Las mujeres de la foto principal son Maizala, de 39 años, su madre de 84 años y una de sus seis hijos. Viven en un refugio de tránsito en el asentamiento para personas desplazadas internas de Lianda, en el distrito de Mueda, en Mozambique. La familia de Maizala huyó de su aldea en el distrito de Nangade, Cabo Delgado, cuando fue atacada por grupos armados en enero de 2024. Es la segunda vez que la familia se ve obligada a desplazarse a causa de la violencia. Esta vez, su casa fue quemada en los ataques. Maizala y su familia caminaron durante horas hasta llegar al asentamiento de Lianda.
"Necesito un pequeño trozo de tierra y algunas herramientas para cultivar aquí en Lianda, para poder dar de comer a mis hijos y a mi madre", dice Maizala. "En mi tierra era agricultora y sobrevivíamos, pero aquí no tenemos nada. También me gustaría salir del centro de tránsito y tener una casa propia aquí".
Maizala cuenta que necesita herramientas para cultivar y poder trabajar y dar de comer a sus hijos y a su anciana madre. Le gustaría poder cultivar un pequeño huerto para tener algo de comida y poder mantenerse y poder cuidar de sí misma y de su familia.
Foto: © ACNUR/Hélène Caux
Ella es Elvira tiene 38 años y es una de las miles de personas que huyeron de los ataques de los insurgentes a sus aldeas en el distrito de Chiure, Cabo Delgado, en febrero de 2024. Hombres armados entraron en su pueblo a quemar casas y matar a gente. Ella solo quería huir. Consiguió reunir a sus tres hijos y salieron de allí, al igual que sus vecinos.
"Caminamos hasta la ciudad de Chiure, tardamos varias horas en llegar a este lugar de tránsito. Los niños tienen hambre aquí, así que necesitamos comida urgentemente. No quiero volver a mi aldea en este momento, mataron a gente que conocía. Creo que no quiero volver nunca a mi pueblo. Puede que decida reiniciar mi vida en otro lugar".
Está previsto que los nuevos desplazados, como Elvira y su familia, sean reubicados por las autoridades desde diversos centros temporales de tránsito a emplazamientos para desplazados internos en la zona de Chiure.
"Hombres armados invadieron mi pueblo y empezaron a quemar las casas y a matar gente. Mi primera prioridad fue huir con los niños. Conseguí reunirlos a los tres y huimos. Todos los del pueblo huyeron, nadie se quedó atrás".
Elvira, desplazada interna
Foto: © ACNUR/Hélène Caux.
Fátima tiene de 54 años y es una de las miles de personas que huyeron de los ataques de los insurgentes a sus aldeas en el distrito de Chiure, Cabo Delgado (Mozambique) en febrero de 2024. Los insurgentes atacaron su aldea en febrero de 2024. Ella huyó con a tus hijos, dos niñas, dos niños, su madre y sus primos, durmieron en el monte por la noche y llegaron a pie a un sitio más seguro de Chiure. Su madre es completamente ciega, es mayor, así que fue muy difícil caminar con ella, ya que tenían que parar a descansar regularmente.
"Vine aquí a la ciudad de Chiure porque tenía miedo, no vine a buscar apoyo, esta no fue la primera razón por la que hui. Hui por mi vida. Las condiciones de vida son pésimas aquí, duermo en el suelo, cuando llueve, la lluvia entra en la tienda".
Es la segunda vez que Fátima tiene que desplazarse. La primera vez, los insurgentes vinieron en 2023 y mataron a sus vecinos. "Esta segunda vez, no esperamos a que vinieran a nuestro pueblo, nos fuimos antes».
Foto: © ACNUR/Isadora Zoni.
Filomena, de 62 años, también huyó de los ataques en las aldeas de Cabo Delgado el pasado febrero. Había oído que los grupos armados estaban atacando los pueblos de los alrededores y que habían matado a civiles, así que decidió huir inmediatamente junto a sus hijos y nietos. Ahora sufre conjuntivitis y no puede acceder a un tratamiento médico adecuado. Filomena ya había huido de su pueblo por la presencia de los insurgentes.
Está previsto que los nuevos desplazados, como Filomena y su familia, sean reubicados por las autoridades desde diversos centros de tránsito temporal a emplazamientos para desplazados internos en la zona de Chiure.
Corrí entre los arbustos con los hijos y los nietos, salimos a las 6 de la noche a pie y llegamos a la ciudad de Chiure a las 2 de la mañana. Estar aquí es un gran reto porque no hemos recibido ninguna ayuda. Los niños enferman porque no hay comida.
Cuenta Filomena.