecta servicios esenciales como salud, apoyo psicosocial, nutrición, documentación, registro y protección. Más del 60 % de las personas retornadas en alguno de los principales puntos fronterizos son mujeres y niños, incluidos hogares encabezados por mujeres, quienes dependen especialmente de la atención del personal femenino para garantizar una asistencia digna y segura.
En las zonas prioritarias de retorno, ACNUR también proporciona ayuda económica para la reintegración, vivienda, formación profesional y medios de vida. No obstante, la falta de financiación ha obligado a reducir servicios, sobre todo los dirigidos a mujeres y niñas, para priorizar intervenciones que salvan vidas.
ACNUR sigue abogando por un retorno voluntario, seguro y digno para todos los afganos, especialmente mujeres, minorías étnicas y otros grupos en riesgo. Forzar los retornos es insostenible y podría agravar la inestabilidad regional.
Afganistán lleva sumido en una crisis humanitaria desde hace décadas. La violencia, los desastres naturales, la inseguridad alimentaria paralizante (el 45 % de la población padece desnutrición) y la inestabilidad económica es cada vez mayor.
Cuatro décadas de conflictos y violencia han empujado a millones de afganos y afganas al exilio. Afganistán ha sufrido una de las situaciones prolongadas de refugiados más graves del mundo. La llegada de los talibanes en agosto de 2021 provocó que una gran parte de la población abandonara sus hogares, y muchas personas permanecen desplazadas dentro del país.

A la violencia, la crisis económica y la inseguridad alimentaria existente se le une que es uno de los países más vulnerables al clima extremo y sus consecuencias. En julio de 2024, un temporal de fuertes lluvias provocaron inundaciones en las regiones central y oriental de Afganistán que causaron daños humanos y materiales.
Otro de los problemas son los terremotos, ya que Afganistán ha sufrido varios en los últimos años. En octubre de 2023 y en agosto de 2025 dejaron miles de personas fallecidas y heridas. Concretamente, el seísmo de agosto dejó más de 2.200 víctimas mortales y al menos 3.600 resultaron heridas. Aldeas enteras quedaron aisladas y las vías de acceso, ya de por sí escasas, quedaron bloqueadas por deslizamientos de tierra. El 3 de noviembre, ha tenido lugar el último terremoto por el que se han reportado al menos 20 fallecidos y más de 900 heridos.