Con pocos años de edad, millones de niñas y niños en el mundo han sufrido las situaciones más horribles que pueda vivir una persona. Quizá han visto morir a sus padres, puede que hayan cruzado fronteras en busca de un lugar seguro. Algunos puede que hayan sufrido abusos, violencia, hambre, sed.... y muchos de ellos, huyen solos, sin ningún adulto que les proteja de los peligros de la huida.
Hay más de 40 millones de niños y niñas desplazadas en el mundo. Para ACNUR, ayudarles es una de sus prioridades. Protegerles para que ya no vuelvan a pasar por lo mismo. Para que encuentren un lugar seguro y tengan un futuro esperanzador. El futuro que merecen.
Ayúdanos para que sigan siendo lo que son, niños.
Tanto en la Declaración Universal de los Derechos del Niño ratificada por la Asamblea General de la ONU (1959) como en la Convención de los Derechos del Niño aprobada en 1989 se especifican todos los derechos de la infancia. Derechos que hablan de una vida digna, del acceso a la educación y la salud, del derecho a jugar y a tener una vida familiar y de la protección ante la violencia o la discriminación. Desgraciadamente, para millones de niños y niñas en el mundo esto es un sueño inalcanzable.
Y de toda la infancia del mundo, la desplazada y refugiada es la más vulnerable. La que lo ha perdido todo y tiene que volver a empezar, la que huye de la violencia, la persecución, los desastres naturales. Esos son los niños y niñas que más necesitan ayuda y protección.
Foto: © ACNUR/Zasha Millan
Como consecuencia de la huida, su infancia se ve truncada y su educación interrumpida. El acceso a la educación es un derecho y una herramienta clave de protección, es una de las principales armas para ayudarles. Las aulas son el mejor refugio para un niño, el lugar seguro en el que aprenden, se empoderan y luchan por un futuro mejor.
ACNUR trabaja para que estos menores no pierdan sus oportunidades de futuro y vuelvan a ser niños y niñas: construye y equipa aulas, capacita a profesores, conciencia y ayuda a las familias para facilitar que sus hijos vayan a la escuela, especialmente las niñas.
ACNUR aboga por la escolarización en centros locales, una medida que contribuye a mejorar las relaciones con las comunidades de acogida, que es siempre el objetivo central. Cuando esto no es posible, se crean escuelas y espacios especiales para niños y niñas en los campos de refugiados.