En medio del camino que separa el continente con más países en guerra y conflictos del mundo de la segura Europa, Libia se ha convertido en una encrucijada mortal en la que refugiados y migrantes son torturados, encarcelados o víctimas de tratantes de esclavos.
Lo llaman el camino del infierno. Miles de mujeres y niñas serán objeto de tráfico sexual. Otros, de trabajos forzosos. A cambio de 300 dólares habrán perdido su libertad para toda la vida.
ACNUR está presente en el país ayudando a detectar las detenciones ilegales de refugiados en los centros de detención y garantizar la protección internacional de quienes han tenido que huir de la violencia. Para ello es necesario realizar un registro que les permita tener acceso a refugio, artículos de primera necesidad, educación y atención sanitaria.
Pero se necesitan más fondos para seguir protegiéndolos.